Diario de un NPC

Enseñanzas aprendidas

Elena Crimental cierra su serie sobre identidad repasando —con ayuda de vuestras respuestas— qué enseñanzas hemos aprendido jugando a videojuegos.

Es habitual entender la ficción como un mero entretenimiento sin consecuencias. Nos ponemos una película para divertirnos, una serie para desconectar, un videojuego para sumergirnos en un mundo distinto al nuestro. Durante unas horas la mente está ocupada. Luego, cuando la obra acaba, volvemos a nuestras vidas. La separación está clara, parece evidente. Y, sin embargo, en muchas ocasiones hay algo que nos lleva a hacernos preguntas o que ha resonado con nosotros. Nos demos cuenta o no, lo que consumimos deja huella. El mundo virtual nos moldea. Cualquier historia puede hacerlo.

Entonces, en el caso de los videojuegos, ¿cómo nos marcan estos personajes tras jugar? ¿Son capaces de hacernos recapacitar sobre nosotros mismos? Volviendo a la encuesta y a vuestras respuestas, el 36,6% cree que no, frente al resto, que consideran que sí, aunque el 31% no se lo había planteado demasiado hasta el momento. Es normal, pues la costumbre es la de establecer una distinción entre ficción y realidad, entre mundo online y offline, sin preguntarnos por la retroalimentación entre ambos. A pesar de todo, de algún modo sabemos que existe, pues en otra pregunta el 65,3% asegura que ha incorporado alguna característica de personajes de videojuegos en su propia personalidad. Entre los rasgos tomados como propios, se repiten en especial los gestos (como «golpear la mesa a lo Phoenix Wright de Ace Attorney para enfatizar» lo dicho) o maneras de hablar (sobre todo el uso del sarcasmo y de determinadas expresiones), pero también la forma de vestir y los peinados, pues han sido muchas las personas que reconocen haber adoptado elementos de la apariencia de sus protagonistas favoritos como propios. 

Además, estos personajes pueden servir como ejemplos a seguir, en especial durante la infancia, que es cuando somos más moldeables e influenciables ante modelos externos. Por eso, varios usuarios cuentan que pudieron ser más extrovertidos gracias a imitar la actitud de personajes entre los que mencionan a Zidane de Final Fantasy IX. Pero no es algo exclusivo de la juventud, ya que en la etapa adulta podemos seguir aprendiendo y desarrollándonos, como demuestra el hecho de que Madeline en Celeste haya sido capaz de enseñar a muchos jugadores cómo enfrentarse a la ansiedad y a «superar con calma situaciones sin dejar que te abrumen», una valiosa lección de vida que convierte a este plataformas una vez más en uno de los juegos más destacados.

Por supuesto, también existen otras cuestiones, relacionadas con la capacidad del medio para hacer que nos enfrentemos —de una forma bastante literal, además— a situaciones, cuestiones e incluso facetas de nuestra personalidad que no nos habíamos planteado hasta entonces, al menos no en profundidad. De esta manera, sale como tema recurrente el ecologismo, al que introdujo a una generación el Final Fantasy VII, o, más recientemente, Horizon Zero Down, que con su mundo post-distópico lleva a reflexionar a más de uno sobre el futuro que nos espera a la humanidad. Pero los videojuegos también nos pueden descubrir pasiones, ya que hay quién asegura que se interesó por la informática gracias a Watch Dogs, quien comenzó a escribir un diario regularmente gracias a Life Strange y quién apostó por la escalada tras darle a los Assassins Creed, aficiones que conservan a día de hoy y que fueron posibles gracias a lo que veían en el entorno online. 

Aunque sin duda la lección más valiosa que enseñan de manera general es a tener perseverancia y tenacidad, porque nos hacen «volver a intentarlo una y otra vez mientras queden vida(s)». Es decir, que como queda claro gracias a vuestras respuestas, no son pocas las cosas que nos aportan. Al final, una persona lo resume —condensando así buena parte de vuestros comentarios— de esta manera: «me han enseñado lo que es sentir emociones que nunca he vivido, me han dado lecciones de vida, me han ayudado a formar mi carácter, mis gustos, mis opiniones en cierta medida […], a crecer como persona y a respetar a los demás».

