En este texto se abordará la peculiar figura del gamer como experto o connoisseur, una categorización de gamer restrictiva que intenta distinguirse tanto del clásico hardcore gamer como del más nuevo casual gamer. Es una formulación del gamer que tiene sentido en la emergencia y expansión de una cultura del videojuego, pero también del crecimiento del videojuego como medio cultural.
ÍNDICE DE ARTÍCULOS
#1: El gamer prototípico: hardcore gamer o gamer subcultural
#2: Rompiendo la figura monolítica del gamer: casual gamer
#3: El gamer como foodie-connoisseur: el videojuego como cultura
#4: El (no-)gamer cultural-intelectual
#6: El acertijo: ¿Pero somos gamers o no?
#7: Apropiaciones gamer: los casos de Todas Gamers y Gaymer.es
Jack, hombre de 28 años, es un ávido jugador de videojuegos, altamente involucrado en su cultura, que se considera a sí mismo como un gamer. Asiste habitualmente a eventos y conciertos de videojuegos, sigue la actualidad del videojuego, le interesa todo lo que tiene que ver con su diseño y juega a Super Smash Bros de forma competitiva. A pesar de que muestra ciertas preferencias hacia determinaos géneros y plataformas, a Jack le gusta probar un rango muy diverso de títulos. Pasa gran parte de su tiempo libre jugando y leyendo sobre videojuegos, además de escuchar música de sus obras favoritas (como Final Fantasy). Su principal hobby e interés es, sin duda, los videojuegos. Lo que me llamó mucho la atención de Jack es que utiliza otra figura bastante controvertida, la del foodie, como una analogía para definir lo que para él significa ser un gamer:
Creo que un gamer es alguien que explora el medio. Por ejemplo, hay un montón de gente que no juega a otra cosa más que a Call of Duty y ya dicen que son un hardcore gamer. (…) Es como decir, «vale, yo como en McDonald’s, soy un foodie», ¿sabes? Un foodie es alguien que explora diferentes tipos de comida, diferentes culturas gastronómicas. (…). Por lo que tú, como gamer, no juegas solamente videojuegos. Tú escuchas música de videojuegos, tú lees sobre su diseño, sigues su industria. Tú no juegas únicamente a los juegos más comerciales, porque entonces estarías otra vez en McDonald’s.

La analogía entre el gamer y el foodie sitúa la identidad gamer en un espacio más restrictivo y elitista (incluso en algunas situaciones lo sería más todavía que el propio hardcore gamer). El hecho de que haya que recurrir a otra categoría como la de foodie —que en sí misma también posee sus zonas grises— para ilustrar la propia noción de gamer, da cuenta de lo porosa que se ha vuelto. Sin embargo, la analogía funciona, coloca la etiqueta de gamer en un espacio semántico y sociocultural mejor definido, con capacidad de discriminación. Jack continúa con la imagen del foodie:
Tengo un amigo que se considera a sí mismo gamer y (…) lo que él hace es jugar a las cosas más comerciales. Juega a Minecraft y, bueno, ya sabes, a Pokémon. Vale, por supuesto, disfruta de esos juegos, pero yo no te considero para nada un gamer. Tú simplemente estás comiendo en los McDonald’s, los Burger King, y los Kentucky Fried Chicken del mundo. Eso es todo lo que estás haciendo. No estás probando, no sé, fideos Soba japoneses o lo que sea, no estás probando todas estas cosas diferentes que están ahí esperándote. Me parece muy bien que no te gusten, pero cuando tú dices, «oye, McDonald’s tiene la mejor hamburguesa»… Lo gracioso es que a él también le gusta el MacDonald’s.
Jack sigue forzando la analogía al comparar lo que él entiendo como los juegos más comerciales y populares tipo Call of Duty, Minecraft o Pokémon, con restaurantes de comida rápida. Con ello está intentando decir que aquellos que solamente juegan a este tipo de títulos no pueden considerarse gamers, del mismo modo que quienes sólo comen fast food no pueden ser vistos como foodies. En esta conceptualización del gamer, la auto identificación como tal o el tiempo dedicado a jugar videojuegos no sería suficiente o, directamente, relevante. Otros entrevistados, como Roberto (hombre, 32 años, game designer en una compañía indie), dibujan una versión similar del gamer:
[Un gamer es] básicamente alguien que en su tiempo de ocio planifica jugar a videojuegos. Te pongo el ejemplo de mi novia: tiene en el móvil el Candy Crush y va en el autobús o está esperando a alguien en la calle y a lo mejor se lo pone, y echa una partida del Candy Crush. Pero rara vez ha cogido y se ha sentado a jugar un juego (…).Hay gente que espera que un juego salga a la calle. Hay gente que se informa, que se mete en páginas web a mirar las noticias de videojuegos. Hay gente que se baja podcasts de videojuegos y los escucha porque le interesan. Para mí esa es gente de la comunidad de videojuego. Ni mi novia, ni mis primos que juegan a cuatro cosas — les gustan los juegos de coches y juegan al Gran Turismo y al Grand Theft Auto — son gamers.
Por lo tanto, el gamer es, según esta vertiente, alguien que se involucra con el medio en profundidad y lo explora en su conjunto. Atender a sus dimensiones artísticas, culturales, técnicas y económicas. El gamer, en este caso, trata el videojuego con cuidado y lo respeta: es un medio, es cultura, es arte. En esta definición del gamer, el acto de jugar a videojuegos no es suficiente, demanda una participación activa y sustancial en la cultura del videojuego en general. Para el foddie-connoisseur, un gamer debería ser alguien que está informado y está al tanto de lo que ocurre en el mundo del videojuego. Además, el gamer no sólo debe dedicar una gran parte de su tiempo a jugar videojuegos, sino a explorar su cultura en su totalidad.
En esta versión del gamer, jugar a videojuegos es un acto buscado y explícito, no una actividad casual, y ha de completarse con otras actividades relacionadas. Por ello, el gamer como foodie-connoisseur busca distinguirse tanto del casual gamer como del hardcore gamer. Para ellos, tanto unos como otros son un tipo de jugador que sólo está interesado en el videojuego como «mero entretenimiento» (Jack). El gamer como foodie-connoisseur no observa los videojuegos simplemente como una industria del entretenimiento, sino como cultura. Y lo hace excluyendo a aquellos —hardcore y casual gamers— que no muestran el grado de implicación hacia el medio que ellos creen que merece.
Sobre el autor
Daniel Muriel. Doctor en Sociología por la Universidad del País Vasco. Actualmente es Investigador Postdoctoral en el Instituto de Estudios de Ocio (Universidad de Deusto). Ha investigado y publicado ampliamente sobre identidad, cultura, videojuegos, patrimonio cultural o juventud. En el ámbito académico es coautor del libro Video Games as Culture. Además, ha colaborado en webs de referencia del videojuego como Deus Ex Machina, AnaitGames, Presura, FS Gamer, Canino, Nivel Oculto y Zehngames.