Primeras impresiones de Ovis Loop

La oveja negra

El acceso anticipado de este roguelite de acción ofrece un vistazo al profundo sistema de armas, habilidades y mejoras, al cuidado pixelart y a una historia de lo más cautivadora. No obstante, todavía necesita pulir un par de aspectos.

No sé con qué soñarán las ovejas eléctricas, pero sí sé qué atormenta a la que protagoniza Ovis Loop tanto cuando está despierta como cuando se le ocurre parar su incansable intento de encontrar respuestas para echar una cabezadita. No tardamos mucho en saber que algo horrible ha sucedido con el resto del rebaño, atacado por un lobo —bueno, no uno cualquiera, el Doctor Lobo— y el resto de sus secuaces. En el mismo estado de confusión que la protagonista iremos descubriendo qué implican las decenas y decenas de cruces que decoran los primeros escenarios, de dónde sale el líquido azul que utilizamos como moneda o qué narices es el Proyecto Omega, pero ese tipo de asuntos, por ahora, pueden esperar. 

No hablar de ciertas respuestas no es un impedimento para abordar lo atractiva que resulta la historia de Ovis Loop desde el comienzo. Una oveja —¿es realmente una oveja?— cibernética acompañada de un tremendo espadón recorre un mundo postapocalíptico acabando con distintos carnívoros armados hasta los dientes en un intento de dar caza al causante de todo el sufrimiento de las pobres ovejas. A lo largo de su viaje al más puro estilo lobo solitario, por irónico que resulte, distintos fragmentos de su memoria nos permitirán reconstruir el desencadenante de esta misión casi suicida; un goteo de información muy bien suministrado para que tras un buen rato peleando encontremos el estímulo suficiente para animarnos a pelear un poco más.

Antes de pasar a la acción, el núcleo jugable de Ovis Loop y la clave para que alcance las cotas más elevadas, conviene destacar cómo el resto de personajes del juego logran resultar relevantes con apenas un par de líneas de diálogo. Aquí se juntan una serie de factores que colaboran con la escritura en sí: desde una buena localización al castellano hasta el adorable diseño de estos animales antropomórficos. Salvando las distancias, cuesta no pensar en Laika, seguro que se llevaría de lujo con los excavadores o con el simpático ratón en cuya tienda solo podemos introducir medio cuerpo. Un detalle para nada menor de Ovis Loop y que me parece muy curioso, algo que también suma a la hora de mantenernos pegados a lo que acontece y querer saber más, es que los textos en los que se nos presentan opciones a elegir están planteados en primera persona y en presente, nada de «hablar», «hacer un trato» y «salir», en su lugar nos encontramos con «hablamos», «hacemos un trato» y «salgo». Puede parecer una tontería, pero funciona de lujo. 

La protagonista de Ovis Loop carece de un pueblo al que regresar, también de un pueblo al que pertenecer, de hecho si algo nos queda claro desde el principio es el rechazo que sienten los pocos supervivientes que encontramos hacia nuestra figura por lo que entendemos que ha sido una gravísima traición. Muchas dudas en el horizonte y una única forma de resolverlas: avanzar. Nos tocará avanzar por escenarios bidimensionales no muy largos, breves pantallas que forman parte de un recorrido a nuestra elección; por poner un ejemplo protagonizado por otra oveja, el mapa de Ovis Loop funciona igual que el de Cult of the Lamb, pero en horizontal en vez de en vertical. Podemos anticipar qué tipo de niveles tendrá la ruta escogida y así decidir con algo de cabeza; habrá quien prefiera que haya más niveles antes del jefe final, habrá quien opte por la ruta más segura y repleta de puntos de descanso o puede que nos interesa el camino que nos ofrezca más zonas donde mejorar nuestras habilidades.

Así nos moveremos por fuera de los niveles, pero dentro de ellos la acción no se detiene. El control es bastante sencillo: podemos saltar, agarrarnos a las paredes antes de saltar de nuevo, rodar para esquivar los ataques enemigos y golpear a todo lo que se mueva con tan solo pulsar un botón. Al principio todo cuesta un poco más, pero Ovis Loop no tarda en lanzarse cuesta abajo y sin frenos hacia el frenesí de las sinergias entre habilidades y la lluvia de mejoras, un contexto que permite a la protagonista convertirse en una máquina de eliminar enemigos. Al menos hasta que nos maten y toque empezar de cero.

El acceso anticipado de Ovis Loop ofrece dos modos de dificultad: el modo omega y el modo alfa. Este segundo modo está pensado para quien quiera centrarse en la historia, ya que mejora notablemente al personaje tras cada muerte. No obstante, el desarrollador recomienda la dificultad del modo omega, el que hace que cada bucle suponga partir de cero… relativamente. Como bien indica el juego, «el cambio proviene únicamente de ti», porque cada nueva misión nos permite enfrentarnos a las mismas amenazas con un conocimiento mayor, una habilidad más pulida y, por qué no decirlo, con multitud de elementos desbloqueados que nos allanarán el camino.

El bucle de Ovis Loop no juega con el tiempo como sí hacen otros roguelites —sin ir más lejos las partidas al juego de Lifuel han coincidido con las de The Rogue Prince of Persia, donde cada muerte nos lleva, temporalmente al menos, a la casilla de salida—, una vez somos derrotas nuestro cuerpo es abandonado en un vertedero convenientemente colocado al lado de una base en la que poder conseguir mejoras permanentes para las misiones venideras a cambio del valioso líquido azul que algunos personajes ansían con todo su ser, cierto mineral que ha provocado el expolio de la zona hasta drenar la última gota de vida en la superficie o los fragmentos de memoria que vayamos encontrando en nuestra aventura. 

