Monográfico Tears of the Kingdom #3

Secretos, rumores y leyendas

En tiempos de bulos y desinformación, Link se erige como un verdadero héroe capaz de resolver todos los misterios, solventar todos los entuertos y disipar cualquier habladuría que recorra Hyrule de posta en posta. Esta es la historia de cómo el espadachín legendario puso su pericia al servicio de la información.

Quien más quien menos ha escuchado alguna de las muchas leyendas de Zelda, casi siempre protagonizadas, curiosamente, por Link. En Tears of the Kingdom encontramos la misma fórmula, con un espadachín legendario en el centro del relato, un incansable sujeto dispuesto a descender a los infiernos y ascender la cima más alta con tal de volver junto a su princesa. La epopeya de Link comienza con una caída y prosigue con un salto en picado hacia la aventura; un inolvidable inicio para un viaje que, por suerte, le permitirá sumar importantes aliados a su causa antes de enfrentarse al gran demonio que asola el reino.

Pero ser un héroe no se limita a vencer al malo final y salvar el día, de la misma forma que jugar a Breath of the Wild/Tears of the Kingdom no consiste sólo en derrotar a Ganon. Es aquí donde entran en juego las innumerables actividades que ofrece Hyrule, ya sea a través de un agradable paseo de punto de interés en punto de interés (un bucle con una peligrosa tendencia al infinito) o mediante una de las múltiples misiones secundarias que contiene el juego. De todas ellas hay una que brilla con luz propia, una que permite conocer toda la región y a sus gentes, que nos invita a agudizar los sentidos y a probar todas nuestras habilidades y logra todo esto sin olvidar que Link, ante todo, está buscando a Zelda. Resulta tentador perderse en la exploración de cuevas y el coleccionismo de recetas, pero por el bien de nuestro protagonista resulta menos disonante emplear el tiempo en seguir cualquier pista que pueda conducirnos hasta la princesa. Por si fuera poco, esta misión no sólo orbita en torno a Zelda, sino que pone el foco en cómo se crean las leyendas —un complemento idóneo con la serie de cinemáticas que encontraremos en las lágrimas esparcidas por el reino—.

Porque así funciona una bola de nieve cuando se precipita ladera abajo, al igual que un inocente rumor que, gracias al boca a boca, viaja de posta en posta hasta convertirse en mito. Antes de que este tipo de habladurías adquieran tal dimensión, Penn y su ayudante Link intervendrán para discernir qué está pasando con la docena de rumores sobre Zelda que se comentan a lo largo de la amplia superficie de Hyrule —lo que suceda bajo tierra o en las islas del cielo podemos dejarlo para otro momento—.

Todo comienza con un encuentro fortuito entre Link y Penn, un orni pelícano —que bien podría ser primo de ‘Big News’ Morgans, el periodista más famoso de One Piece—, tras reparar la primera de las atalayas. No es casualidad que este simpático pájaro humanoide se cruce en nuestro camino cuando descubrimos cómo iluminar una amplia zona del mapa, cuando arrojamos luz sobre los oscuros campos de la zona central de Hyrule; además, al ascender ganamos perspectiva, podemos ver más, podemos ver mejor. Si ponemos rumbo al noroeste, acabaremos sorteando una ventisca al encontrar refugio en una antigua posada reconvertida en la sede de la Gaceta El trébol. La ubicación del centro neurálgico de la información tampoco es casual, ya que será en otras postas donde encontremos a Penn; porque es en este tipo de puntos de reunión donde los rumores vuelan de boca en boca. 

Desconozco si detrás del encargo de Mirene, la directora de El trébol, reside un guiño a una de las mayores genialidades que nos ofreció la Francia de los años 70: Astérix y las 12 pruebas. La serie de habilidades que deben poner a prueba la dupla gala por excelencia para superar los retos del César pueden recordar a todo lo que Link necesita hacer para descubrir los secretos tras la docena de rumores sobre la princesa Zelda. Quizá no tengamos que comer un banquete casi infinito, ni superar un desquiciante proceso burocrático  capaz de enloquecer al más cuerdo, pero para seguir las pistas que los pajaritos —no hay mejores informantes— le han hecho llegar a Penn tendremos que sudar la gota gorda, ¡nadie dijo que ser el periodismo fuera un oficio sencillo!

Las tareas que debe acometer Link, enfundado su en su trajecito de periodista —algo más metafórico que literal, ya que la vestimenta que obtendremos tras estas misiones no deja de ser lo más parecido a convertirse en una rana humana—, requieren de cierta investigación previa sobre el terreno hasta poder contrastar los distintos rumores. Antes de contentar a Penn con la verdad tras cada extraño suceso, tendremos que llevar a ciertos músicos junto a una criatura mágica, descubrir el paradero de unas cabras extraviadas, encontrar el dorado caballo de la princesa en un páramo helado, socorrer a unos huéspedes intoxicados y, sobre todo, desbaratar los planes de cierto clan ninja que nos la tiene jurada. 

«Observar es el mejor modo de aprender. El ignorante lo es porque quiere»

Hay dos rumores en concreto que sirven para destacar dos aspectos esenciales de Tears of the Kingdom: la sencillez con la que nos hace recurrir a todas sus herramientas de forma orgánica y la importancia que tiene Zelda para sus súbditos. En determinado momento llega a nuestros oídos que en cierta posta hay un grupo de soldados que ha optado por desprenderse de sus ropajes, cuando acudimos al lugar descubrimos que lo han hecho por seguir el consejo de Zelda —aunque, como en estas doce misiones, al final resulta ser un malentendido o una cuestión mucho más simple de lo que parecía al principio—. Para resolver el entuerto tendremos que derrotar a unos monstruos en una cueva sumándonos a este delirio casi nudista que impera en la guarnición hyliana. Esta prueba de ingenio y habilidad parece sacada de un santuario, un reto asumible a la par que estimulante, cuya conclusión nos permite confirmar cuánto respetan y quieren a su princesa los soldados del reino.

