Motorratones de Madrid

Avance de Laika: Aged Through Blood

Laika: Aged Through Blood
Brainwash Gang / Thunderful
2023 (Sin fecha de lanzamiento)


Laika: Aged Through Blood es una historia de venganza. Lo nuevo de Brainwash Gang cuenta la historia de una tribu que resiste al asedio de un ejército que está invadiendo sus tierras, ocupándolas y cerrando el cerco a la pequeña aldea en la que han vivido siempre; la tribu y sus antepasados. Te pone en la piel de Laika, una madre coyote que se ve envuelta en un violento viaje para vengar a un amigo y proteger a su gente, a la vez que cuida y protege a su propia hija.

Laika es una con su moto y con sus armas; con la primera se mueve y con las segundas se defiende. El juego se presenta como un «motorvania», a saber: un juego en el que la exploración tiene un papel destacado, en el que recorres un mundo amplio e interconectado sobre tu moto. Para defenderte de las hordas de pájaros invasores tienes distintas armas; la que más presencia tiene en el tramo que he podido jugar para esta preview es la pistola, por supuesto, que además tiene importancia narrativa (te la da precisamente el personaje que ves morir ante tus ojos en los primeros minutos del juego; te la devuelve, más bien, porque te la estaba guardando), pero hay otras, como una ballesta o un subfusil, que puedes conseguir en la tienda.

Me quiero centrar en la moto y la pistola porque, a falta de ver más a fondo por dónde avanza la historia, son las dos claves más inmediatas de un juego que, me da la sensación, supone una subida de peldaño para Brainwash Gang, uno de los estudios de desarrollo más destacables del panorama nacional. (También son coleguis de esta humilde web, pero mi opinión sobre el valor de sus juegos viene de antes.) En Laika te mueves, ya digo, encima de una moto; es una moto que se controla como te imaginas que debería controlarse una moto en un videojuego, y por eso si no le dijéramos motorvania podríamos inventar algo tipo «trialsvania» y no le quedaría muy mal. Así, los mapas están llenos de pequeños desniveles que funcionan como oportunidades para poner a prueba tu capacidad para superar obstáculos pero también para recargar munición o la habilidad de devolver disparos enemigos, algo así como un parry que en muchas ocasiones es extremadamente útil. Esto se hace haciendo giros de 360º hacia detrás o hacia delante, y poco a poco el juego te va dando motivos para hacerlo: a veces lo haces porque las fuerzas enemigas te lo exigen, pero otras puedes necesitar munición para extraer recursos del escenario, por ejemplo, o para abrir una puerta, o para sacarle objetos a una máquina expendedora; como Samus, Laika también se relaciona con su entorno a tiros.

Esta idea del movimiento en moto le da a Laika, el juego, un ritmo muy particular, en el que pisar a fondo no siempre es lo que más te interesa; algunas veces hay que acelerar más que otras, y aprender a modular la manera en que recorres los mapas es parte del aprendizaje. El diseño de niveles tiene en cuenta, por supuesto, tu forma de moverte, y cada zona que recorres explora diferentes ideas: hay un Gran Árbol por el que asciendes aprovechando sus ramas para dar grandes saltos, pero también un túnel subterráneo en el que te cruzas con loopings en los que tienes que mover y girar la moto con precisión para caer de pie y mirando en la dirección correcta para mantener la fluidez del movimiento. Esta idea del movimiento fluido a veces tiene más presencia, por ejemplo cuando tienes que atravesar varias plataformas más o menos pequeñas y en las que no hay mucho espacio para ganar velocidad si te paras en una, pero en general apetece fluir: la moto te anima a jugar de manera suave y acrobática, sin frenazos ni paradas innecesarias, no necesariamente a toda velocidad pero sí con soltura, a buen ritmo.

