Hic sunt dracones

Análisis de Toren

Análisis de Toren

Siempre que iba a mi médico, mientras él hablaba sobre mi estado de salud y mi progresión, yo le escuchaba con un ojo puesto en la colección de dibujos infantiles que presidía su despacho, apretujados sobre un panel de corcho donde ya no quedaba ni un solo espacio. Por el tono del papel se podía adivinar el orden de antigüedad, y no parecía que el doctor le diese mucha importancia: folios amarillentos que no podían tener menos de una década luchaban por exhibirse, solapándose con hojas de un blanco aún inmaculado, todas con un nombre de pila garabateado en caracteres redondeados en una esquina siempre visible. Sus pacientes más pequeños debían de tenerle mucho cariño, aunque siempre pensé que el hecho de tener aquellos dibujos expuestos había ejercido de reclamo, de estímulo creativo para otros niños que tras contemplar aquel mosaico caótico se animaban a venir a la siguiente consulta con un folio lleno de formas y colores bajo el brazo. Es quizá una de las primeras frases que aprendemos a decir, “yo también”, aunque no era necesario verbalizarlo porque el médico ya tenía su propio protocolo: observar el dibujo a distancia y al detalle, acercándose y alejándose la hoja, hacerse el sorprendido con un “¿Esto lo has hecho tú? ¡Eres un artista!” y asegurarse de clavarlo en su colección ante la orgullosa mirada de su paciente, que salía de la consulta con paso decidido, su pequeño ego un poco más grande, una piruleta entre los labios y la hermosa satisfacción del trabajo bien hecho.

Lo sé porque uno de aquellos dibujos era mío.

Con Toren tengo la sensación de estar otra vez fijándome en aquel corcho decorado de dibujos. Hay de todos los estilos (plastidecor, cera, lápiz, tinta, acuarela…) y de todas las formas (una casita en el campo, una familia en un coche, un Son Goku, un dinosaurio…) pero hay uno que no parece encajar en el flujo de los demás, uno que está allí más por una necesidad de recibir elogios y de encajar entre el resto que por una cuestión creativa. Quiere ser bonito, quiere agradar, y se pueden distinguir trazos basados en otros dibujos del panel (los más vistosos, los reyes del corcho que brillan con luz propia) con la esperanza de destacar pero al mismo tiempo también de confundirse entre la élite, de ser uno más entre los mejores. Pero no lo consigue: el resultado es pobre en la ejecución y vacío en la inspiración, y la imposibilidad de despreciar algo que nos enternece pero nos parece sencillamente malo acaba derivando en una sensación parecida, de algún modo, a la tristeza.

Desarrollado por los desconocidos Swordtales y financiado por el gobierno de Brasil a través de la Ley Rouanet que incentiva la inversión en cultura a base de deducir impuestos a empresas y particulares, Toren parece nacer de la necesidad de su nación emergente por poner su primera piedra importante en el mundo del videojuego en su vertiente más humana, divulgativa y artística. Y es que se trata de un juego muy centrado en el lado estético de su propuesta que busca apostar sobre seguro inspirándose en referentes como Team Ico, Hayao Miyazaki o los Zelda más preciosistas, pero falla estrepitosamente en la forma de plasmar esa influencia. En lo técnico, Toren toca con los dedos el desastre absoluto, con unos modelados que tratan de buscar ese equilibrio perfecto entre lo rudimentario y lo bello de Shadow of the Colossus y no lo consiguen ni de lejos, una iluminación tan atrevida como áspera que nos desconecta a menudo de su ambientación, un control torpe (el salto es de lo peor que he visto en las últimas dos generaciones) y un rendimiento que roza la inadmisible, con la pantalla partiéndose a pedazos por la mitad en cada travelling aéreo, apariciones súbitas de texturas que parecen haber decidido no presentarse hasta el último momento y problemas de framerate del todo incomprensibles dada la potencia de una PS4 y la aparente poca exigencia gráfica del juego.