La fe que el pueblo tiene en Zelda conduce a ciertos problemas, como experimentamos en las cuatro misiones principales que conducen a los templos elementales, pero que ciertas fuerzas oscuras se aprovechen de la confianza de la gente en Zelda no debe empañar la imagen de la monarca. No es lugar este para debatir la legitimidad de la corona para reinar en Hyrule, pero sí es el espacio idóneo para poner en valor cómo la princesa ha hecho un esfuerzo por formar parte de la vida del resto de ciudadanos; mediante cuidados, consejos, recomendaciones o, simplemente, estando presente. Todo esto lo descubrimos gracias a las conversaciones que propicia nuestra labor periodística. 

Descubrir el estrecho vínculo entre Zelda y los suyos es en cierto modo enternecedor, pero no es esa la misión que nos ha encomendado Penn. Sí nos manda a descubrir la verdad detrás de otro rumor —el segundo de los que he mencionado hace un momento—, uno que nos llevará a recorrer más partes del reino, a hablar con más viajeros en las postas y a aventurarnos hacia lo desconocido hasta encontrar a ciertos criaturas que, según las habladurías en los corrillos junto al fuego, son poco menos que monstruos sobre los que cabalga Zelda. Al final, pequeño spoiler, las abominables bestias no eran más que un pequeño grupo de animales tan peculiares como dóciles; lo diferente se sigue entendiendo como desconocido y percibiendo como amenazante.

Igual fue así cómo se forjaron todas las grandes leyendas, a partir de una chispa en forma de cotilleo que termina por convertirse en un gran fuego incontestable

Si no fuera por el papel de El trébol, la curiosa anécdota detrás de este rumor se hubiera convertido en un mito y, quién sabe, quizá con el tiempo hubiera pasado a formar parte de las creencias hylianas. Igual fue así cómo se forjaron todas las grandes leyendas, a partir de una chispa en forma de cotilleo o de una apreciación errada, sin mala intención, que termina por convertirse en un gran fuego incontestable. Las leyendas de Hyrule continuarán grabadas en piedra, pero gracias a Penn y a Link muchas informaciones endebles encontraron el camino de la verdad y, sobre todo, muchos ciudadanos obtuvieron la ayuda que necesitaban. Si eso no es ser un héroe de leyenda, que bajen Din, Nayru y Farore y lo vean.

Nuestras funciones periodísticas no concluirán cuando cesen las tareas que nos encomienda Mirene, ¡todo lo contrario! Al igual que una partida en Tears of the Kingdom, perseguir la información es una misión sin fin. ¿Qué mejor propósito para un avezado reportero que recorrer Hyrule cámara en mano en busca de los monstruos más terribles de la región? Seguro que el bueno de Kilton, uno de los seres con el corazón más puro de todo el juego, agradecerá el esfuerzo, ya que cumpliendo esta nueva misión secundaria permitiremos que este buen hombre le explique al resto de Arkadia las características y particularidades de ciertas criaturas. Al fin y al cabo, en palabras del propio Kilton, observar es el mejor modo de aprender y resulta incluso poético que en la aldea que aúna a todas las razas de Hyrule haya espacio para acercarse a lo que entendemos como enemigos desde un punto de vista más científico, más curioso, más humano. 

La filosofía de Kilton es reveladora y realmente interesante. Puede que llevemos medio centenar de horas eliminando bokoblins —no matando o al menos no de forma permanente, ya que con la luna carmesí regresan a sus quehaceres— sin pararnos a pensar en sus peculiaridades, sus costumbres, su realidad al margen de su existencia antagónica. Esta misma perspectiva, esta puesta en valor de la observación en pos del aprendizaje es lo que eleva la misión de los rumores de Zelda a un punto aún mejor. Cada paso en este sendero nos permite conocer la realidad del reino tras los extraños sucesos acaecidos en Hyrule; tenemos la ocasión de conocer la cotidianidad de unos personajes con mucha vida y, con este lujo y exceso de detalles, dotar de aún más capas a un juego ya de por sí repleto de detalle y mimo. Al final, tanto en el periodismo como en la vida en general, no se trata tanto de mirar, sino de ver.


Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la universidad de lo de Cifuentes, Juan es una de las voces de NAT Moderada y ha colaborado en medios como BreakFast, Desayuno Continental y Cocinando Fandoms. Observador nato, le encantan los gatos y si algún día ves que te mira intensamente es porque quiere grabar un podcast contigo.

  1. ARB96

    Los encargos que te da Penn al llegar a una nueva posta son de las side-quest que más me gustan del juego, suelen tener un desenlace curioso. También me gustan las misiones de los cuadros de las postas, te obligan a prestarle atención a detalles del paisaje que de otra forma pasarías por alto. Uno de los encantos del juego son esas aventuras secundarias que muestran el día a día de las gentes de Hyrule, sus costumbres, creencias o como se relacionan entre ellos, como las elecciones de Hatelia o la boda en Aldea Arkadia del BOTW. Me recuerdan a las historias del Majora’s Mask, que tan bien sabía hacer esto.
    Genial artículo Juan!

    1. Juan Salas

      @arb96
      Lo de las elecciones uf, finísimo, genial. Es un juego lleno de vida y que te premia si le dedicas cierto tiempo a la observación. ¡Muchas gracias por tu comentario!