Gavilán o paloma

Análisis de Secrets of Raetikon

Dice mi novia que cuando crías a un pájaro desde pequeño alimentándolo con papilla, lo habitual es que desarrolle cierta atracción sexual hacia quien le procura el alimento. Es un poco lo que me pasa a mí con el Dr. Oetker, pero con más pluma y más jeringuillas. También dice que el pollo en cuestión tiende a ponerse agresivo con los humanos del sexo contrario a su cuidador y que, a veces, la pasión aviar se desborda y el bicho se dedica a masturbarse frotándose contra su amor edípico. Esto es todo lo que sé sobre los pájaros, y aunque a mí me parece decididamente útil —útil en tanto que puede salvarme la vida algún día, como tirarme al suelo y hacerme el muerto si me encuentro con un oso—, estoy seguro de que en Broken Rules, con dos juegos tratando el aleteo y el graznido —primero Chasing Aurora y ahora de nuevo en este Secrets of Raetikon—, tienen mucho más que decir sobre el tema que yo.

Controlar a un ave en pleno vuelo se supone que debería ser una experiencia vibrante; la humanidad siempre se ha dejado mecer en sus fantasías de progreso por dos grandes sueños que el pájaro domina como especie, dos anhelados superpoderes: volar por los cielos libremente y cagar sobre nuestros enemigos. De la segunda habilidad os podéis ir olvidando, obviamente, y de la primera, de hecho, también. Quizá por culpa de la perspectiva en 2D y scroll lateral de toda la vida, o quizá por torpeza de sus desarrolladores, el control de Secrets of Raetikon es un pequeño y discreto fracaso que se acentúa cuando uno se da cuenta de que una de las exigencias del juego es recorrer varias veces las mismas zonas. Es, en efecto, un metroidvania plagado de puzles y de enemigos en el que sus diseñadores han puesto más bien poco empeño en aderezar.

No es que sea feo, ni mucho menos; todo lo contrario. De hecho la faceta visual es sin duda su mayor virtud. Su dirección artística muy apegada a la sencillez geométrica es hermana gemela del look de Chasing Aurora —una mezcla de misticismo azteca y aires de papiroflexia—, pero sus ideólogos parecen empeñados en forzarnos a transitar una y otra vez las mismas arboledas, los mismos pantanos y las mismas grutas —y sin un mapa para orientarnos, sospecho que de forma deliberada— con la firme esperanza de que nos acabemos enamorando de su mundo y eso sea suficiente. Por desgracia, no lo es. Juntar un sistema de manejo cuestionable con recorridos largos es un mal cóctel y el resultado no dista mucho de lo que una madre consigue si te obliga a comerte las acelgas cueste lo que cueste: que ese día te las tragas, y puede que otras veces si no te queda más remedio también, pero pasarán los años y ya no dejarás de odiarlas en lo que te reste de vida.

Análisis de Secrets of Raetikon

La sensación es de que, más que un mapeado por secciones que nos conminan a explorar, el mundo de Secrets of Raetikon es un entramado de rutas definidas —demasiado definidas, incluso— por las que circular sin mucho más que ver. Es un defecto aceptable en un metroidvania donde se supone que la gracia está en conocer por dónde delimita cada recodo del laberinto y familiarizarse con él hasta conocerlo al dedillo, pero siempre que vaya acompañado de una buena dosis de combate, de plataformas o de rompecabezas distribuidos a buen ritmo. Y en este caso nos han privado de todo.

La mecánica se resume en recolectar unos triangulitos de luz que vamos acumulando y luego vertemos en una suerte de depósito que tienen algunas estatuas. De ahí sale una reliquia más grande que debemos transportar contra viento, marea y depredadores hasta un inquietante monumento con siete ranuras situado al principio del escenario. La historia se va desvelando al posarnos sobre unas lápidas inscritas con textos en runas que iremos aprendiendo a interpretar al recoger cada una de sus grafías repartidas por los niveles y que perdemos al morir, como si olvidáramos un idioma. Lo que una estructura un poco más orgánica y arbitraria —y abierta, sobre todo, porque volar en espacios estrechos no es volar, es como estar volando solo— habría dotado de variedad se queda en un recorrido cuadriculado en el que debemos movernos de casilla imaginaria en casilla imaginaria, sin mayor estímulos.

Análisis de Secrets of Raetikon

Una ambientación atractiva y algunas muy buenas ideas —como el uso del viento en algunas zonas, un sistema de físicas resultón, la posibilidad de extraer un poco de salud de los huevos de otras aves o unos orbes azules que al ser recogidos nos sirven como checkpoint si llenamos la barra— quedan emborronadas por quedarse a medio camino entre una propuesta clásica de mecánica exigente, algo frustrante y plagada de elementos punitivos, y un proyecto indie esteticista donde se supone que deberían dejarnos espacio para disfrutar con serenidad de las vistas y los recovecos secretos de su sugerente mundo. Al final la discordancia estilística de Secrets of Raetikon —explora el mundo pero no te salgas del camino— desemboca en una experiencia contradictoria a la que le falta un buen aclarado conceptual para proporcionar satisfacción completa. Porque si te encantan los pájaros pero tienes una docena confinados en jaulitas de palmo por palmo, quizá deberías replantearte un par de cosas. [6]

Secrets of Raetikon está a la venta desde el 17 de abril en Steam, la App Store y la Humble Store.

Redactor
  1. level775

    Por lo que veo son escombros gráficos de Guacamelee

  2. SrVallejo

    Quizás ha sido tu mejor introducción pinjed, la más instructiva desde luego.

  3. Selinkoso

    Hay cierta ligera obsesión de parte de los «independientes» con lo de Metroidvania y pocos realmente lo hacen bien. Por cierto riquísimo de leer el análisis. Ojala pudieras cagar sobre los enemigos que no leen análisis de videojuegos como este.

  4. Adorian

    Una pena que haya salido rana, el trailer tenia muy buena pinta.
    Agradable análisis ^^

  5. Gon

    Qué primer párrafo más acojonante, macho.

  6. marearp

    @redhotgalego

    P.D.: ¿Por qué cojones el paréntesis se convierte en un 😉 ?

    Eso digo yo.