La historia tampoco parece tener nunca muy claro qué nos quiere contar, aunque en este caso el formato narrativo cuasi poético y la introducción de varios conceptos de la mitología nativa de Brasil pueden justificar esa aparente vaguedad: una niña nace al pie de una torre mitológica y debe ir subiendo niveles persiguiendo a un dragón maligno hasta la batalla final en la cima, mientras un mago nos explica unas movidas místicas. La niña crece a medida que avanzamos, desde los primero gateos como bebé hasta los últimos estertores como una especie de diosa anciana, pasando por la infancia de exploración y la vida adulta de batallas a golpe de espada. Hay algo detrás de toda la fanfarria espiritual, algo que sospecho que está relacionado con Paulo Coelho y el lado más new age, más aborrecible y más incorpóreo de la literatura de autoayuda, pero quizá sea solo una impresión mía fruto del prejuicio.

Análisis de Toren

La mecánica de Toren también es ambigua y difícil de clasificar: en algún lugar entre la aventura, las plataformas y el puzzle, pero sin entregarse del todo a ninguna de las tres. Exploramos entornos y resolvemos rompecabezas sencillos, y a veces entramos en combate. Quizá sea la faceta que parece más consciente de las limitaciones propias del juego, y la que ayuda a salvar los muebles: si el salto es horrendo, se ponen pocos niveles de salto; si el combate es discreto, se apoyan las batallas en los rompecabezas. Al final, la fórmula se equilibra y aunque no arregla los severos problemas de Toren, si nos ayuda a fijarnos un poco más en los puntos positivos y en hacer de la experiencia algo fluido y libre de frustraciones.

Cuando uno observa el artwork de Toren puede contemplar la belleza que sus creadores buscan plasmar en el juego, y es cierto que el juego sabe ser espectacular en el diseño de algunos escenarios, sabe exhibir una estética entre el surrealismo y el modernismo que hacen de él algo muy especial. Jugarlo ha sido conmovedor en menos ocasiones de las que debería, y la conexión emocional con el jugador es algo que no termina de trabajar del todo bien, pero sobre todo es un juego que le hace a uno preguntarse continuamente si basta con ser bonito, y serlo solo a veces; si la ternura de un proyecto lleno de bondad y buenas intenciones puede salvarle del correctivo. La conclusión al final siempre acaba por ser la misma en mi caso: Toren se merece unas bofetadas, pero esas bofetadas me duelen más a mí que a él. [5]

Redactor
  1. Nirv

    Tampoco se puede esperar demasiado ante lo que se intuye, como primer proyecto de estudio recien ensamblado. A falta de probarlo, viendo el trailer unicamente, se ve como un punto de partida decente para empezar a mejorar las cosas.

    Por lo menos hay buenas intenciones en el proyecto, cosa que empieza a perderse en el panorama actual.

  2. Mominito

    Yo ya había calado que sus mecánicas de juego por los vídeos estaban verdecillas… Pero bueno una pena. Estos artístias en manos de gente que sepan construir bien las bases y mecánicas del juego hubiera sido otro cantar.

  3. Gegr is Win

    Exactamente lo que dice nirv, al menos se ven las buenas intenciones y los referentes que toman son mejores que los del princupe árabe del otro día.

  4. pachuli

    Uffffffff que candela que le habeis dao al juego y mira que le veo formas en lo estetico pero señores esto no es un cuadro.

  5. Tinyturrets

    Coelho. Me cago en mi vida.
    Al menos no es caro, así que la oportunidad se la voy a dar igual.

  6. Rustgladiator

    Cuando leo los análisis de @pinjed los leo en mi cabeza con la voz de Max Payne, lo que multiplica considerablemente el nivel de epicidad en un 200%

  7. Selinkoso

    es un popurri de ideas mal pegadas y una falta total de identidad propia, como todos los videojuegos aquí en suramerica.

  8. Mockingbird

    Siempre duele más cuando fracasan proyectos que son diferentes. 🙁

  9. Javieres

    Joder que feo el pelo

  10. Esfera

    Una pena, tenía curiosidad por el juego porque por el trailer me pareció algo más, algo de provecho que le podías sacar al jugarlo. Una pena.

  11. Dar99

    Genial texto Pinjed, la comparación que has hecho al principio con el dibujo que quiere destacar en la consulta del médico me ha parecido soberbia. Pobres desarrolladores, seguro que su siguiente intento les sale mejor!

  12. Maya VVVrea

    Qué lástima. Estaba apunto de comprarlo, pero he frenado para ver primero qué se decía por aquí. Mejor lo dejo donde está, pero con dolor, porque estéticamente me llamaba como pocos me han llamado últimamente. A ver si llega Rime de una vez y sacia esa sed de belleza indie que llevo.