Time Flies

31 de julio de 2025
PC, Nintendo Switch y PlayStation
Playables / Panic

Then am I / A happy fly, / If I live, / Or if I die.
William Blake – The Fly

La vida es efímera. Por lo general quienes hablan de ella como un regalo que celebrar a diario suelen ser o personas que por desgracia han estado muy cerca de la muerte —suya o de un ser querido— o aprovechados que engrosan su cuenta bancaria con mensajes motivacionales vacíos. Sea cual sea el caso, todos están condicionados por la comodidad que nos aporta ser criaturas cuya esperanza de vida está en varias decenas de años, incluso en los países más desfavorecidos. No es el caso de especies como la Musca domestica, ya que las moscas no viven mucho más de medio mes. Quizá esto es lo que ha llevado a muchos autores a recurrir a estos insectos para abordar la brevedad de la vida, pero hasta Time Flies nadie había aprovechado para sumar a esta representación la divertidísima mecánica de los bucles temporales.

Si somos precisos, puede que hablar de viajes temporales no sea del todo correcto, lo que sucede en Time Flies se aproxima más al aprendizaje heredado, ya que nuestra diminuta mosca dispone solo de unos pocos segundos para tratar de realizar una lista de tareas, algo imposible en tan poco tiempo… al menos al principio. Es irrelevante si queremos leer la situación como una misma mente saltando de vida en vida para controlar a la mosca de turno o si queremos verlo como un trabajo colectivo a través de decenas de vidas, como si de Clair Obscur: Expedition 33 se tratara con su lema «por los que vendrán después». Al igual que ciertas expediciones tendieron puentes y prepararon sistemas de escalada para facilitar la misión de sus sucesores, todo lo que descubramos con una mosca será esencial para las que lleguen después.

Me cuesta mucho asumir que voy a morir. La integridad del avatar que controlo se convierte en mi principal preocupación, incluso en un juego como Time Flies en el que no solo vamos a morir muchas veces, sino que alguno de los objetivos que tenemos que cumplir para superar algún que otro nivel es, precisamente, palmarla. Desde Panic señalan el parecido de las aventuras de la(s) mosca(s) con el festival de gamberradas de la gansa en Untitled Goose Game y no les falta razón; Time Flies nos invita a completar una lista de tareas con nombres sugerentes y para descubrir qué tenemos que hacer no nos queda otra que trastear con todo lo que encontremos en las estancias monocromáticas dibujadas a mano.

La curiosidad es el mejor motor para impulsar nuestras ganas de explorar. Cada acción exitosa está acompañada, como poco, de una leve sonrisa al descubrir a qué se refería la lista de tareas al decir que hiciéramos sonreír a alguien, que nos fuéramos de gira, que confiáramos en alguien o que hiciéramos amigos. Cumplir con todos los objetivos de cada una de la listas —sin decir cuántas zonas ofrece el juego podemos indicar que son más de una y menos de las que podrían resultar demasiadas— parece imposible al principio, pero una vez sabes qué hacer y cómo suele ser viable en un primer intento si se tiene claro el orden a seguir.

Time Flies recompensa nuestra curiosidad; lo hace mediante la satisfacción que supone encontrar la forma de completar una de las tareas, pero también con el descubrimiento de cierto coleccionable secreto, con interacciones muy bien pensadas o, y esta es sin duda lo más satisfactorio del juego, con la posibilidad de doblegar el espaciotiempo en nuestro favor. Ante la duda, las manecillas de cualquier reloj pueden ser nuestro mejor aliado, pese al doble filo de su hoja.

Al contrario que en Threshold, el juego de Julien Eveillé publicado por Critical Reflex el año pasado, Time Flies sí indica de forma clara y desde el comienzo cómo afecta a nuestra partida la elección del país. En este caso la variable es el tiempo de vida de la mosca, una cantidad ligada a la esperanza de vida del país elegido; en el caso de España, mi elección en automático antes de leer siquiera qué implicaba —el juego lo deja claro, pero a veces uno se lanza a jugar con tanto ímpetu que entra cual elefante en cacharrería—, la esperanza de vida según la OMS es de 82,7 años, por lo que cada partida empezará con 82,7 segundos. Podemos modificar el país elegido tras cada muerte, por lo que la dificultad del juego está en nuestras manos.

Time Flies consigue que una simple mosca, con sus limitaciones evidentes —no le sienta muy bien el agua, ni el fuego, ni las aspas de un ventilador; su fuerza da para lo que da y su velocidad de vuelo es constante y poco apresurada—, ofrezca un gameplay realmente entretenido. A la sensación general contribuye el apartado sonoro y la fisicalidad de la mosca, que rebota justo como imaginarías que una mosca debe rebotar al toparse con una superficie sólida, por ejemplo. El juego de Playables, desarrollado por Michael Frei y Raphaël Munoz, es un juego redondo. Time Flies no solo habla de lo efímera que es la vida, sino de la buena idea que resulta emplear nuestro tiempo en alimentar nuestra curiosidad y no olvidarnos de pasarlo bien. La vida es suficientemente dura como para renunciar a jugar.

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Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la universidad de lo de Cifuentes, Juan es una de las voces de NAT Moderada y ha colaborado en medios como BreakFast, Desayuno Continental y Cocinando Fandoms. Observador nato, le encantan los gatos y si algún día ves que te mira intensamente es porque quiere grabar un podcast contigo.

  1. carlosgargra

    Juan, me encanta el artículo, solo un apunte, cuando usas el nombre científico de una especie la primera letras de la primera palabra (el género) va en mayúscula. Por cierto, muy bien usada la cursiva, enhorabuena, no se suele ver bien escrito más allá del ámbito de la biología.

    1. Juan Salas

      @carlosgargra
      ¡Muchas gracias por el apunte, lo corrijo!