2023 Recap

El 2023 de... Elena Cortés Alonso

Mi 2023 ha estado marcado por los ventiladores de mi portátil prometiéndome reventar de un momento a otro. Eso hizo que dejara en pausa por miedo a quedarme sin equipo e incapacidad financiera de afrontar uno nuevo juegos como Norco o Kena Bridge of Spirits (el cual, cuando pueda retomarlo, no sé si ya en 2024 o en 2025, comenzaré desde cero sin ninguna duda). Tampoco pude cumplir mi compromiso eterno de jugar de una vez a Disco Elysium, que todavía me espera, metafóricamente, sin desprecintar (alguna que otra autora de este repaso colectivo me insiste sin descanso en que lo haga en cuanto pueda).

Así que mi foco viró por las circunstancias hacia la discreta biblioteca de juegos de mi Nintendo Switch y en apurar todos y cada uno de ellos (o casi) se ha apoyado en su gran mayoría mi año. Las personas que me conocen con un poco más de cercanía saben que tengo el privilegio, porque de veras considero que lo es, de apenas sufrir del maldito y manido FOMO: no soy alguien que sufra si no puede jugar a algo en su lanzamiento, tampoco me quita el sueño no experimentar en primera persona lo que puede ofrecerme un Triple A. Eso siempre me ha facilitado las cosas para escoger los títulos que me acompañan con sosiego y sin culpabilidad o ansiedad (que la vida ya da muchos otros motivos para estimular a estos dos monstruos). Por eso, mi año comenzó con el festival de música, color y duelo que es Sayonara Wild Hearts y se extendió hasta atreverme a intentar subir mi propia montaña de la mano de Celeste, una travesía que todavía tengo que finalizar.

Por el camino, la rabia de sentir que no lo estaba haciendo bien con Road 96, varios intentos fallidos con Inside (cuya oscuridad y densidad atmosférica se equilibró con mi experiencia con Cocoon) y largas horas planificando el futuro de un aquelarre único y sanador con The Cosmic Wheel Sisterhood, por citar algunos. En la despensa todavía, y que me perdonen las dos personas maravillosas que me lo regalaron, Pokémon Púrpura mirándome con ojitos de «Ya va siendo hora, ¿no?»

Pero algo que también ha ocurrido este 2023 y que sin duda ha marcado todo el año es que los videojuegos me han aportado muchísimo a nivel humano. Creo que el ejemplo de haber recibido vía correo postal un paquete que contenía Spiritfarer porque una compañera de Revista LOOP escuchó que necesitaba algo calentito y agradable ilustra muy bien esto que intento contar, asumiendo la indulgencia de los dueños y señores de AnaitGames al irme un poco por la tangente a partir de este párrafo.

El videojuego lleva años dándome algo que nunca pensé que podría vivir ya en la treintena: amigas

He pasado la última década jugando en solitario, sin apenas compartir mis progresos después de salir muy escaldada de algún que otro juego online. Esto acabó provocando dos coyunturas que han ido perdiendo fuelle este año: que jugar fuera una actividad que nunca compartía con nadie y que hablar sobre juegos no estuviera en mi lista de cosas que me gustan. Sí, obvio esto último es evidente que no solo ha cambiado en 2023 por todo mi recorrido, pero sí es cierto que este año me he permitido compartir experiencias desde la seguridad que me brindan muchas personas que ahora están a mi alrededor y me dan la suficiente confianza como para no sentirme en peligro de ser juzgada.

Y, en gran medida, eso ha podido ser posible porque el videojuego lleva años dándome algo que nunca pensé que podría vivir ya en la treintena: amigas. Estar metida en estos mundos ha hecho que coincida de manera fortuita con personas en las que voy a pensar cuando escuche las doce campanadas y evite las miradas de mi familia para no reírme y escupir las uvas; pensaré en ellas porque a día de hoy forman parte de mis días desde una posición cercana e íntima, a pesar de que hayamos podido abrazarnos en persona apenas un par de veces. Las he conocido como compañeras de medio, como personas que comentaban con timidez en artículos que he escrito o incluso por algún tuit cruzado que ha evolucionado en una conversación que a día de hoy no ha terminado.

Cuando mi cabeza echa humo por la toxicidad de la industria, por los abusos laborales que se siguen cometiendo en el sector (también en la prensa) y por las oleadas de acoso bruto que sufrimos sobre todo mujeres y personas que no encajan en lo normativo, pensar en las amigas que he hecho por el camino me hace sentir que seguir en esta brecha merece la pena. Que, aunque siga jugando yo sola frente a mi televisión con el pijama y el moño hecho de cualquiera manera, lo común y lo comunitario siguen siendo las partes más bonitas de todo este mundo. De qué sirve una buena experiencia si no puedo compartirla. Eso me gusta repetirme ahora. Es algo que le agradezco enormemente al 2023 y que cruzo dedos para que siga creciendo y evolucionando en el año que se viene.


¿Cuáles son los mejores juegos de 2023? ¿Qué temas han dominado la actualidad durante el año? ¿Qué nos conviene repasar antes de arrancar 2024? Durante los últimos días de 2023, el equipo de AnaitGames y sus olaboradoras y colaboradores exploran los temas, juegos y noticias más relevantes del año.

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Periodista y escritora de ficción y de lo que le echen. Le gusta dar chapas sobre memoria cultural, y a veces guioniza videojuegos. También co-dirige Terebi Magazine y es adicta a las historias que cuentan los juegos indies.

  1. JT'Salas

    Un texto precioso, Elena. Curioso que tanto Alberto Corona como tú hayáis encontrado tanta alegría en la híbrida de Nintendo; es buena consola, sin duda.