En el quinto episodio de la segunda temporada de The Good Place, estrenado en 2017, Chidi intenta que Michael entienda cómo funciona la ética humana a través del problema del tranvía, una serie de situaciones a resolver teóricamente que nos sitúan ante dilemas morales, planteado en 1967 por la filósofa británica Philippa Foot. Pongámonos en situación: un tranvía se aproxima de forma irremediable a atropellar a cinco personas, a las cuales sabemos que matará, pero tenemos la opción de intervenir y evitar que esto suceda, aunque esta intervención provocará el atropello mortal de otra persona y seríamos responsables de esa muerte, ¿qué haríamos? Para tratar de entenderlo mejor, Michael convierte la teoría en práctica y convierte el qué haríamos en qué hacemos, ¡el tranvía no espera! La misma simulación la encontramos en The Trolley Solution y, además, al igual que en The Good Place, el juego de byDanDans nos invita a reflexionar sin dejar de lado la diversión.
Los primeros niveles de The Trolley Solution son minijuegos estrechamente relacionados con el dilema del tranvía, problemas que nos hacen reflexionar sobre el valor de las vidas humanas que están en juego y qué tipo de sistema de valores tenemos. Algunos de estos minijuegos son una traslación directa del dilema original, sin ir más lejos en The Good Place también aparece la elección entre una persona sana o cinco enfermas que se curarían con los órganos donados de la persona que moriría si activamos la palanca, pero otros aparentemente menos peliagudos también sirven para que iniciemos una conversación con nosotros mismos: si un tranvía se aproxima a un charco, ¿evitaríamos que se mojase un robot o una bruja? ¿Alguien con un pantalón blanco o con una camisa blanca?
Cada uno de los niveles tiene dos soluciones posibles, con alguna excepción, y en multitud de ocasiones debemos pasar por ambas para desbloquear el resto de niveles. Es algo que por mera curiosidad el juego te invita a hacer, no se siente forzado. De estas decenas de niveles algunos pierden cierto impacto en lo que al juego de palabras que les da nombre se refiere por la traducción, pero sobre todo por tratarse de referencias a ciertos memes que quienes no viven crónicamente en línea quizá no conozcan. Un detalle sin importancia de cara al regusto que deja el juego, de todas formas.
Más allá de los dilemas más similares a la situación de elegir entre una vida u otra y los ingeniosos juegos de palabras, puede que el punto fuerte del juego de Dan sea el ejercicio gamejamesco que está detrás de los niveles más entretenidos y sorprendentes. The Trolley Solution aborda el problema del tranvía desde todos los ángulos posibles, planteando qué pasaría si fuera una persona quien corriera hacia el tranvía —hay más de un minijuego con esta idea, uno de ellos es una versión de Subway Surfers… y ni siquiera es ese el que hace referencia al problema de atención que tenemos con tanto doomscrolling—; cómo sería si el tranvía formara parte de otros juegos, desde una visual novel hasta un dónde está Wally; referencias a grandes clásicos como Crazy Taxi; minijuegos de construcción de vías o de hacer clic en decenas de palancas a un ritmo infernal… ¡hay de todo!
Por poner un ejemplo más, aunque realmente merece la pena descubrirlos durante la partida por lo refrescante que resulta alternar entre rápidos cálculos matemáticos y tener que hacer derrapes durante mucho tiempo como si fuera esto Denshattack!, hay un first person shooter que se desbloquea si en el nivel previo hemos elegido salvar a un bebé que The Trolley Solution nos había dicho que al crecer se convertiría en un dictador después de ser rechazado en la escuela de arte. Somos responsables de nuestras decisiones.




La muerte de ese bebé, por cierto, es la única censurada en todo el juego; el resto de muñecos son trágicamente atropellados por el tranvía cambiando el tranquilo hilo musical de fondo por otro tipo de sonidos. Una de las cosas que colabora para que no decidamos sin tener en cuenta lo que implica nuestra intervención, de la misma forma que Dan logra mantenernos dentro de la experiencia precisamente sacándonos de ella: hay un par de elecciones que abren una pestaña en nuestro navegador, superponiendo esta ventana a la del juego con algo directamente relacionado con nuestra opción al mover la palanca. Otra de las muchas buenas ideas que exhibe The Trolley Solution.
Además de toparnos con el mito de Sísifo en un par de ocasiones o con cierto gato que no sabemos si está vivo o no hasta que pasamos por la vía adecuada, el juego nos plantea una serie de hilos de los que tirar si así nos apetece en forma de cartas coleccionables de filósofos. Puede parecer una tontería, pero nada más lejos, ya que saber que hay objetos en ciertos niveles nos hace estar atentos al minijuego desde el comienzo por si aparece uno detrás de un árbol previo a la zona de la palanca, escondido tras una de las elecciones o en mitad de una de las zonas de disparos en el first person shooter antes mentado.
Los 39 niveles de The Trolley Solution, salvo que adquiramos la expansión de pago —vinculada a cierta elección de forma inteligente—, nos ofrecen un viaje muy entretenido, con una mezcla interesante entre minijuegos breves y otros no tan minis, decisiones complejas y otro tipo de gameplay algo más elaborado que hacer (o no) un clic, referencias graciosas o sopapos de realidad bien dirigidos. Cada nivel suma, haciendo de las dos o tres horas de juego —en función de lo que decidamos dedicar a aquellos minijuegos que invitan a jugar y rejugar— una experiencia estupenda. Incluso logra plantear un final idóneo para este tipo de juego y de lo más verosímil.



Mientras jugaba a The Trolley Solution, en un minijuego que nos permite pilotar el tranvía alrededor de la ciudad en un trayecto de lo más relajante, cometí la irresponsabilidad de mirar el móvil mientras tanto —lo sé, ya lo sé, no me juzguéis— y me topé con una entrevista al actor Cillian Murphy en la que declaraba que una película no estaba completa hasta que llegaba a la audiencia. Muy de acuerdo con él sobre la relevancia del público y cómo la conversación entre obra y audiencia no se puede dejar fuera de la ecuación, por eso me parece un detalle precioso de Dan incluir a quien juega a The Trolley Solution en los créditos. Es una buena forma de subrayar que nuestras reflexiones son importantes, que esto no es solo una sucesión de minijuegos con cierta gracia, que además de divertirnos hemos podido dedicar un rato a reflexionar.
Bienvenidas sean las obras que aprovechan la fantástica herramienta que supone el entretenimiento para ir más allá. Por supuesto que podemos limitarnos a reír con The Good Place, como habrá quien lea Marx Juega y se quede con la información sobre ciertos hitos de la historia del videojuego, pero la experiencia es incluso mejor si mientras nos divertimos atravesamos un umbral hacia la reflexión y ciertas áreas de conocimiento que no todos manejamos. The Trolley Solution es un juego que nos propone una serie de dilemas ideales para que nos cuestionemos ciertos aspectos de nuestra ética, pero también es un conjunto de minijuegos realmente entretenidos que podrían alejarnos de dicha reflexión. ¿Cuál de las dos partes pesa más? Por suerte, en este caso al menos, surge una opción intermedia y mucho mejor: no hace falta elegir porque podemos disfrutar de las dos vertientes, ¡incluso hacerlo a la vez!
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