Como es normal, el tener que trabajar la empatía y ponernos constantemente en la piel de personajes diferentes a nosotros nos obliga a reflexionar sobre otros puntos de vista. Además, estas experiencias y enseñanzas pueden llevar a que nos cuestionemos en algún sentido elementos de nosotros mismos que creíamos tener claros. De esta manera, los videojuegos se convierten, como bien habéis comentado, en una herramienta para hacernos reflexionar sobre la propia identidad y «sobre ideas preconcebidas que tenemos del mundo, sobre las relaciones sociales» o sobre los demás. A grandes rasgos, entre las cuestiones más repetidas que os habéis planteado, están las siguientes:

  • La expresión de género. Por ejemplo, Read Only Memories y el uso de pronombres neutros en Undertale han ayudado a muchas de las personas que han respondido a comprender y aceptar su identidad.
  • La orientación sexual. Juegos con opciones de romance homosexual como Dragon Age: Inquisition o Los Sims han sido capaces de ampliar miras y de ayudar a aceptar tanto a los demás como a uno mismo según vuestros testimonios.
  • La imagen propia que percibimos. De esta forma, algunas jugadoras han comentado que la delgadez de las protagonistas femeninas les hace cuestionarse su propio cuerpo, haciendo que se sientan mal al sentir que no cumplen el canon. En el lado contrario, mención especial al Just Dance, que nos ha ayudado a desinhibirnos y aceptarnos.
  • La imagen que proyectamos a los demás, tanto en el aspecto físico como en la personalidad. El manejar a protagonistas con debilidades ha hecho que algunas personas acepten que no deben esconder rasgos como la timidez, pues no tienen porqué ser rechazados por ello. Muy interesante al respecto de la apariencia es el testimonio de una jugadora que asegura que Animal Crossing le ha hecho preguntarse por qué en la vida real le preocupa tanto la imagen que muestra y no es capaz de vestir con la misma libertad que en el juego.
  • Nuestro estilo de vida. En este punto Stardew Valley ha hecho reflexionar sobre relaciones interpersonales, sobre qué queremos hacer realmente y sobre estrés, hasta el punto de que hay quién dejó su trabajo un trabajo que le hacía infeliz a raíz de jugar a este life simulator.
  • El peso de nuestros actos. O lo que es lo mismo, «en qué basamos nuestras decisiones» y cómo puede afectar eso a los demás, como nos han enseñado juegos como Disco Elysium, The Last of Us o Undertale, que también enseña la importancia de cómo tratamos a los demás o la sociedad en la que vivimos. En este último sentido, de Papers Please destacáis que lleva a reflexionar sobre «hasta qué punto estamos «atrapados» en el sistema sin darnos cuenta».

Los videojuegos nos proporcionan horas de abstracción y diversión. Lejos de considerarlo algo malo, deberíamos defender más el entretenimiento con un objetivo meramente lúdico. Ningún producto cultural debería ser considerado menos digno por tener este fin. Pero también tenemos que ser conscientes de que, hasta lo que entendemos como un puro pasatiempo, tiene una ideología detrás, una que nos cala y que acaba dejando marca, como hemos ido viendo en estos tres artículos sobre identidad y videojuegos. Al final, debido al tiempo que pasamos en sus universos, esta identidad alternativa puede convertirse en parte de nuestras vidas e incluso tienen la capacidad de modelar cómo nos relacionamos tanto con la realidad offline como con nuestra propia persona. Gracias a la posibilidad de crear avatares con los que identificarnos, podemos comprender mejor nuestra propia psique y sus anhelos, aunque a su vez este hecho es capaz de generarnos inseguridades cuando sentimos que no cumplimos las expectativas que los personajes nos generan. Al final, los entornos virtuales reproducen los modelos culturales del mundo real, perpetuando estereotipos e invisibilizando realidades como la LGTB+, la diversidad funcional o la pluralidad étnica y racial.

Por eso es tan importante que enlacen con el amplio abanico de personas que existimos, porque es lo que nos hace formar parte de un mundo social —el online— en el que los grupos interactúan, crecen y aprenden del mismo modo que lo hacemos cara a cara. También es interesante que encontremos reflejadas otras realidades diferentes a las nuestras, ya que resulta enriquecedor, sobre todo por su capacidad de generar empatía y por permitirnos ver las cosas desde diferentes perspectivas y así comprender cómo pueden sentirse los demás según sus circunstancias. Pero no solo deben conectar con la realidad, pues más allá de reproducir todas las conductas que encontramos en nuestro día a día, es esencial que ofrezcan la oportunidad de imaginar y desarrollar espacios seguros para todo tipo de público. Quizá quienes siempre se hayan encontrado reflejados en sus juegos no entiendan esta necesidad de notar que te incluyen, de ver que importas. Porque todo el mundo tiene el mismo derecho a existir, a verse representado y a sentir que forma parte de la sociedad, ya sea esta presencial o completamente digital.

Colaboradora

Periodista cultural y guionista peleona en busca de su propia narrativa. En «Diario de un NPC» explorará cómo se crean las historias en videojuegos y por qué funcionan las escenas que nos emocionan.

  1. Juaniyocash

    Bastante guapote el texto. Mola.

  2. Mijel

    Gran párrafo final. Bravo!

  3. Howard Moon

    Sinceramente me cuesta creer que alguien se viera reflejado en los juegos…

  4. Samsks

    Ha estado interesante la serie. Espero con emoción la siguiente ¿serie? ¿artículo? de esta autora.