2019 en juegos: Tetris 99

Tetris es, como demostré usando el Método Científico hace ya un año, el mejor videojuego de la historia. Tetris es un juego sobre ordenar piezas en un tablero; primero se recompensa el orden apropiado, el que no termina de dejar que las filas suban más de lo que bajan; luego, el orden perfecto, en forma de grupos de cuatro líneas enlazadas constantemente, sin fallo; por último, el orden improbable, el de los T-spins y las técnicas solo al alcance del grand master. El impensable multijugador de Tetris consiste en introducir en la ecuación otra persona que, mientras hace líneas en su tablero, te llena de basura tu pantalla: cortocircuita el «éxtasis de orden», como decía el título de un fantástico documental sobre Tetris, en que se basa todo el juego. El multijugador de Tetris consiste en otra gente tocándote las narices. Es un modo de juego insoportable, odioso, al que nadie quiere jugar. Con buen juicio, en Tetris Effect evitaron incluir modos multijugador.

Tetris 99 es un battle royale de Tetris: no hay otra persona tirándote basura, pisándote lo fregao, sino 98.

Si el infierno son los otros, Tetris 99 es el infierno. Hoy mismo hablábamos de otro buen battle royale de 2019, Apex Legends, pero cualquier experiencia con Fortnite o PUBG vale igual: es alucinante, fuera bromas, lo bien que se adapta esto del multijugador multitudinario a casi, casi cualquier juego, hasta el punto de que incluso Forza Horizon 4 tiene, desde hace poco, uno protagonizado por coches. La clave está en que la posibilidad de adaptar un juego al formato battle royale no está tanto en lo que en él se ve (en la forma que tomen sus diferentes piezas, sean estas soldados, hechiceras, vehículos de cuatro ruedas o literalmente piezas, como es el caso aquí) sino en lo que tenga de competitivo antes de poner a 100, o a 99, personas a competir entre sí.

Pero Tetris 99 no es brillante porque sí, por algún tipo de mérito inherente a los battle royale y que todos los juegos del género (o subgénero) puedan aprovechar. Arika, el estudio encargado del juego, traduce de una manera magistral los principales tics del battle royale para hacerlos reconocibles en un contexto tan alejado de PUBG o Fortnite como el de una partida de Tetris; el sálvese quien pueda de los 99 jugadores está ahí, y es un buen comienzo, pero la manera en que el círculo se cierra de forma natural a medida que van cayendo contrincantes o cómo «looteas» emblemas cuando derrotas a alguien (que te dan más poder tanto de ataque como de defensa, igual que cuando, en otros juegos, recoges las armas o armaduras de los jugadores caídos) demuestra inteligencia e ingenio. Tetris 99 es un juego bien medido, equilibrado de tal modo que no hace falta nada más que saber lo básico sobre Tetris para poder jugar con cierta soltura y ampliado con el paso de los meses para acoger nuevas formas de jugar, incluso algunas que en principio no van con él (como Maratón, el modo clásico para un jugador). 

Mencionaba a Arika porque este estudio japonés es también el responsable de The Grand Master, una de las versiones más prestigiosas del juego de Pajitnov, y se nota el énfasis en el juego altamente competitivo, lejos de las florituras y el sense of wonder de Tetris Effect (también japonés, aunque la batuta de Tetsuya Mizuguchi lo lleva por caminos bien distintos: así de extraordinario es Tetris). No es pose ni extravagancia: Tetris 99, con su genial forma de mantener bajo control un planteamiento que fácilmente podría haber derivado en un caos informe y sin sentido, no solo es un gran juego por derecho propio sino también una buena puerta de entrada al multijugador de Tetris. Imagino que ahí está una parte importante de su gran atractivo: en llevar a sus últimas consecuencias el éxtasis del orden que inventó Pajitnov, dándole forma a un barro que parecía intratable.