
:::::::«Esta historia de amor fue fue escrita por Simon Flesser & Magnus ‘Gordon’ Gardebäck»::::::::::::::
Supongo que al decirlo ahora suena más evidente que en 2011, pero la pantalla de créditos de Bumpy Road es absolutamente perfecta. Aquí son los dos desarrolladores suecos, no la pareja protagonista, los ocupantes de un cochecito azul que se mueve por la carretera y con la carretera: al tocar la pantalla táctil aparece un pequeño montículo detrás, delante o debajo del vehículo para que, cuestión de físicas, éste avance, retroceda o salte.
Es una mecánica principal bien tirada, una base ideal para otro de aquellos endless runner de la época. Con su melodía pegadiza y un apartado visual especialmente afable —también engañosa: evitar los precipicios y alcanzar las plataformas elevadas es mucho más complicado de lo que parece—, era justo lo que se le pedía a un iPhone 4 durante los trayectos en metro.
Y entonces viene el toque Simogo.




En algunas partidas aparecen, entre los objetos flotantes para rellenar el depósito de combustible, diapositivas coleccionables. Son cuarenta instantáneas que acaban formando «L’harmonica», una proyección que nos cuenta cómo se conocieron el señor del bigote y el bombín y la señora del gorro con orejas. Entre esos recuerdos están también la visita al concesionario, las escapadas románticas con el descapotable y los temibles altibajos de los años siguientes. Porque el camino lleno de baches siempre fue la puta bida, tete, y no es casualidad que la banda sonora nos recuerde un poco a Up! —comentan sus responsables, de hecho, que para la música se inspiraron en la película de Pixar y en Yoshi’s Island. Se entienden así mejor el aire melancólico de la estética parisina y los colores otoñales, pero cambia sobre todo la interpretación de nuestras interacciones, que pasan a ser casi divinas. Molyneuxianas, incluso. Lo que suena cuando deslizamos el dedo por el teléfono son las láminas de un xilófono, pero también los hilos del destino.
Y sin embargo, la pareja no se puede tocar. Se han ganado ese espacio y ese derecho. Desde luego no conducen, pero qué importa ese detalle insignificante cuando se tienen el uno al otro.
Por lo íntimo y juguetón del control táctil, precisamente, se me hace difícil pensar en otras formas de dibujar montañitas y socavones. La experiencia en una Steam Deck o una Switch 2 será lo bastante similar a la original, desde luego, pero por alguna razón me sale lo de reivindicar este tipo de propuestas para móviles en su hábitat natural. Son los Bumpy Road y los Doodle Jump, más que los Free Fire y los Genshin Impact, los que empezaron a definir y llegaron a dignificar esa plataforma. Por eso lo intentaron algunos con un servicio llamado Apple Arcade, no Apple GaaS. Y por eso, aunque por supuesto entiendo y celebro lo que tiene esta Simogo Legacy Collection como garantía para su preservación, la mejor noticia es que todavía puedes descargar «esta historia de amor» en tu iPhone 17 Pro Max por 2,99 €. Un juego pequeño, precioso y cuidado. Con ránkings de puntuaciones y algo más. Y nada menos.
MONOGRÁFICO: SIMOGO
/////////////ÍNDICE
#1// Simogo sobre Simogo
///////Una entrevista con Simon Flesser
#2// Anatomía de un bache
///////Bumpy Road
///////Pep Sànchez
#3// Un recorrido por los fractales de nuestra mente
///////Device 6
///////Mariela González
#4// Ms. Corazón Salvaje
///////Sayonara Wild Hearts
///////Víctor Martínez
#5// Ideas y afectos
///////Lorelei and the Laser Eyes
///////Marta Trivi
////////VER PORTADA
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