A nivel jugable que el tiempo haya avanzado o no tampoco supone una gran diferencia, de hecho los niveles y sus enemigos no varían en cada bucle y los jefes a los que ya hemos vencido están en su sitio esperando un nuevo intento de acabar con nosotros; algo que podría hacernos pensar que realmente cada bucle sí supone un reinicio y tendría sentido viendo cómo se llama el juego, sin embargo, la primera vez que te topas de nuevo con los únicos animales que no han sido hostiles contigo más de uno evidencia que esa no es tu primera visita. Ya que se trata de un juego en acceso anticipado quizá haya respuestas a todo esto más adelante, pero sinceramente no necesita más de lo que ya tiene para ofrecer un mundo con una lógica interna sólida por el que navegar.

Antes hemos mencionado las mejoras y las habilidades, el condimento que eleva el sabor del plato en forma de espadazos que ofrece la acción de Ovis Loop. No olvidemos que se trata de un juego de acción y casi todo su gameplay consiste en eso, en pelearse contra todo lo que se nos plante por delante —tanto es así que igual algún pobre bienintencionado robot se lleva algún espadazo inmerecido, ¡un poco de cuidado a la hora de machacar el botón de golpear!—. La base es bien sencilla: golpear hasta vaciar la barra de vida del enemigo y procurar que no hagan lo mismo con la nuestra. Para ello además de la voltereta —esencial, de hecho con el módulo indicado podemos desbloquear una suerte de tiempo bruja si esquivamos en el momento idóneo— podemos saltar valiéndonos de los elementos del escenario, algo importante contra los enemigos más fuertes y sus «ataques inevitables».

A esta base fácil de asimilar se suman las habilidades. Al principio dispondremos de un par, una asociada al L1 y otra al R1 —para quien juegue con un mando de PlayStation—, aunque en poco menos de una hora nos toparemos casi seguro con algún módulo que nos permita incorporar una tercera habilidad, asociada al gatillo izquierdo del mando. Estas habilidades tienen un breve periodo de recuperación tras su uso y pueden modificarse e intercambiarse a lo largo de cada run. Además de la habilidad base, encontraremos otras capaces de incorporar alteraciones de estado en los enemigos y, sobre todo, mucho más daño. Todavía no he profundizado mucho en la senda del rayo, pero vaya si ayuda poder prenderle fuego a todo lo que se ponga en mi camino.

Hay algún que otro aspecto a mejorar en este apartado de Ovis Lopis. No tanto en las mejoras, ya que hay muchísimas y las sinergias entre ellas amplían aún más las opciones de las que disponemos en cada run —más las que llegarán a lo largo del acceso anticipado—, sino en el combate en sí. Es fácil de asimilar y de entender, no resulta complicado entender qué supone una amenaza y qué enemigo va a atacarnos, pero cuando se acumulan demasiados personajes en zonas avanzadas el combate se vuelve un tanto caótico y, al menos durante las primeras horas, es más fácil acabar aporreando botones que danzando al son que plantea Ovis Loop. Quizá es cuestión de acostumbrarse, de todas formas no supone un problema que nos aleje de la partida.

En muchas ocasiones la dificultad viene más del espacio angosto en el que nos toca lidiar con muchos enemigos que de los rivales en sí, pero mucho ojo a los enfrentamientos ante enemigos de élite, el salto de dificultad es tremendo; antes de escribir estas líneas me enfrenté a tres lobos montados en una suerte de robot a piezas que me dieron tal paliza que llegué al siguiente loop trasquilado. Este tipo de combates aparece indicado y se puede evitar, pero la tentación de ir a por lana fue demasiado fuerte. También son más exigentes los minijefes que aparecen señalados en el mapa, pero son mucho más sencillos que este tipo concreto de enemigos que puede aguardar en alguna de las interrogaciones del mapa. Los jefes finales, como es habitual en los juegos en los que repetimos y repetimos cual Ronaldinho, suponen una gran amenaza al principio, pero entre el aprendizaje que atesoramos y la multitud de mejoras desbloqueadas en cada run lo más probable es que terminen siendo casi un trámite; uno entretenido, eso sí. 

Todavía me aguardan multitud de secretos por descubrir en este acceso anticipado de Ovis Loop, mejoras al margen. Quiero probar a posicionarme por una vez del lado de las hienas en vez de los simpáticos excavadores, a ver qué ocurre; me gustaría poder encontrar a más fanáticos del Oráculo para ver qué impulsa su fe; desearía seguir la pista del Doctor Lobo y vengar a los centenares de ovejas que han sido masacrados; ardo en deseos de seguir disfrutando de una acción que entra como cuchillo en mantequilla, sobre todo porque la tensión que insufla Ovis Loop en cada momento es la gasolina perfecta para que este vehículo llegue a su destino.

Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la universidad de lo de Cifuentes, Juan es una de las voces de NAT Moderada y ha colaborado en medios como BreakFast, Desayuno Continental y Cocinando Fandoms. Observador nato, le encantan los gatos y si algún día ves que te mira intensamente es porque quiere grabar un podcast contigo.