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Tres visiones sobre Dragon Quest XI

Tres visiones sobre Dragon Quest XI ¡Qué juego tan hermoso es Dragon Quest XI! Aprovechando que esta undécima entrega de la veteranísima saga de JRPGs de Square Enix ha salido recientemente en Switch, nos juntamos para celebrarlo en amor y compañía, como tiene que ser. Empieza Marta, explicando qué podemos aprender sobre el célebre viaje del héroe descrito por Joseph Campbell gracias a esta aventura. Víctor Martínez
El mundo se ha ido a la mierda pero, por suerte, aún podemos tener esperanza. Un poderoso profeta ha distinguido a un jóven como el próximo héroe de leyenda llamado a salvar el mundo de la oscuridad. El joven, huérfano, desconocedor de su singular destino, ha crecido de forma humilde, ignorando su grandeza, pero en contacto con aquellos que tiene que salvar. Y eso ha forjado su carácter. Lejos de ser arrogante, nuestro héroe es cercano, sensible. Capaz de valorar la belleza y la importancia de la aldea más remota y de su más pequeño habitante. Es precisamente esta humildad una de sus armas más valiosas. Un poder que sus enemigos no dudarán en infravalorar pero que el héroe, inconscientemente, utilizará para hacerse más sabio, más experimentado y mucho más fuerte. Para hacer amigos y aliados a lo largo de su viaje. En definitiva, para llegar a convertirse —lo quiera o no— en lo que está destinado.
Escribía el párrafo de arriba pensando en Star Wars. Al corregirlo, era Harry Potter y sus amigos, Ron y Hermione, los que venían a mi mente cuando incluía la necesidad de los los aliados a la hora de llegar victorioso al final. No obstante, y solo por el titular, es probable que lo hayas leído pensando en Dragon Quest XI. Asociando héroe con Luminario y cambiando profeta por «árbol Yggdrasil». Es lo maravilloso del monomito —el viaje del héroe—, que la estructura está tan extendida, asentada, repetida y utilizada que en ocasiones no podemos verla aunque todas sus etapas se sucedan sin alterar apenas la formulación original. Sin embargo, como comenta el profesor de literatura y sociología Donald J. Consentino en su libro In Extremis, el valor de la épica no se encuentran en lo general y universal recogido por Joseph Campbell sino en las particularidades y localismos de las mitologías que los crean. Extrapolando las ideas de Consentino a la ficción, podríamos decir que lo que nos gusta, lo que valoramos desde el punto de vista del consumidor, es el alma en vez de la estructura. El lore por encima de una serie de etapas. El corazón antes que la epicidad. La gran mayoría de las once entregas de la saga Dragon Quest siguen fielmente la estructura del monomito, basando gran parte de su atractivo en en una ambientación épica «tradicional», inspirada en la fantasía medieval. No obstante, y pese a que todas las entregas parten de una base artística, narrativa y jugable muy similar que, en cierta medida, coincide con lo esperable en un JRPG clásico, los juegos de Dragon Quest se distancian de otros similares gracias a la calidez que consiguen a la hora de dibujar el mundo en el que se ambientan. Mientras que los personajes en Dragon Quest XI responden de forma directa a varios tropos tanto del anime como como de la fantasía medieval, haciéndolos intercambiables, las regiones que recorremos —más de 20 contando poblados, ciudades y las diferentes islas— parecen ser una versión pequeña y encantadora de lugares reales. Es como si en Dragon Quest XI recorriéramos los recuerdos mas bellos del viaje de otro. La ciudad de Gondolia, por poner un ejemplo dentro del primer acto del juego, parece ser un mezcla de varias localizaciones italianas entre las que destaca, como no puede ser de otra forma, Venecia. Nuestro héroe puede navegar entre los estrechos canales en góndola, admirar los puestos de los comerciantes más ricos o interaccionar con los NPCs que disfrutan del soleado día en el puerto central. Pero la riqueza del mundo no se apoya (solo) en los tópicos. Los habitantes de Gondolia tienen su propio idioma —plagado de expresiones italianas— y una gesticulación que insinúa una cultura diferente a la del protagonista. En la premiada traducción española —una que no duda en asumir riesgos para mejorar la inmersión— los chistes y las referencias de los NPCs no se relacionan tanto con la cultura italiana sino con lo que los españoles conocemos de ella, profundizando aún más en esa sensación de «viaje de otro» o viaje narrado que parece haber guiado a los propios desarrolladores. Otro ejemplo lo tenemos en Fiordholm, también en la primera parte del juego que, como indica su nombre, tiene inspiración escandinava. En la ciudad nevada, todos los edificios tienen tejados puntiagudos y las ventanas estrechas y cuadradas distan mucho de los arcos que encontrábamos en ciudades como Octagonia o el Sultanato de Galópolis. La madera ha sustituido a la piedra en muchos edificios y los ciclos de día y de noche, en especial en la estepa de Ölaf, parece haber sido alterados en favor de la oscuridad. El cambio en la cultura no lo percibimos solo en la arquitectura, la ropa de sus habitantes o en la estética general de los escenarios. Los NPCs hablan y se comportan diferente como reflejo último de esta cultura que se quiere