Análisis de Transformers: War for Cybertron

Con los nefastos juegos basados en las películas que tiene como familia cercana este Transformers: War for Cybertron, difícil conseguir buenos resultados en las tiendas. Los jugadores ya tuvieron que sufrir una vez, dos veces por culpa de subproductos basados en los audiovisuales basados en los populares muñecos de robots transformables, así que sin análisis e información que sirvan de guía nadie lo intentará otra vez, a ver si esta es la buena. Tengo tres noticias para todos vosotros: 1) esta es la información que esperabais; 2) este juego no tiene nada que ver con las películas, no es un producto creado para acompañar el lanzamiento de nada sino un juego hecho con mimo y cuidado; y 3) desgraciadamente, no es tan bueno. En este enésimo episodio de la eterna lucha entre los Autobots y los Decepticons, los primeros sufriendo por su supervivencia y los segundos buscando la forma de explotar una nueva forma de energía muy poderosa con la que hacer sus maldades, no tendremos que sufrir los males que adolecen tantos y tantos juegos basados en licencias. Los valores de producción son altos, el diseño del juego está bien pensado y se nota que High Moon, el equipo detrás del juego, le ha echado ganas, y se nota. La historia está trufada de vídeos bien dirigidos que nos ponen en situación y desarrollan la trama de forma eficaz: aunque no es mi fuerte, seguro que los fans de Transformers disfrutarán mucho con ellos. Podemos elegir tanto Decepticons como Autobots, e incluso podemos alternar episodios de unos y otros hasta completar el juego de la forma que mejor nos apetezca. En su sencillez tiene este Transformers: War for Cybertron su mejor carta; su jugabilidad y desarrollo son tan poco complicados como pueden pero sin pecar en ningún momento de simplones: tanto es así, tan obvia es su intuitividad, que los tutoriales aparecen como opciones en el menú de pausa en lugar de ser un nivel obligatorio del juego. Estamos ante un shooter en tercera persona bastante clásico que se aprovecha de lo mutable de sus protagonistas, los Transformers, para darle variedad a su propuesta: tan fácil como un clic en la seta del pad para cambiar de forma. Muchos de los niveles están diseñados alrededor de este cambio de forma, requiriéndonos hacerlo (y bien) para superarlos; el problema llega cuando este diseño no es tan acertado como debiera, circunstancia que, por desgracia, nos asalta más de lo que nos gustaría. Al poco inspirado, a veces, diseño de niveles se le une un apartado visual auténticamente horrendo que no ayuda, para nada, a meterse en el juego. Oscuro y caótico, Transformers: War for Cybertron nos pone frente a una serie de escenarios mayoritariamente mecánicos y muy violentos para los sentidos, con lo que atención, amigos de los bonito: aquí no lo vais a pasar bien, y tendréis que hacer un pequeño esfuerzo para superar esta barrera y disfrutar del juego en sí. El problema es meramente artístico, quizá derivado de la licencia en que se basa, porque lo cierto es que gráficamente el juego no es malo y, sin ser deslumbrante, se mueve bien y cumple con creces con su cometido. Una vez superado este escollo (los que tengan, insisto, que superarlo: igual es cosa mía, que soy muy sensible), nos encontramos con un juego que parte de una buena base y que poco le falta para ser infalible: licencia famosa y querida, jugabilidad bien ideada y ejecutada y producción a la altura de las circunstancias. No obstante, no todo el campo es orégano y War for Cybertron, si bien no fracasa estrepitosamente, sí que se queda a medio camino: no decepciona, pero ni apasiona ni encanta ni gusta, sino que la sensación al jugarlo es más de suave indiferencia, sino directo espanto por la aspereza estética, durante todo el juego, y lo que es peor: ni siquiera es tan seguro que lo acabemos, que nos anime a jugarlo hasta ese punto. Así pues Transformers: War for Cybertron tiene el mérito de ser un juego digno hecho a partir de una licencia que, últimamente, estaba de capa caída, entre los vapuleos de Michael Bay y las tristes incursiones en el videojuego; su buen hacer queda un poco deslucido por el poco brillante diseño de niveles y la soportable pero presente mediocridad de su desarrollo, cuyos puntos fuertes (las posibilidades estratégicas del cambio de forma de los Transformers, todo lo que esto aporta a la creación de los niveles) quedan pronto en segundo plano ante la cruda realidad: aunque es suficientemente bueno como para desligarse de la negra tradición de las licencias hechas rápido y mal, no lo es lo suficiente como para merecer completamente la pena más allá del alquiler en épocas de sequía. En ese sentido, eso sí, es el juego del verano. [6]