Nostalgia desprovista de culpa

Partisans 1941

El historiador Alberto Venegas analiza este título de estrategia táctica que nos invita a dirigir a un grupo de partisanos soviéticos encargados de combatir al ejército nazi en la URSS.

Argumentaba Svetlana Boym que la nostalgia es la historia desprovista de culpabilidad, la abdicación de la responsabilidad general con lo pasado, un regreso al hogar libre de culpa, un fracaso ético y estético. El videojuego ruso distribuido por una empresa alemana, Partisans 1941, encaja en esta descripción, tanto por su contenido como por su forma. 

El título de estrategia táctica sitúa al jugador al mando de un grupo de partisanos soviéticos dedicados a eliminar la presencia nazi en la URSS. La forma de llevarla a cabo resultará similar y muy familiar a todo aquel que haya jugado a la conocida serie Commandos. Las decisiones de diseño del estudio ruso parecen extraídas directamente de la serie española. Un grupo de personajes variopintos, cada uno de ellos con habilidades diferentes, deberán emplearse de manera conjunta para acabar con la presencia nazi en cada uno de los mapas. Nada más comenzar se apoderará del jugador un fuerte sentimiento nostálgico que le llevará a recordar las tardes pasadas frente a la pantalla durante los últimos años noventa y primeros dos mil. 

Como ocurría en la conocida saga española de estrategia las misiones tendrán misiones heterogéneas, desde envenenar los abastecimientos alemanes hasta eliminar a figuras destacadas de la jerarquía militar alemana. La diferencia estriba en los momentos transcurridos durante estos mapas. En la saga Commandos un escenario sucedía al siguiente sin interrupción, en cambio, en Partisans 1941, estos momentos serán ocupados con la gestión del campamento y la elección de diferentes misiones, siguiendo el mismo planteamiento de obras recientes como This War of Mine, Darkest Dungeons, Warsaw o Through the Darkest of Times. Será durante estos espacios cuando los partisanos podrán descansar, construir nuevos servicios para el campamento, realizar pequeñas misiones de propaganda y recolección de recursos y gestionar el material acumulado durante todas estas misiones. Cada una de ellas estará ligada a la anterior a través de una trama de sacrificio y lucha por la liberación de la Unión Soviética. Nada de esto se hablará durante las estancias en el campamento, testigo mudo de la heroicidad partisana, ya que el peso de las conversaciones es nulo, salvo algunos testimonios aislados en los mapas de cada una de las misiones y algunas conversaciones fragmentadas antes de encarar cada objetivo principal, 

Llama la atención la presencia de la sociedad civil en los mapas, una sociedad civil que se representa divida en dos grupos muy bien diferenciados, sin matices y sin interferencias entre ambas: la colaboracionista y la resistente. La primera de ellas aparecerá bajo el nombre de polizei y serán siempre retratados como cobardes y traidores, de hecho durante las pantallas de carga el propio juego quedará meridianamente clara la condición moral de los colaboracionistas, en clara sintonía con el discurso oficial emitido actualmente por el Kremlin y del que luego hablaré. Los resistentes aparecerán en cambio alabando la labor de los partisanos, facilitándoles armamento y ayuda y asignando al jugador pequeñas y opcionales misiones secundarias que añaden una mayor profundidad al juego, sin ser por ello capaces de aliviar la excesiva linealidad y maniqueísmo de la obra. No existirá mención, en cambio, a las causas de la guerra, al escaso equipamiento y la limitada preparación de buena parte de la tropa soviética durante los primeros años de guerra, al pacto Ribbentrop-Mólotov o los campos de exterminio y concentración levantados por las tropas alemanas durante su ocupación de Europa del Este, tan solo veladas referencias al transporte de prisioneros a Alemania, como tampoco podremos ver símbolos nazis. Una representación del momento que choca frontalmente con la realidad de la época. 

La partida transcurrirá entonces entre estos dos espacios: el campamento cuartel general y los escenarios donde se desarrollan las misiones, entre ellos el jugador deberá navegar por los distintos menús que le permitirán gestionar el inventario de cada personaje y su árbol de habilidades, modificable a medida que el personaje acumule experiencia gracias al asesinato de militares alemanes. Este progreso por el árbol de habilidades permitirá cierta especialización añadiendo, además, una capa estratégica más en la selección tanto del personal como del equipo para solventar los diferentes objetivos. Uno de estos menús corresponde a la Historia, escrito con mayúsculas. En este apartado podremos encontrar citas y referencias del periódico Pravda, órgano oficial de la comunicación del PCUS, además de otras referencias históricas al periodo como fotografías, pequeños libros u otros elementos, ya que el juego posee una fuerte dimensión nostálgica en la representación del pasado, una dimensión que entronca con la opinión popular rusa liderada por el gobierno de Vladimir Putin.

