El juego bonito

Good Sudoku

La nueva app de Zach Gage y Jack Schlesinger es un curso intensivo de sudoku y también un recordatorio del gran placer que se puede extraer del estudio pormenorizado de un juego.

A través de un interesante artículo publicado en Eurogamer el pasado 27 de julio llegué a un vídeo del canal Cracking the Cryptic en el que Simon Anthony resuelve The Miracle, de Mitchell Lee, un sudoku particularmente complicado y con una serie de normas especiales muy estrictas. Es un vídeo brillante e imprescindible. Después de leer las normas (en las casillas a tal distancia no puede haber el mismo dígito; en las casillas a cual distancia no puede haber dígitos consecutivos), Anthony carga el puzzle; por petición de la persona que se lo recomendó, este proceso, habitualmente realizado en privado y antes de empezar a grabar, se hace frente a las cámaras. La cara del jugador cuando ve que el sudoku empieza solo con un 1 y un 2 en las regiones centrales del tablero es tremenda: «Tiene que ser una broma», dice mientras en su rostro se pueden ver las decenas, cientos, miles de rutas que deja abierto el sudoku con este enigmático inicio, controladas pero a la vez multiplicadas por el reglamento extra. Como dice Christopher Donlan en Eurogamer, la perplejidad inicial da paso al jugueteo con un puzzle sobre el que no deja de sobrevolar la sombra de la duda (¿es o no una broma?), y de ahí se avanza hacia un compromiso cada vez mayor con el puzzle, a medida que va quedando claro que efectivamente es posible completarlo, que esas normas adicionales le van guiando por caminos concretos, que no solo no es una broma sino que es un sudoku radicalmente serio. El final es feliz. «De este tablero habría que hacer una foto y conservarlo para la posteridad», dice Anthony al final del vídeo, cuando ya ha resuelto el sudoku. «Es un puzzle inolvidable; inolvidable».

Este vídeo perfecto es representativo de, redondeando, el 0% de mis experiencias con el sudoku, un juego al que he dedicado una cantidad de tiempo paradójica: demasiado e insuficiente, sin duda mucho más de lo que mi ridícula capacidad para completar tableros deja ver. El otro día espié a mi suegro mientras jugaba un sudoku en la tablet; yo, cincuenta años más joven y sin duda menos sabio, juego en papel, en las revistillas de la editorial Megastar. Me alegré secretamente al ver cómo iba anotando números, intentando resolver el sudoku siguiendo las dinámicas habituales del eterno principiante hasta que las posibilidades iban haciéndose más pequeñas y las estrecheces iban exigiendo más rigor; el pasatiempo se puso serio y en ese momento mi suegro cerró la app y saltó a Facebook. A mí me suele pasar lo mismo; voy haciendo hasta que los numeritos apuntados en pequeño en las esquinas de cada celda se empiezan a volver liosos y decido que el pasatiempo ha llegado a su conclusión lógica: el tiempo ha pasado y es momento de pasar página, metafórica y literalmente.

Good Sudoku, lo nuevo de Zach Gage y Jack Schlesinger, es una app diseñada con dos propósitos: el primero, servir como herramienta para aprender a hacer sudokus; el segundo, crear un espacio agradable en el que resolverlos, ofreciendo recursos para agilizar y hacer más intuitiva la resolución del puzzle. Lo que simplemente parece una buena app de sudokus pronto muestra sus cartas: además de las funcionalidades que cabe esperar de una aplicación así (distintas dificultades, varias formas de anotar el tablero, etc.), Gage y Schlesinger han ideado una serie de ayudas que transforman significativamente la manera en que se hacen los sudokus. Una opción te permite rellenar automáticamente todas las posibilidades de cada celda, esos numeritos pequeños que normalmente se anotan en las esquinas aprentando poco el lápiz, para poder borrarlas mejor cuando por fin des con la respuesta correcta. Otra, el Focus Mode, marca en el tablero todas las celdas relacionadas con el número que has seleccionado: aquellas en las que está presente y todas las «afectadas», o sea, las que no pueden contener ese mismo número. Cuando llegas a un punto en el que las decisiones que has tomado hasta el momento han hecho que el tablero no se pueda resolver, un botón te permite volver atrás en la partida hasta el último momento en el que aún era posible terminar el puzzle; no es un botón de deshacer al uso (para eso está el botón de deshacer, de hecho), sino que el juego «rebobina» tus últimos pasos para que veas cuándo te metiste en el callejón sin salida.

