La famosa escuela de magia y hechicería

Ikenfell

Es en la experimentación y la mezcla de influencias donde el título de Happy Ray Games encuentra sus peores defectos y sus mejores logros.

Ikenfell es un buen juego pero en algunas ocasiones no sabe a quién se dirige. El RPG desarrollado por Happy Ray Games quiere tocar la fibra sensible a los retrojugadores de JRPG, mientras estimula a los fans de Harry Potter y seduce con su combate a los fanáticos de la estrategia. Y hasta este punto todo suena muy bien. Sin embargo, cuando en el diseño del combate se mezclan las casillas, los ataques por turnos y los elementos de acción, el resultado, que busca contentar a muchos, alegra a muy pocos. A pesar de su inherente encanto, su experimental mezcla de ideas nunca nos deja aterrizar en plano. Al no dirigirse directamente a un público objetivo, Ikenfell se queda, en ocasiones, en tierra de nadie.

En el universo propuesto por Ikenfell las personas sin magia como Maritte, la protagonista, se denominan «Ordinarias» y tienen prohibido el acceso a la escuela de magia que da nombre al título. En contraste con la protagonista, su hermana Safina es una bruja especialmente poderosa que, con solo 13 años, dejó atrás a su familia para recibir la más exquisita educación. Sin embargo, tras meses sin recibir noticias de Saf, Maritte intuye que algo malo pasa con su hermana y, sin darle demasiadas vueltas, decide lanzarse a la aventura. No será hasta que se encuentre perdida y en peligro en los bosques que rodean a la escuela que descubrirá todo su potencial. La protagonista de Ikenfell puede dominar el fuego, un tipo de magia antigua desaparecida desde hace años. Pero solo con ayuda de nuevos amigos será capaz de entender qué está alterando el flujo mágico y qué ha pasado realmente con Safina.

La experimentación en Ikenfell es responsable tanto de sus mayores logros como de sus peores tropiezos. El título pretende ser en todos los sentidos una mezcla fresca de antiguo y moderno, de clásico y de videojuego independiente, cuyo máximo exponente es una banda sonora que mezcla el chiptune con melodías instrumentales y temas vocales. Y aunque el arte quiere remitirnos a los mejores días de Game Boy Advance, la trama deja conscientemente de lado los tropos más básicos de los juegos de rol para construir relaciones profundas y un universo con un imaginario actual. Desde el punto de vista del worldbuilding los desarrolladores se han basado abiertamente en Harry Potter para crear un internado en el que la alquimia ha desplazado a la química y los hechizos ocupan el tiempo que otros le dedicamos a la lengua. Ikenfell y Hogwarts coinciden en construirse en remotos castillos, rodeados por peligrosos bosques, que los hacen invisibles a los ojos de aquellos ajenos a la comunidad. Por supuesto, dentro de los muros de la escuela se encuentran todo tipo de peligros y magos que no son exactamente lo que aparentan. Pero, a diferencia de la saga de Rowling, en Ikenfell la maldad nace del trauma y no recurre a la deshumanizante corrupción del poder y la codicia.

A la hora de trazar sus metáforas, Ikenfell recuerda al celebrado Celeste. Dejando de lado el intimismo y la introspección del título de Extremely OK Games, el juego de Happy Ray Games reflexiona sobre la maldad contenida en todos nosotros y la facilidad con la que gente herida es capaz de cometer actos monstruosos. Y frente a la maldad del individualismo, el juego señala la colaboración y la amistad como un bálsamo que puede mantenernos a todos seguros. Como la solución ante un mundo progresivamente más incomprensible y peligroso. Los giros de guión —tan sorprendentes como bien planteados— se construyen desde las propias motivaciones de los personajes y funcionan especialmente bien al analizarlos en retrospectiva. En Ikenfell funcionan los momentos emotivos, de la misma manera que los chistes consiguen caer siempre en gracia. A lo largo de sus más de 20 horas, el juego consigue no perder nunca el ritmo y mantener el flujo de información constante, algo que como jugadores nos hará estar totalmente inmersos en la historia de Maritte y Sefina.

Al igual que la trama, los diálogos y la construcción de personajes, las mecánicas en Ikenfell se revierten de una inesperada profundidad que distancia al juego de la gran mayoría de sus semejantes. Aunque la estructura es lineal y repetitiva (tras fijar un objetivo tendremos que explorar algún tipo de mazmorra para encontrarlo, combatiendo con enemigos y resolviendo algún que otro puzle) los combates son complejos y exigentes. Difíciles, hasta el punto de que en ciertos momentos pueden llegar a resultar desalentadores.

