Uncharted: Colección Legado de los Ladrones

Ha sido un año con mucho movimiento en la relación de PlayStation con el PC: empezamos el año con el port de God of War, seguimos con el de Marvel’s Spider-Man y todavía queda Miles Morales; mientras, el esperado desembarco de Nathan Drake y familia en ordenadores, vía Uncharted: Colección Legado de los Ladrones, llega por fin a Steam y la Epic Games Store después de un tiempo en el que su lanzamiento parecía inminente aunque nunca terminara de concretarse.

El trío de ports de PlayStation a PC de 2022 es particularmente interesante, como ya hemos comentado en varias ocasiones, por venir firmados por tres estudios diferentes: en el caso de Uncharted, le toca el turno a Iron Galaxy, un estudio quizá más conocido por sus producciones propias (cogieron el testigo del reboot de Killer Instinct en 2014, después de que Double Helix Ganes arrancara la primera temporada) pero que tiene mucha experiencia con el porting. El cambio de manos se nota menos de lo que podría; volvemos a estar ante una conversión que aprovecha el techo más alto del PC para ofrecer opciones que permitan sacar partido de los equipos más potentes, pero que también tiene presente la realidad de los ordenadores con características más comunes. De paso, permite jugar a Uncharted 4 y El legado perdido en condiciones sorprendentemente buenas en Steam Deck, la máquina portátil de Valve; hablaremos sobre eso más adelante.

Primero, hablemos de un ordenador normal y corriente. Es el caso de mi portátil, un MSI con un i5-9300H a 2.40 GHz, 16 GB de RAM, una RTX 2060 y Windows 11. En este equipo he conseguido, siempre con los 1080p de resolución como límite, un rendimiento similar al que conseguí en Marvel’s Spider-Man, y bastante mejor que el que le saqué a God of War: no es difícil, toqueteando un poco las opciones gráficas, colocarse en los 60 frames por segundos estables sin perder nitidez o detalle. En el caso de los dos Uncharted que incluye esta colección, creo que las 60 imágenes por segundo son un punto ideal alrededor del que pivotar a la hora de configurar los gráficos; el gameplay no pide más, ni tampoco lo agradece excesivamente si a cambio hay que recortar por otros lados, algo que quizá sí pasara con Marvel’s Spider-Man.

La lista de ajustes que se pueden hacer para poner el juego a tu gusto es extensa y permite llevar el juego un poco más allá de lo que se vio en la versión de PlayStation 5, publicada a principios de año; personalmente prefiero la aproximación a la configuración visual que tomó Nixxes en Marvel’s Spider-Man, más completa y agradecida de usar, pero a la hora de la verdad no hay tanto que echar en falta. Las remasterizaciones de PlayStation 5 ya eran suficientemente sólidas como para no notar un gran salto en esta ocasión, y a nivel de assets parecen más o menos iguales; de ahí que merezca la pena, a mi parecer, priorizar nitidez y músculo en la medida de lo posible: son dos juegos que todavía hoy, seis años después de su lanzamiento (cinco, en el caso de El legado perdido), resultan muy estimulantes visualmente, aunque a veces sean más o menos obvias las direcciones en las que podría crecer de estar desarrollado de cero para PC o PS5.

Con esto en mente, estamos ante el tipo de port que merece la pena para quien busque la experiencia de PS5 pero no quiera, o pueda, tener la máquina. La optimización es buena, los resultados a resoluciones comunes (un tercio de todos los jugadores de Steam usan 1080p) son óptimos y la posibilidad de sacarle partido a las características del mando DualSense si lo utilizas en el ordenador, otro nuevo estándar de estos ports de Sony, termina de darle atractivo a la posibilidad de jugar a estos dos Uncharted en PC.

Pero esta vez he puesto a prueba el juego ya como deckie, no como pecero normal y corriente, y aquí sí he tenido una agradable sorpresa. Aunque los más de 120 GB que ocupa el juego pueden ser algo pesados para una Steam Deck, es alucinante la facilidad con la que se puede conseguir un framerate estable y una fidelidad visual suficiente para la pantalla más pequeña de la máquina; apenas un par de retoques y estás jugando a estos dos juegos en portátil y en unas condiciones que parecen difíciles de creer. Aquí es posible incluso arañar de más y bajar un punto más de lo que quizá resulte intuitivo las opciones gráficas para garantizar la estabilidad. En mi caso, he probado incluso a jugar con todo en Baja y lo cierto es que sigue viéndose muy bien, y —como suele ser el caso en Switch, otra acostumbrada a los recortes por el bien de la estabilidad— la pantalla de un tamaño reducido es un punto a favor cuando se trata de hacer sacrificios.

Es, eso sí, una experiencia mucho más intensa que la de la mayoría de juegos que suelo usar en mi Steam Deck. Esto se nota en los ventiladores, por ejemplo, casi nostálgicamente ruidosos (¡así jugamos al Uncharted 4 original en PS4!), y en el consumo de batería, bastante elevado: haciendo malabarismos le puedes sacar algo menos de un par de horas. Sin ser ideal, sí me ha resultado muy sorprendente ver lo bien que se portan estos juegos en una máquina como Steam Deck.

Por lo demás, no puedo decir mucho más sobre estos dos juegos de lo que ya dijimos en su día, tanto en los análisis de Uncharted 4 (uno y dos) como en el de El legado perdido. Después de haber jugado, primero a fondo y luego parcialmente, esta misma colección dos veces en un mismo año, me he reafirmado en la sensación de que en 2016 alcanzamos algo así como peak Uncharted: la fórmula que Naughty Dog estrenó en PS3 se desarrolló en los siguientes años hasta tal punto que parece casi imposible llevarla más allá. De alguna manera, El legado perdido confirma esta sospecha: me ha gustado más en 2022 que en 2017, cuando tenía la cuarta entrega (y su onda expansiva) quizá demasiado reciente, pero sigue siendo un juego en el que se nota una tensión difícil de ignorar entre ser Uncharted y ser más que Uncharted, algo que puede no ser tan fácil sin hacer cambios más drásticos. Para eso ya está The Last of Us, si me preguntáis a mí; entre esto y el propio tono de Uncharted 4 (y en menor medida también de El legado perdido, que a veces parece más una prórroga que un nuevo comienzo), me quiero quedar con la idea de que un estudio, Naughty Dog, propuso, desarrolló y perfeccionó una serie de recursos jugables y narrativos hasta tal punto que es difícil no ver algo de Uncharted en las no pocas «aventuras de acción» que se tuvieron que fijar en él para no quedarse fuera de juego casi automáticamente después de la publicación de, sobre todo, la segunda entrega.

Puestos a pedir, apetece soñar con una edición completa que llevara toda la saga Uncharted a ordenadores, por eso de aprovechar el desembarco en una nueva máquina para juntar la historia de Nathan Drake, Nadine Ross y familia; una historia sencilla y llena de clichés pero en la que no faltan momentos conmovedores, emocionantes e inteligentes. En cualquier caso, y aunque sea de manera parcial, Uncharted: Colección Legado de los Ladrones es una buena forma de disfrutar de los dos juegos que supusieron la culminación de una forma de plantearse las historias de aventuras que enlazan tanto con otros videojuegos como con algunos clásicos del cine; su legado, lejos de estar perdido, es palpable en la mayoría de grandes producciones de la actualidad.

[ 8 ]