En medio de todo esto se interponen, claro, los enemigos: pajarracos que se cruzan en tu camino y que intentan poner freno a tu movimiento fluido encajándote un balazo entre las orejas. Los tiroteos en Laika nunca son muy multitudinarios, pero sí te obligan a tener en cuenta muchas cosas: hacia dónde disparas, lo primero, pero también de dónde te vienen los disparos enemigos, para bloquearlos con la moto o devolverlos si te es posible, y cómo te aproximas al suelo, para asegurarte de que no vas a caer boca abajo. Cada encuentro con enemigos funciona casi como un pequeño puzzle: duran pocos segundos y se resuelven de manera drástica y violenta, como los duelos de los westerns. No me atrevo a decir nada sobre las otras armas que he probado (cada una funciona de una manera distinta, y tiene diferentes tipos de disparo y recarga: la ballesta, por ejemplo, puede disparar varios virotes a la vez, y puede recargarse varias veces, enlazando backflips, para acumular disparos), pero con la pistola funcionan de una manera muy sencilla y muy precisa: tienes dos disparos, con lo que cualquier grupo de tres o más enemigos te exige estudiar, priorizar, atacar y responder en muy poco tiempo, eliminando enemigos, recargando y manteniéndote sobre la moto mientras procuras que ninguna bala perdida te alcance y ponga fin prematuro a tu viaje.

No son tiroteos espectaculares, sino áridos, duros, que acaban siempre con cuerpos desencajados por el suelo, con Laika cubierta de sangre y con un saquito de vísceras (la «moneda» del juego, que puedes usar para comprar objetos, como los útiles mapas que vende un buhonero en cada nivel) en tu alforja; seguramente podrían ser más agradables, o hacerte sentir más poderoso, pero lo cierto es que le van como anillo al dedo al tono del juego, que es igual de árido y duro. El mundo de Laika es alucinante, y visualmente es un movimiento muy ambicioso para un estudio que siempre ha estado muy preocupado por las imágenes que crea (y también por la música, que aquí tiene una vez más papeletas para ser la estrella del juego), pero está lleno de ruina, abandono y muerte; es un mundo al borde de una guerra que no se presenta como épica o necesaria sino como una circunstancia lamentable que solo traerá más miseria, y que quizá no llegue a arreglar nada. Para Laika, la protagonista, es un mundo hostil no solo porque tenga que recorrer muchos kilómetros para llegar a la tienda más cercana sino porque intentar alejar a su cachorra de la senda de muerte, violencia y odio que ella no ha tenido más remedio que seguir no es fácil; su madre, ahora en el papel de abuela, tampoco ayuda. El juego está lleno de pequeños detalles, sutiles pero muy potentes, que han ido dándole a mi partida hasta ahora una densidad y una textura magníficas, genuinamente maduras: hay una tienda en la que puedes comprarle algún juguete a tu hija, pero está extremadamente lejos de la aldea y todo es terriblemente caro, por lo que para comprar cualquier cosa no te queda más remedio que matar mucho más, mientras intentas enseñarle a la cachorra que hay otro camino posible.

Siempre se han dado la mano en los juegos de Brainwash Gang este tipo de sutilezas con un gameplay que quiere ser fino, bien medido, sólido; no son artgames, pero desde luego sí usan la jugabilidad y las mecánicas para decir algo, para narrar, con unos fines expresivos que hacen que sus juegos suelan ser de los que dejan poso. Con esto en mente, la ambición de Laika: Aged Through Blood sí es mayor que la de otros juegos del estudio, seguramente, pero se reconocen en su tramo inicial los mismos ingredientes que han ido cocinando durante toda su trayectoria, aunque esta vez sea en moto, en un páramo postapocalíptico, matando a pájaros a tiros y haciendo (que nunca está mal) backflips con la moto.

  1. BobDolan

    Me recuerda al cómic «Solo», tiene buena pinta

  2. DarkCoolEdge

    Ya le tenía ganas pero el nuevo trailer me ha parecido la bomba. Me gusta todo pero especialmente el diseño artístico. Es una pasada.

    Ojalá sea la hostia y les funcione como un misil, que se lo merecen.

  3. V de Vastardo

    Motocross Maniacs con furritos, tiros y regusto a Legend of Mother Sarah. Me da que va a ser mi juego del año.

    Editado por última vez 13 junio 2023 | 05:20
  4. JavierBarci

    Qué ganas de probar la demo, luce genial!