Primeras impresiones de FIFA 13

Imagina por un momento que eres el director deportivo del Manchester United o del Madrid y que tienes a tu disposición los exagerados recursos económicos de un club de fútbol propiedad de un magnate zumbado tipo Abramovich o Al-Fahim. ¿Qué haces para la temporada 2012-2013? ¿Limpieza de vestuario y fichar sangre nueva (pero de renombre), arriesgándote a romper el equilibrio pero ilusionando al aficionado? ¿Simplemente compras un par de piezas (o, mejor aún, las subes del filial) para reforzar esas posiciones en las que aprecias cierta debilidad?

Si eres un tipo sensato (o con un mínimo de idea de fútbol) optarás por la opción B. Ese es también el camino que está siguiendo EA Sports con FIFA 13, una entrega que ya ha dejado atrás la profunda renovación de FIFA 09 para cada vez de forma más obvia convertirse en un trabajo de iteración, en un producto asentado que cada doce meses mejora un poquito más para alcanzar la excelencia, como si del juego del Barça se tratase.

Quizás por eso la puesta de largo en Londres fue un poco atípica. Lo habitual en este tipo de presentaciones son las declaraciones grandilocuentes, las promesas renovación completa y los nombres rimbombantes para definir nuevas características. Esto último sí lo tiene, en algunas mecánicas que comentaremos más adelante, pero por lo general noté cierto ejercicio de constricción en el equipo que dirige David Rutter: son conscientes de que tienen una base extremadamente sólida y que implementar cambios demasiado arriesgados y profundos podrían llevar al traste todo el trabajo realizado durante el último lustro.

Esa es la razón por la cual – al menos de momento – en FIFA 13 no hay ninguna de aquellas frivolidades como el Off the Ball o el Freestyle Control de los viejos FIFA, que se introducían con el objetivo de revolucionar el juego y lo único que conseguían era desequilibrarlo estrepitosamente. No, de momento sólo han presentado cinco pequeños cambios que pueden parecer incluso anecdóticos para el ojo menos atento, pero que los fans de FIFA 12 apreciarán como una mejora considerable en la mecánica jugable.

Se aprecia, y mucho, esa intención que explicaba el productor Nick Channon de «fomentar la creatividad y libertad en ataque» en un nuevo sistema de inteligencia artificial que analiza mejor los espacios y coloca en consecuencia a los delanteros. Todos los jugadores de FIFA 13 leen el partido con dos jugadas de antelación, al más puro estilo Xavi Hernández: determinan dónde es más probable que se produzca el siguiente pase y se colocan en la situación óptima para la jugada posterior. Las ventajas son obvias: se generan muchas más oportunidades de gol, el ritmo de juego es más fluido y se aprovechan mucho mejor los espacios que deja la defensa, acabando también con aquella frustrante sensación que te dejaba hacer un pase perfecto al hueco que acababa perdido porque la IA no era capaz de anticiparse a tus intenciones.

El equilibrio entre el ataque y la defensa, de hecho, es ahora mucho más fiel gracias al 1st Touch Control, un sistema para los pases bastante más realista que de ediciones anteriores. Antes casi no importaba la habilidad del jugador, porque todos recibían el balón de forma impecable, como si tuvieran un imán en las botas. Ahora, en cambio, factores como la presión de la defensa, la trayectoria o altura del pase y la propia habilidad del jugador provocan controles imperfectos, donde la pelota se nos escapa unos metros y se generan muchas más situaciones propicias a su robo. Es una solución francamente inteligente: es mucho más real, permite diferenciar más a los jugadores según su habilidad (no controla un balón igual Cristiano Ronaldo que Pepe, por ejemplo) y añade un componente de incertidumbre que da más tensión a los partidos.

Aunque en el fondo era un tipo de juego muy distinto, hay detalles del reciente FIFA Street que darán el salto a FIFA 13. El más evidente son los regates con libertad de 360 grados: utilizando el stick izquierdo puedes hacer filigranas con el balón, y también se ha mejorado la implementación de la mecánica de pisar el balón para protegerlo. Es un sistema que requerirá algo más de habilidad por parte del jugador, pero que sutilmente hace que encarar a los rivales sea más directo (necesario, sabiendo que este FIFA da más importancia a la movilidad lateral en la contención defensiva), inspirándose en la forma que tiene Messi de zafarse de la presión de los defensas.

Pero a mí, que siempre me ha gustado la parte más estratégica del fútbol, me encandilaron especialmente las mejoras en el sistema de faltas. Ahora es posible trazar jugadas mucho más elaboradas a balón parado, con la intervención de hasta tres jugadores para acabar con la costumbre de limitarte a lanzar siempre una volea. En el plano defensivo, en cambio, se agradece la opción de añadir más jugadores a la barrera simplemente acercándolos a ella, o romperla rápidamente al localizar un desmarque peligroso. Incluso puedes avanzarla o retrasarla dando pequeños pasitos, con el consiguiente riesgo de que el árbitro te muestre una tarjeta amarilla si te pasas de listo.

También se ha optimizado en el Impact Engine, uno de los highlights del año pasado. Han pulido bastante el motor de físicas para evitar aquellos problemas tan molestos que hacían de algunas colisiones algo excesivamente irreal, y se ha dado un mayor énfasis a la colocación defensiva y el juego sin balón. Teniendo en cuenta la fuerza y el equilibrio del jugador se puede usar todo el cuerpo para ganarle la espalda al rival, y también puedes defender la posición de forma mucho más efectiva, aprovechando la corpulencia de jugadores como Rio Ferdinand. Tan interesante o más que eso es cómo la presión afecta a los delanteros a la hora de chutar: hay nuevas animaciones en los disparos de 180 grados para zafarse de un defensa y una evidente variación en el resultado según la fuerza con la que empujan o estiran a nuestro jugador.

Estos no serán los únicos cambios de la edición de este año, evidentemente. Habrá nuevas animaciones, nuevos tipos de pase, más celebraciones para los goles, una mejora sustancial en la IA de los árbitros y un comportamiento más humano por parte de la CPU. Lo que sigue siendo un misterio son los nuevos modos de juego, los cambios que sufrirá el modo online y las mejoras en el popular Football Club, uno de los añadidos más interesantes que aportó FIFA 12.

Todo eso se irá desvelando a lo largo de los próximos meses, e intuyo que la presentación por todo lo alto se hará en Alemania a mediados de agosto. En cualquier caso, lo que he visto hasta ahora de FIFA 13 me ha dejado un muy buen sabor de boca: puede que no sea una revolución extrema, pero sí una evolución lógica y muy inteligente de todo lo que ha hecho posible que el juego de EA se convierta en el líder indiscutible del género tras muchos años de dominio férreo por parte del Pro Evolution Soccer de Konami.