Análisis de New Super Mario Bros. U Deluxe

No sé hasta qué punto tiene sentido reivindicar un juego que vendió casi seis millones de copias en su día, pero hete aquí que me resulta difícil no hablar de New Super Mario Bros. U Deluxe, el port para Switch de uno de los juegos de lanzamiento de Wii U, sin lamentar la tibieza con que fue recibido en su momento. Ya sabéis de qué van estos New Super Mario Bros.: mientras que Mario y familia se reinventan y buscan caminos nuevos en la que podría considerarse la serie principal, en los New la idea es continuar desde donde lo dejaron Super Mario Bros. 3 o Super Mario World, con sus niveles en 2D, sus banderines de mitad de nivel, sus power ups y sus mundos temáticos. En ese sentido, New Super Mario Bros. U (y esta versión Deluxe, que viene a ser esencialmente idéntica a la original) es un «más de lo mismo» que sorprende desde la familiaridad.

Sorprende precisamente porque resulta familiar y nuevo al mismo tiempo. Actualizando a fondo las bases del diseño de niveles de los Marios clásicos, Nintendo hace aquí eso que tanto se le celebra de un tiempo a esta parte: reciclando, rescatando y renovando las piezas básicas de sus juegos, se crean una serie de niveles que presentan, desarrollan y agotan sus posibilidades, creando una colección muy sólida de pantallas casi autoconclusivas muy a menudo con obstáculos o enemigos exclusivos. No faltan las casas fantasma, los castillos y las peleas contra los esbirros de Bowser; aunque la estructura es más o menos (merece la pena pararse en este más o menos) previsible, lo que ocurre dentro de cada nivel es otra historia: una partida que tenga como objetivo conseguir todas las monedas estrella, por ejemplo, se encontrará con suficientes retos interesantes e inteligentes como para poder pensar que aunque cada maestrillo tiene su librillo, quizá hay librillos mejores que otros. Como mínimo, el librillo de Nintendo parece más fiable que muchos otros.

Es un diseño que parece tan matemático como para poder ser condensado en una fórmula, y es esta constricción (o este rigor, quizá; se puede ver de varias maneras) lo que hace que New Super Mario Bros. U sea un buen muestrario de las maneras en que Nintendo diseña niveles para sus juegos en 2D, incluso más allá de Mario. El juego base, la aventura principal, combina este diseño tan consciente de los «actos» que han de componer un nivel con un mapa general que se expande de maneras cada vez más enrevesadas; no recuerdo exactamente cómo fue mi partida en Wii U, pero esta vez he terminado el juego sin haber pisado siquiera varios mundos. Enfrentados a este plato principal, los extras sirven para explorar formas de diseñar niveles que, por su naturaleza familiar y bonachona, están más o menos fuera de estos New Super Mario Bros., o como mínimo confinados a los últimos niveles secretos.

Por un lado, New Super Luigi Bros. U, que en Wii U se publicó como expansión, transforma el mapa entero del juego original en un contenedor de desafíos contrarreloj de una exigencia infinitamente mayor a la de los Mario estándar, que son estrictos pero más o menos asumibles. De la seguridad de Mario, con su salto reconocible y sus niveles diseñados para rebuscar en tuberías y buscar caminos secretos sin prisa pero sin pausa, aquí se pasa a la carrera con inercia y el salto con trayectoria más rara de Luigi, que además se junta con un límite de tiempo mucho más estrecho: la música va acelerada desde el principio, clásica señal de que el reloj está a punto de llegar a cero. Esta brevedad no impide que cada nivel tenga sus tres monedas estrella y sus recovecos escondidos; es una experiencia infinitamente más agobiante que la original, pero creo que merece la pena dedicarle un tiempo, sobre todo si uno echa en falta ver más la pantalla de Game Over: aquí es una parada recurrente en el viaje.

Por otro lado tenemos los Desafíos. Ya en Wii U eran uno de los extras más interesantes que ha habido en un New Super Mario Bros., y volver a ellos ha merecido la pena. En muchos casos, estos desafíos proponen recorrer un nivel, en muchos casos extraído de la aventura principal, en el menor tiempo posible; no es Donkey Kong Country: Tropical Freeze, donde los speedruns son una parte importantísima de la aventura principal, pero sí es una manera de acercar al «gran público» una experiencia que muchos conocemos sobre todo de haberlo visto en vídeos de internet. Dentro de estos desafíos hay una pestaña en la que se proponen pruebas especiales, que van desde esquivar bolas de fuego hasta llevar hasta la meta a un topillo sin que caiga a la lava sobre una plataforma móvil: son pequeñas pruebas, pequeños jueguecitos creados usando una serie de piezas que, dentro del juego «normal», sirven para otras cosas.

Es un juego tan interesante y fresco como en su día, quizá en parte porque no ha habido otro New Super Mario Bros. en estos años; aunque no han faltado buenos juegos de la mascota de Nintendo (en la misma Wii U salió 3D World, realmente tremendo, y en Switch tenemos el brillante Odyssey), la omnipresencia de los límites con la que se trabaja en la serie New es más o menos única; incluso si se los ve casi como «ejercicios de estilo» (o como espacio en el que poner a prueba las habilidades de diseño de los trabajadores menos veteranos, como he leído en algún sitio), creo que también demuestran que cierto tipo de diseño antiguo sigue teniendo vigencia hoy, y me alegra, aunque entiendo que haya quien no tenga mucho interés por este tipo de juegos, superados hace ya mucho tiempo, que Nintendo siga apostando de vez en cuando por los Mario en 2D. Hay, eso sí, pocos motivos para volver aquí si ya se jugó en Wii U: en ese caso (las novedades son realmente parcas: hablaría de Peachette o de Caco Gazapo, dos nuevos personajes jugables, pero creo que no tienen mucho interés), mejor esperar a un New Super Mario Bros. que sea realmente new. [8]