Análisis de Fatal Frame: Mask of the Lunar Eclipse

CAMERA OBSCURA

En la saga Fatal Frame sólo percibimos una parte de la realidad. Las lentes de una cámara, las repetitivas notas de una melodía y las historias perdidas son imprescindibles para vislumbrar lo oculto.

No sé si lo sabes pero el Cortijo Jurado está lleno de fantasmas. Los vecinos de Campanillas dicen que en las noches de agosto, cuando el cielo está claro y la luna está llena, podemos ver por los jardines a todas aquellas jóvenes que desaparecieron durante la década de 1830 paseando junto a los labriegos fusilados contra los muros durante la Guerra Civil. Hay un sótano debajo de la casa, una estancia amplia en la que acumulan polvo todo tipo de herramientas contundentes y afiladas, cortantes e innobles, con las que asumimos se trabajaba sobre las robustas tablas con grilletes, casi invisibles por las capas de manchas espesas y oscuras. No sé si lo sabes pero hay un pasillo oculto que conecta este sótano con del Cortijo de Colmenares. La familia Vega Jurado no dejaba nada al azar. Los rumores de aquella época hablan de un plan de escape puesto en marcha en caso de que el dinero dejara de ser suficiente; en el supuesto de que la Guardia Civil retirara la mano para intentar al fin descubrir a qué se debían todas esas habladurías sobre un extraño ritual. Y todo esto es cierto o, al menos, debe de ser cierto en algún lugar. Porque cambia el país, cambia la cultura, pero la historia se mantiene; cuentos que aparecen y se extienden por contagio. Advertencias horribles que, esta vez sí, vamos a pararnos a escuchar.

La historia de Fatal Frame: Mask of the Lunar Eclipse —el cuarto juego de la franquicia conocida en Europa como Project Zero— contiene todos los elementos habituales en la saga. Tenemos un ritual oscuro realizado en la frontera entre la vida y la muerte, jóvenes estudiantes sensibles a lo paranormal con intención de desvelar un misterio y, sobre todo, gran cantidad de fantasmas. El relato funciona porque es universal, porque bebe directamente del folk horror concretándose a través de imágenes y características propias del terror japonés. Empecemos con la cámara. Fatal Frame es un survival horror en el que en lugar de disparar con pistolas y escopetas fotografiamos a los fantasmas hasta exorcizarlos. Mecánicamente todo funciona igual que, pongamos, los primeros títulos de Resident Evil, con la excepción de que los espectros son notablemente más lentos y la cámara es más pesada a la hora de apuntar. Podríamos decir que Fatal Frame es un survival «para torpes», para aquellos poco habilidosos a la hora de encadenar disparos a la cabeza pero que disfrutan con los momentos aislados de acción que permitan descargar la tensión de la exploración. Que la cámara (y, en este caso, también la linterna) es un sustituto cualquiera para una pistola que, de base, no sirve contra fantasmas, lo encontramos en todas aquellas modificaciones que podemos ir aplicando a lo largo de la partida y que van desde mejoras en la película hasta cambios en la lente que simulan la alternancia en el tipo de arma y en la munición que realizamos en otros juegos. Sin embargo, y aunque en este sentido también hay que señalar que el árbol de mejoras está diseñado para ser desbloqueado de una forma muy concreta que transmita falsa sensación de libertad, lo importante en relación con la cámara se encuentra en la narrativa, en la forma en la que une dos mundos muy distintos con gran naturalidad.

El terror paranormal se basa en presentar un mundo superpuesto al nuestro habitado por monstruos, espíritus y todo tipo de criaturas. En estas historias siempre encontramos pequeños huecos por los que ambos mundos entran en contacto; lugares en los que la violencia ha desgastado el velo que los separa o personas con una sensibilidad innata que pueden ver e interactuar con aquello que al resto nos queda más allá. Pero en el terror paranormal japonés es común encontrar historias centradas en artefactos retrotecnológicos capaces de realizar la función de un médium. Esto nace tanto del miedo al poder de la tecnología (a no entenderla o a no aprovecharla al máximo) como a la necesidad de desligar este tipo de historias de un cristianismo que, quizás, no se entienda culturalmente de la misma forma. Y así es como podemos contextualizar desde la narrativa el uso de la cámara. En Mask of the Lunar Eclipse su origen y su presencia no es tan determinante como en los juegos anteriores de la franquicia porque, aquí, la historia utiliza otros elementos para reforzar la conexión paranormal como las máscaras —protagonistas, además, de varios puzzles— y una extraña melodía cambiante que une a los personajes y a los habitantes de la isla a un extraño ritual. Fatal Frame: MOTLE se publicó originalmente en 2008 y todos aquellos lugares comunes de la historia y tropos del folk horror japonés no sirven para otra cosa que para permitir hacer constantes elipsis sin que los jugadores se pierdan si no atienden a otra cosa que a apuntar y a disparar. A pesar de que el misterio es parte central del juego, la historia, como era habitual en la época, la conocemos a través de fragmentos, recortes de periódico, extrañas grabaciones y brevísimas cinemáticas. El resultado, aunque anticuado, sigue funcionando a la hora de generar una atmósfera inmersiva y situaciones de terror. La historia en este Fatal Frame casi siempre se nos escapa pero es que ya la conocemos de antes; familiar pero esquiva, como los recuerdos borrados de la infancia de las protagonistas.