Este pequeño detalle del rebobinado tiene sus pares en los otros muchos detalles esparcidos por Good Sudoku que hacen que la experiencia de juego sea formidable. Distintas animaciones subrayan el momento en que completas una línea, una columna o una región; las notas redundantes están bloqueadas; cuando en una región solo hay una opción posible para las celdas que has anotado, se autocompleta; los «botones inteligentes» resaltan las opciones básicas válidas para la celda que tienes seleccionada; cuando un número ya está colocado en las nueve regiones, su grosor en el teclado disminuye, otro apoyo para, de un vistazo, saber en qué situación está la partida. Algunas de estas funciones (nacidas del interés del propio Zach Gage por aprender a hacer sudokus y de la dificultad para encontrar lugares donde aprender) casi parecen trampas; el gran poder de autocompletar todas las anotaciones o de ver todas las posibles celdas en las que colocar un número embriaga hasta el punto de llegar a pensar, como me ocurrió los primeros días, que el juego estaba roto: ¿no estás, cuando usas estas herramientas, simplemente siguiendo lo que dicta esa «IA de genio» que tanto promocionan los creadores de Good Sudoku? ¿Dónde está la gracia de resolver un puzzle usando todas esas ayudas? ¿Cómo puede ser más adecuado para aprender o resultar más didáctico esta especie de sudoku con ruedines que mi tozuda afición a llevarme a cada casa rural que voy un cuadernillo con puzzles pobremente explicados y seguramente muy por encima de lo que mi nivel me permite resolver, con la esperanza de que el aire fresco y la peculiar forma que tiene de pasar el tiempo cuando haces turismo de interior consigan despertar en mí una inteligencia que sin duda me abrirá las puertas de Mensa?

La gracia está en que, descubres pronto, el gran objetivo de Good Sudoku está en facilitar el paso entre las birriosas partidas inconclusas de las que, no sin algo de vergüenza, hablaba en el segundo párrafo de este texto y la experiencia iluminadora, hermosa y casi mágica que documentaba el experto en sudokus Simon Anthony en su vídeo dedicado a The Miracle, el puzzle que al principio parecía una broma y media hora después te había dejado sin aliento. El sistema de pistas de Good Sudoku es el puente perfecto entre estas dos fases de la experiencia como aficionado al sudoku: en vez de simplemente darte pistas sobre cuál podría ser tu próximo movimiento, la inteligencia artificial analiza tu partida hasta ese momento y te propone la jugada más lógica para llevar a buen puerto el tablero, aprovechando la tesitura para explicar distintas estrategias y ayudarte a identificar situaciones y patrones. Un icono de un libro te permite tener siempre al alcance del dedo un glosario de términos casi cómicamente extenso y con el que es sorprendentemente fácil familiarizarse; en poco tiempo sabes ver cómo has llegado hasta un sitio y cómo deberías avanzar para no bloquearte el progreso, y lo que antes eran trucos o trampas van descubriéndose como útiles atajos que eliminan gran parte de los procesos menos interesantes del juego en sus versiones más tradicionales (tanto las de papel y lápiz como muchas de las apps que suelen encontrarse en móviles y tablets) para poder centrarse solo en lo que hace que los sudokus no solo sean un pasatiempo extremadamente popular sino que puedan dar lugar a, por ejemplo, canales de YouTube en los que se explica con pasión cómo funciona el juego, sus estrategias y sus infinitas posibilidades.

Me resulta tentador pensar en Clubhouse Games: 51 Worldwide Classics, la colección de juegos clásicos de mesa que, a base de contexto y guías, conseguía transmitir el gusto por una serie de entretenimientos que hoy consideramos poco sofisticados o incluso pedestres; dedicarle un tiempo y pensar de manera seria y sincera en la sencillez del mancala, por ejemplo, hace que sea aún más apasionante jugar a este juego cuyas reglas han mantenido su vigencia durante siglos, milenios incluso. El sudoku parece poca cosa cuando lo pones al lado de The Last of Us Parte II o Cyberpunk 2077, sin duda, pero gracias a experimentos como este (que no son extraños para Zach Gage, que ya ha trabajado sobre pasatiempos populares con Flip Flop Solitaire o el hiperpopular SpellTower; también con un juego tan venerable como el ajedrez, que alteró en Really Bad Chess) es más fácil encontrarle el interés a este pasatiempo matemático, definitivamente más profundo de lo que puede parecer por su gran presencia en las secciones menos prestigiosas de periódicos y quioscos.