representar, sumergiéndonos durante nuestra estancia en un lugar que parece tener vida y tradiciones propias. Dragon Quest XI es la prueba de que Consentino acertaba —al menos en parte— en sus críticas hacia Campbell. No recordamos el viaje del protagonista por reflejarnos en su personalidad y carisma. No continuamos ante la intriga por saber qué pasa al final. Lo que convence, lo que engancha, es que el viaje en este caso es literal y dentro del juego se incorporan el desplazamiento, el descubrimiento y la asimilación de nuevas cultural. Dragon Quest XI acierta al transmitirnos la sensación de aventura al abandonar un poblado sin saber qué podemos encontrar más allá. ¿Será una ciudad inspirada en el Imperio Chino? ¿Una aldea arabesca que parece estar basada en la Córdoba actual? Lo que está claro es que nuestros pasos nos dirigen a lo desconocido. Y sea lo que sea, y esto es lo bueno, va a resultar encantador. Marta Trivi
Seguimos con un vídeo. Quizá lo hayáis visto ya; en él, Pep juega el final de Dragon Quest XI y comenta sus impresiones sobre el juego. Hemos creído conveniente recuperarlo, ¡no nos costaba nada! Víctor Martínez Pep Sànchez
Por último, unas palabras sobre la versión de Switch. Cuando Dragon Quest XI se anunció a mediados de 2015 ya se mencionó la consola entonces conocida como «NX» como plataforma en la que se lanzaría; en ese momento solo se pudo ver la versión de PlayStation 4, visualmente lujosa y llena de detalle, y la de Nintendo 3DS, que combinaba unos gráficos tridimensionales mucho más limitados con otros en 2D, al estilo de las entregas de 16 bits. El juego se publicó primero en Japón, en 3DS y PS4, y un año después en el resto del mundo, en PS4 y PC. Esto es: la versión de 3DS con los gráficos en 2D se quedó en Japón. El port para Nintendo Switch justifica sus ambiciones de ser la versión definitiva del juego por entre otras cosas incluir no solo los gráficos en 3D sino también los 2D. Cambiar de una versión a otra no es tan fácil como podría (solo se puede hacer en determinados puntos y con el requisito de reenganchar la partida desde el principio de un capítulo; no es tan fácil como pulsar un botón, en definitiva), pero es fascinante ver cómo se traducen en sprites las escenas tridimensionales, llenas de acción y recursos de cámara imposibles en 2D. Tan fascinante como es, lo cierto es que es preferible jugar en 3D. Este modo viene a estar más cerca de la versión de PlayStation 4, aunque con visibles sacrificios gráficos para meter Dragon Quest XI en Switch. Sin ningún problema de rendimiento a la vista, una de las cosas que demuestra este port (menos impactante que los de Doom o Divinity: Original Sin 2, pero también más natural, menos embutido) es que la dirección de arte del juego es infalible: tanto en cinemáticas como en ciudades, llanuras o cavernas, el juego es precioso incluso con las resoluciones más limitadas que maneja tanto en modo portátil como en televisión, y es un auténtico placer (y uno de los principales motivos para combatir: en eso coincido con Dunkey) ver a cada enemigo y cada personaje, casi independientemente de su papel en la aventura. Completa el paquete la inclusión de una versión orquestal de la banda sonora, exclusiva de esta versión (y también a la venta en CD, aparentemente por exigencias del veterano compositor Koichi Sugiyama), que le sienta como un guante al juego y que captura a la perfección el espíritu de serial de aventuras, siempre ligero y siempre trascendente, que tiene este Dragon Quest. Una última nota personal sobre mi experiencia con el juego. Estoy jugando por primera vez a Dragon Quest XI, casi íntegramente en el modo portátil de Switch y disfrutándolo lentamente; no porque sea tan denso o complejo que necesite procesar bien lo que ha ocurrido después de cada sesión, sino precisamente por lo contrario: tan liviano y agradable y encantador me está resultando el juego que me apetece ir poco a poco, sin esfuerzos innecesarios. El propio juego parece pensado para este tipo de partidas, por la manera tan sucinta y perfecta que tiene de resumirte en qué andabas antes de seguir jugando. Como siempre, el equilibrio entre la potencia gráfica y la portabilidad (muy importante para mí, pero quizá no para ti) es delicado, y aunque me da mucha pena no poder jugarlo con mejores gráficos, porque es un juego muy bonito, creo que es un juego ideal para escalarlo hacia abajo o hacia arriba según convenga; como comentaban en The Verge, si esta versión de Switch fuera la única que existiera la reacción más común sería pensar que es el Dragon Quest con mejores gráficos que ha existido, y estoy de acuerdo. Lo más importante en este caso no me parece eso, sino una cualidad más intangible y difícil de capturar en palabras pero que me parece crucial para entender la experiencia Dragon Quest. Me refiero a la facilidad que tiene el juego para transmitir confort, para emocionar sin sobresaltos y mantener el interés sin perder la calma en ningún momento. Es una experiencia tremenda, en resumen; juégalo donde quieras, donde mejor te vaya, pero juégalo. Búscate —podría aconsejarte alguien, y sería un buen consejo— alguien que te mime como ha mimado Square este Dragon Quest XI. Víctor Martínez Tres visiones sobre Dragon Quest XI
Redactora
  1. tomimar

