2023 Recap

El 2023 de... Sara Abernathy

Si tuviese que definir mi relación con los videojuegos durante este año podría hacerlo con tan solo dos palabras: errática y accidentada. Me encantaría poder decir que esto ha sido fruto de cierta libertad a la hora de entender a los videojuegos como forma de entretenimiento, pero lo cierto es que, pese a que esa perspectiva siempre ha estado ahí, la situación se ha debido más bien a limitaciones de carácter material y temporal. Para arrancar el año tuve una serie de problemas que me impidieron jugar a nada en la plataforma que utilizo tanto para trabajar como para algunos momentos de ocio: mi ordenador portátil. Cuando esto se solucionó, pasé un par de meses moviéndome a caballo entre dos ciudades (con alguna que otra visita a diferentes sitios de por medio) hasta que decidí que era buena idea meterme en una mudanza y cambiar el rumbo de mi vida, con el consiguiente tiempo necesario para reubicarme y lamerme las heridas. Después de muchas tardes de verano convertidas en soliloquios y paseos a la orilla del río Miño, tuve que mudarme de nuevo al lugar en el que vivo ahora (¡al fin!), y empecé otra nueva etapa que me consumió tantas horas que, para cuando quise darme cuenta, ya había pasado la mitad de noviembre y acababa de cumplir los treinta años. Y, por si esto fuera poco, en el momento en el que he tenido un pequeño margen para ojear mi biblioteca de Steam con el propósito de empezar una historia nueva que no supusiese darle otro vuelco a la mía, he descubierto que hay un problema de hardware en el portátil que tengo que arreglar. 

Es probable que lo que se espere de una persona que lleva un (breve período de) tiempo moviéndose dentro de la crítica cultural de videojuegos es que tenga a su disposición el mayor número de plataformas y videojuegos posibles, pero la vida real suele ser algo muy distinto a aquello que suponemos y que nos imaginamos. En mi caso en concreto, y debido a una serie de catastróficas desdichas en las que no quiero entrar ahora, la distancia entre las hipótesis y los hechos es aún mayor. Al margen de algunas incursiones puntuales en el piso de mi hermano con el propósito de utilizar su PlayStation 4 (desde aquí le doy las gracias, porque sino no habría podido jugar al remake del Final Fantasy VII), mi única forma de acercarme al mundo de los videojuegos a lo largo de los últimos años siempre ha sido el Asus desde el que escribo (un Asus al que, por cierto, también le estoy muy agradecida, a pesar de todos los fallos que me ha dado y de que me parta la espalda día tras día). Debido a esta limitación, así como a la imposibilidad de adquirir un sustituto por el momento, mi relación con los videojuegos ha dependido en gran parte de su buen funcionamiento, y de la existencia de conocimiento, tiempo y ganas por mi parte y por la de mi entorno (un saludo a todos los colegas que me han ayudado a este respecto) para propiciarlo. Como 2023 ha estado marcado por un déficit en la mayoría de estos factores, mi relación con los videojuegos también se ha resentido. Pero tengo que admitir que, aunque esto me ha pesado, creo que también me ha servido para concentrarme en otras cuestiones y otros vínculos, incluyendo al que estoy intentando construir conmigo misma.

Pese a que sigo creyendo que la ausencia de recursos no es algo que se deba romantizar, sino que es algo que se debe corregir, también creo que a veces hay que hacer como los Monty Python en La vida de Brian y buscarle el lado positivo a las cosas

Además, el tener unos recursos y tiempo limitados me ha hecho ser más selectiva, y me ha llevado a invertirlos en juegos de duración escasa pero de calidad más que abundante, como Firewatch, Tell My Why, World of Horror, The Red Strings Club o Endling: Extinction is Forever. También me ha servido para abandonar alguna que otra relación tóxica, como la que tenía con World of Tanks y sobre la que me lamentaba, precisamente, a comienzos de este año (una relación que, aún así, también tuvo sus cosas buenas y me ayudó a crecer como persona). Incluso me ha empujado a llevar a la práctica una de las ideas que mencionaba al principio del texto: que cada une debe tener la libertad de acercarse a los videojuegos de la forma que sea en función de sus circunstancias y apetencias, y debe tener la opción de sentirse cómode respecto a ello, ya que no hay una única forma correcta de disfrutar de este hobby. Así pues, pese a que sigo creyendo que la ausencia de recursos no es algo que se deba romantizar, sino que es algo que se debe corregir, también creo que a veces hay que hacer como los Monty Python en La vida de Brian y buscarle el lado positivo a las cosas. El hacerlo para añadirle una capa de ironía a la realidad o para consolarse ya es cosa de cada une. Pero, independientemente de lo anterior, la verdad es que en el fondo espero que en 2024 pueda hablar sobre algo completamente distinto. De hecho, estoy casi convencida de que puede que sea así.

A ver con qué diferencia entre suposición y hechos nos sorprende la vida esta vez.


¿Cuáles son los mejores juegos de 2023? ¿Qué temas han dominado la actualidad durante el año? ¿Qué nos conviene repasar antes de arrancar 2024? Durante los últimos días de 2023, el equipo de AnaitGames y sus olaboradoras y colaboradores exploran los temas, juegos y noticias más relevantes del año.

Lee todos los contenidos »

Colaboradora

Graduada en filosofía especializada en filosofía política y ética animal. Proyecto de maestra y comunicadora en ciernes. Lleva complicándose la vida desde el 93 y jugando a videojuegos desde los 2000. Su gato se llama Otto.

  1. gonzalo_ht

    Que envidia darle a Firewatch por primera vez.
    Muy interesante además lo de buscar juegos cortos por falta de tiempo, cada vez más estamos en ese barco 🙁

    1. JT'Salas

      @airrel
      Un buen barco, aunque no sea por gusto a veces.

  2. Gordobellavista

    Me ha parecido interesante el texto en Terebi porque yo también pasé años en WoT. Ya durante aquel tiempo me lamentaba por estar absorbido y dejando de lado la forma tradicional de jugar, de flor en flor, más rica y variada. Hoy, habiéndolo dejado, lo veo como una etapa enriquecedora también y casi necesaria como jugador. Me ha dejado muy buenos recuerdos. Muchas veces me enfadaba, pero sobre todo fue pasar buenas tardes con otra gente y reírme un montón (efectivamente, importa la compañía). En aquella época solo lo criticábamos, pero en el fondo sabía reconocer que estaba ante un auténtico juegazo.
    Eso sí, desde entonces huyo de cualquier MMO. Estuvo bien, lo disfrute, pero me doy por saciado. Me quedo en de flor en flor.

    Editado por última vez 20 diciembre 2023 | 09:27
  3. jotagesaurus

    Que maravilla este texto tan personal y diferente a los clásicos recaps de fin de año. Gracias Sara.

    1. Juan Salas

      @julian6732
      Un regalito poder leer a Sara por aquí. Sobre todo si es a través de un prisma tan transparente.