En realidad creo que sería injusto decir que Good Sudoku es un experimento, porque es una app suficientemente contundente como para que los cuatro euros con algo que pide para desbloquearse del todo después de la descarga gratuita resulten más que razonables. Además del modo de juego normal (aquí llamado, apropiadamente, Good) hay otros tres que, con pequeños toques de videojuego más tradicional, añaden una capa de reto al proceso de aprendizaje. En Arcade, cada movimiento cuenta: cuando colocas en el tablero un número incorrecto el juego te avisa del fallo y pierdes uno de los tres corazones que tienes; por cada pista que usas pierdes un cuarto de corazón. Mientras que en el modo estándar es posible (aunque no siempre útil) abusar de las pistas y las ayudas, en Arcade hay que saber jugar un poco más y moverse con algo más de confianza por el tablero; anotar gana una nueva dimensión y cada número que colocas tiene más peso, porque ha de ser el definitivo. Por su parte, Eternal es algo así como un modo Arcade infinito: en vez de resolver puzzles individuales, aquí te enfrentas a una serie infinita de sudokus y tienes que llegar tan lejos como puedas con los mismos tres corazones. El precio de pedir una pista es el mismo que en Arcade, pero la percepción es distinta: ese cuarto de corazón puede marcar la diferencia cinco, diez o veinte tableros después. Las decenas de miles de sudokus distintos que hay en la app se dividen en cinco niveles de dificultad; por si hicieran falta más, el modo Create permite diseñar y compartir puzzles con otros jugadores, una opción que (de momento) me queda demasiado grande.

Lo que quiero decir con esto es que Good Sudoku es un videojuego genuinamente bueno y que puede mirar a los ojos, aunque de manera intuitiva podamos pensar que no es así, a cualquier otro, tanto por cantidad como por calidad. Su valor no está en que puedas dedicar miles de horas (o en que tengas que hacerlo) a resolver sus decenas de miles de puzzles, ni en que su envoltorio sea especialmente bonito, que lo es: el mimo que hay en cada pantalla y en cada interacción es asombroso, difícil de ver en la mayoría de aplicaciones que se pueden descargar en la App Store. El valor de Good Sudoku está en el rigor y el buen gusto con que todo rema en una misma dirección, y en el hecho mismo de que esa dirección sea hacer que todo lo que tiene el sudoku de inteligente e interesante resalte, brille con luz propia, sin que las incomodidades y los inconvenientes de hacer un sudoku se pongan en medio. Empecé pensando que Good Sudoku me estaba haciendo un favor ayudándome a resolver puzzles y enseñándome las maneras más apropiadas o mejores de hacerlo; pensaba que el beneficiado era yo, ya digo, cuando en realidad lo que Zach Gage y Jack Schlesinger han conseguido es volcar todo su talento y sensibilidad en el sudoku mismo, ofreciendo una experiencia de una pureza enorme y que transmite, en última instancia, una enseñanza universal: la de que es posible ganar mucho si le dedicas el tiempo suficiente a estudiar un juego, cualquiera, y que probablemente el aprendizaje mismo sea una recompensa; no un medio, sino el fin en sí mismo.

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  1. jk_eye

    Buenísimo el video de Simon Anthony resolviendo ese miracle. A priori se podría pensar que el aumento de reglas aumentaría la complejidad, pero esas reglas se convierten en la única vía posible para resolver ese vacío panel inicial.

    1. Cyberrb25

      @jk_eye
      Los vídeos de Cracking the Cryptic son la droga que me ha hecho pasar sin pegarme un tiro esta cuarentena. Hay algo hipnótico en cómo hacen los distintos tipos, y las bromas de «cada vez que diga X chupito» las reconoce hasta el propio Simon.

  2. Litospk

    Victor, el Sudoku es lo mejor que hay. Le he echado mas horas a la app de Sudokus que a cualquier otra cosa

  3. visualmethod

    Llevo dándole a los dailies desde la semana pasada. Una enganchona que no me esperaba y que puede (aunque lo dudo) que desbanque a Threes como mi pasatiempos en el móvil. Además la respuesta háptica al ir rellenando casillas es muy satisfactoria.

    Editado por última vez 11 agosto 2020 | 18:04
  4. Mijel

    Hubiera sido un golpe maestro poner un sudoku en el análisis 🙁

    Lástima que no esté en Android, los sudokus son para el verano.

  5. homero12

    No miento cuando digo que el video de «The miracle sudoku» me ha emocionado…Increible

  6. Ernest Rodés González

    No es un videojuego que me llame la atención. Pero dejando esto de lado, he de admitir que los que has explicado en este análisis me ha parecido interesante.