    Un precioso y cuidado artículo para un precioso y cuidado juego. Qué maravilla fue jugarlo en PS4 y qué maravilla poder hacerlo de nuevo en Switch con todas estas novedades. Me alegro mucho de que por fin la saga Dragon Quest pegue el salto en occidente gracias a este juegazo (ayudado por el VIII hace unos años).

    «Es una experiencia tremenda, en resumen; juégalo donde quieras, donde mejor te vaya, pero juégalo. Búscate —podría aconsejarte alguien, y sería un buen consejo— alguien que te mime como ha mimado Square este Dragon Quest XI»
    El mejor resumen de la experiencia, sin duda.

  2. Payonetta 03

    💛💛💛💛💛💛💛💛💛💛💛

  3. DrTenma

    Lo que comenta Víctor de que es un juego tan bonito que da cosa no jugarlo con mejores gráficos es justamente lo que me pasa a mí. Me he comido mucho la cabeza pensando si me lo iba a pillar en PS4 o Switch y, aunque aún no lo he hecho, los extras me han decantado por irme a Switch. La música mejora mucho con orquesta y no con midis de los 90, las voces en japonés y que en PS4 tampoco se ve tan muchísimo mejor decantan mi balanza hacia Switch.

  4. Majin

    @drtenma

    Lo de los temas orquestados debe ser TAN verdad. Joder, cada vez que empezaban a sonar los temas mitiquérrimos de Las aventuras de Fly (asocio la OST de DQ a ese anime antes que a la saga de videojuegos, porque ése fue el orden en mi caso), siempre muy bien escogida su entrada para dar fuerza a determinados momentos, no podía evitar sentir ese puntito agrio porque aquello no sonara todo lo bien que debería.

  5. Alexdro

    Yo tengo 50€ en la cartera y no se si elegir este o el breath of the wild.

  6. Molinaro

    Siempre es de agradecer que le dediquéis un rato a juegos así. DQXI está plagadísimo de detalles, curiosidades, referencias y homenajes por todas partes. Tiene docenas de momentos entrañables y divertidos, cientos de armas y recetas, un buen puñado de misiones secundarias de todos los colores…
    Ando rejugándolo en Switch y sus defectos se me están haciendo más bola (una banda sonora floja, una duración algo estirada, momentos concretos algo desangelados…) pero no dudaría en recomendarlo, sin duda de lo mejorcito a lo que echar el guante en Switch estos meses.

  7. Félix

    @alexdro
    BotW, ni te lo pienses.
    Si fueras el tipo de fan de los JRPGs que pudiera llegar a preferir el DQIX al BotW supongo que lo habrías jugado hace tiempo.

  8. D64

    Le estoy dando ahora y -oh, sorpresa- me está encantando. No deja de ser un VIII hipervitaminado (sin el sistema de tensiones, que a este no le acabo de pillar el punto) pero eso es bien.

  9. Creikord

    Que textos tan bonitos y tan buenos. Gracias.

  10. Phazonglaux

    Me pone los dientes largos desde hace un tiempo, pero aunque me gustan los JRPG no he jugado ningún Dragon Quest. Me pregunto si será un buen punto de entrada.