Pero por mucho miedo que siga dando la historia en este 2023, aunque la mayoría de fantasmas logren ponernos los pelos de punta, la experiencia de juego se ha quedado obsoleta y, pese a las mejoras que trae este remaster, no está a la altura de lo que podemos esperar la mayoría de jugadores. Aunque los escenarios están diseñados con mucha inteligencia, la forma en la que nos movemos por ellos es demasiado lenta y pesada, especialmente (aunque suene increíble) cuando queremos empezar a correr. Los controles, que intentan que nos sintamos vulnerables, solo aciertan a transmitirnos torpeza y pueden llegar a enfadarnos cuando, por ejemplo, hacen que no podamos apuntar correctamente o situarnos para disparar. La exploración es demasiado rígida, y en muchas ocasiones tenemos que barrer varias veces el entorno con la linterna para descubrir por qué el filamento de la interfaz nos está invitando a mirar. Y si saber que hay algo que tenemos que coger en el escenario y tener que perder tiempo alumbrando por el suelo hasta que aparece el segundo indicador brillante no es suficientemente frustrante, el hecho de que el filamento detecte fantasmas pero con una sensibilidad variable dependiendo del momento y el tipo de susto ya es abiertamente criminal. Sin embargo, más allá de todos estos problemas relacionados con el control y la forma es la que exploramos, hay una idea, «la del agarre lento», que consigue brillar por encima de todas las demás. En Fatal Frame: MOTLE hay dos formas de interaccionar con el escenario: «examinar» que nos proporciona una línea de diálogo extra sobre aquello que estemos observando y «agarrar» , que nos permite tomar un objeto en nuestras manos y, si es posible, añadirlo a nuestro inventario. Para agarrar un objeto tenemos que dejar pulsado el botón correspondiente mientras nuestro personaje, muy lentamente, se agacha y estira el brazo para cogerlo. Esta animación ralentizada es ideal para añadir tensión en cualquier momento y causante de más de un susto épico. Porque si explorar una habitación oscura y llena de objetos extraños no es lo suficientemente escalofriante, tener que introducir la mano despacito debajo de una cama donde sabemos que hay fantasmas puede ser toda una tortura.

Fatal Frame: Mask of the Lunar Eclipse es un buen juego de terror y uno de los títulos del género que mejor utiliza la anticipación. Sin embargo, también es hijo de su tiempo y los años que han pasado desde su lanzamiento original se dejan notar, haciendo que hoy en día sea un juego tan incómodo como terrorífico; tan frustrante como inteligente a la hora de elegir qué es lo que nos quiere contar. Los cambios propuestos en este remaster tienen como objetivo mantener la máxima fidelidad posible con respecto al título original. Y eso es lo que pasa. Con sus virtudes y con sus defectos este Fatal Frame es un survival horror de la primera década de los 2000; una oportunidad perfecta para regresar a la misma esencia del género antes de que despegue su siguiente oleada y un recordatorio de que el terror es un género dificil que se debe atender desde el diseño de una manera especial. MOTLE no aporta nada nuevo y quizás eso también es algo que tenemos que valorar. Porque a todos nos gustan los fantasmas que conocemos. Aquellos tan familiares que es dificil pensar que no sean de verdad.

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Redactora
  1. Vhaghar

    Me gusta y no me gusta. Sólo he jugado al remake del 2 en Wii y la verdad es que me gustó mucho, pero no sé si ahora tendría la paciencia para jugarlo. Todo un dilema.

  2. landman

    A mi me gustó mucho la fan traducción del de Wii, y como el 2, es una historia completamente independiente, para los demás hay que hacer memoria pq algunos personajes continuan la historia del 1