Decía al principio que Ikenfell pretende agradar a todos y eso se refleja también en sus múltiples opciones para personalizar los combates. Como tantos otros juegos con una trama interesante, el título tiene un «botón de victoria» que nos permite ganar cualquier combate instantáneamente, consiguiendo todos los objetos y la experiencia necesaria. A partir de ahí, el juego nos permite ajustar la dificultad, eliminando los elementos de acción o incluso limitando el input necesario por parte del jugador. Sin embargo, y de cara al análisis, creo que es mejor centrarse en el juego tal y como lo plantearon sus creadores. Porque solo así se entiende por qué puede ser frustrante y por qué no siempre resulta tan divertido como podríamos esperar.

En Ikenfell los combates se desarrollan en una cuadrícula por la que podremos avanzar una serie de casillas determinadas por el tipo de movimiento del personaje. A la hora de encadenar los ataques, el sistema sigue un patrón por turnos que está limitado por la velocidad, es decir, que los personaje veloces pueden atacar más veces mientras que los lentos tendrán que parar más turnos antes de actuar. Cada miembro de nuestro equipo —así como todos los enemigos— tendrá un set de hechizos personales entre los que escoger a la hora de utilizar su turno. Y a pesar de que el uso de esta magia no está limitada por ningún tipo de sistema de puntos, cada hechizo tiene un radio de actuación concreto, limitado por las casillas, del que tenemos que ser plenamente conscientes en todo momento para no caer en el fuego amigo. Todos estos elementos estratégicos combinan a la perfección, generando un sistema exigente y lleno de posibilidades que nos invita, conforme avanzamos en el juego, a replantearnos cada movimiento y cada acción. Sin embargo, todos nuestros esfuerzos pueden también quedarse en nada. Porque el último elemento que integra los combates en Ikenfell es un sistema de ritmo, que hace que hasta el ataque y la defensa más inteligente pueda llevarnos al más absoluto fracaso.

Cada uno de los hechizos y ataques enemigos que enfrentamos en el juego sigue un patrón único que debemos recordar con el objetivo de poderlos esquivar o ejecutar correctamente en la batalla. Si fallamos al golpear en el momento preciso, el ataque puede causarnos un daño inasumible o llegar al enemigo totalmente debilitado. Sobre el papel, este sistema que mezcla mecánicas de acción con las exigencias del combate por turnos, tiene la capacidad de mantener al jugador sumergido en la batalla, reforzando la conexión con la protagonista y el resto de los personajes. El sistema de ritmo está pensado para añadir profundidad y tensión a los enfrentamientos, haciendo que ganar no sea algo que solo se relaciona con nuestro nivel de experiencia. Y, como digo, sobre el papel funciona. Sobre el papel. Porque para los jugadores que tenemos una preferencia fuerte por un tipo de sistema de combate —en mi caso el sistema por turnos— o que disfrutamos anticipando el efecto de nuestra estrategia, ver cómo todo puede quedar reducido a cero por nuestra falta de habilidad convierte lo divertido en frustrante, lo tenso en agobiante y lo interesante en agotador.

Ikenfell es un juego con mucho que ofrecer y cuyo mayor defecto es querer contentar a todos. Donde Celeste se corona explicando que la experiencia solo tiene sentido a su manera aunque no sea para todos los jugadores, el título de Happy Ray Games insiste en agradar a toda costa. Podría haber sido perfecto. Desde luego, podría. De todas formas es un juego notable. Una aventura apasionante donde menos hubiera sido mucho más. 

[ 8 ]

Redactora
  1. Franxurio

    Le tenía muchas ganas por el arte pero no sabía si jugablemente estaría apañado, tras leerte le voy a dar 🙂

  2. Gordobellavista

    Como Tío Blanco Hetero no me ha llamado nada esta juego.
    Pero como le habéis dado un 8, pues me leo el análisis.
    Y si me gusta por el análisis, pues le doy un oportunidad.

    #SíALasNotas

    1. Howard Moon

      @gordobellavista
      Ah ¿Tu eres UTBH? No lo habría imaginado. Nunca me pierdo tus videos en Youtube, aunque tu admiración por Jordan Peterson es bastante cuestionable xD

      #SíALasNotas

      Editado por última vez 3 junio 2021 | 18:27
  3. PixelMoustache

    Me alegro que haya salido majo, lo tengo pendiente para cuando acabe con The Wild at heart. De este último se le ha dado muy poco bombo y me está gustando bastante, aunque tiene sus fallitos en mecánicas y tal, es bastante divertido, espero ver el analisis por aquí 🙂

  4. Hernik420

    Lo estuve jugando un poco ya que esta en el gamepass, la historia parece bastante interesante y a los que hayan disfrutado en su momento de los juegos rpg de Mario&Luigi de la GameBoy Advance seguro que les va a gustar. Buen analisis como siempre Marta