De acuerdo con José M. Faraldo en su libro El nacionalismo ruso moderno «bajo el presidente Putin se rehízo la mitología de la Segunda Guerra Mundial». Este cambio en el recuerdo de la guerra supuso el abandono del discurso soviético, por ejemplo se recuperó el himno nacional estalinista, pero con un texto diferente, y los aniversarios del final de la guerra comenzaron a celebrarse con extensos desfiles militares. El propio Putin participó personalmente en la creación de esta nueva memoria a través de la escritura de artículos que trataban de enmendar los errores de representación de la guerra en Occidente a favor de Rusia. Los libros de texto abandonaron como lugar de memoria la Revolución de Octubre de 1917, la cual quedó emparentada con las ocurridas durante el siglo XIX, ligadas todas ellas a colectivos antipatriotas y rusófobos, y adoptaron como momento cumbre de la Rusia actual la Gran Guerra Patria (la Segunda Guerra Mundial) y el sacrificio ruso, no soviético, que permitió la derrota del fascismo nazi y la liberación de los pueblos hermanos de Europa Oriental. Tanto Putin como sus ideólogos más cercanos aprovecharon el fuerte impulso nostálgico de la década de 1990 y lo canalizaron a su favor convirtiendo la conflagración mundial en un lugar de especial relevancia para su nuevo nacionalismo ligado a una imagen de Rusia muy concreta, de acuerdo con Simon Dixon:

La autoimagen dominante en Rusia, ha sido de sacrificio antes que triunfalista. Las cualidades de moral, bondad y paciencia, junto con el coraje físico, se estiman más que la astucia y la habilidad. Los padecimientos del siglo XX, revolución, guerra civil, campos de concentración, colectivizaciones y Segunda Guerra Mundial, han contribuido a mantener en la narración identitaria de los rusos esa idea de pueblo víctima de la historia

Y nadie personaliza mejor esa idea de sacrificio, coraje, bondad y padecimiento que la figura del partisano, la cual ha pasado en la Rusia actual a convertirse en la encarnación del pueblo ruso alzado en armas y listo para sacrificarse por la patria.

El jugador de Partisans 1941 debe contextualizar su discurso en este marco, en la recuperación para la memoria estética rusa de la guerra de figuras como la francotiradora Liudmila Pavlichenko, protagonista del film ruso-ucraniano La batalla de Sebastopol, de fuerte impronta nacionalista, del gigantesco éxito de la cinta Stalingrado, la película más cara de la historia de Rusia dedicada por completo a exaltar la heroicidad de los soldados que participaron en la trágica batalla, del ocultamiento y negación del Pacto Ribbentrop-Mólotov, de la disputa memorística y política en torno al bosque de Katyn, del firme ataque y boicot al videojuego canadiense Company of Heroes 2 y al videojuego ucraniano Metro: Exodus, tachado de rusófobo, y de la última encuesta del centro Levada sobre la figura de Stalin, que arrojó un dato muy llamativo: hasta un 70% de ciudadanos rusos lo juzgaban positivamente, el dato más alto desde que el centro empezó a preguntar por ello en 2001.

Todas estas ideas del nuevo nacionalismo ruso se encuentran presentes en la obra de Alter Games, el cual presenta al jugador durante sus primeros compases a dos militares capturados por la Wehrmacht que logran escapar, gracias a su coraje físico y la ayuda de un joven ruso, de un campo de prisioneros provisional. Tras escapar se reagrupan en un viejo campamento desde donde comienzan a realizar las acciones partisanas contra el ejército nazi. Todos los partisanos que el jugador podrá controlar no dudarán un solo segundo en tomar las armas y enfrentarse al peligro. No asomará una palabra de duda o vacilación. La moral y el amor hacia la patria serán absolutos. Todas las mecánicas que el jugador podrá gestionar para solventar los retos y problemas que el juego plantea respaldan este discurso histórico. La figura del soldado del Ejército Rojo se une a la del pueblo ruso para crear a los dos partisanos rusos que no harán mención, en ningún momento, al marxismo-leninismo o al comunismo, ya que de acuerdo de nuevo con Faraldo: «ante el escaso appeal de la utopía revolucionaria, la tragedia bélica y el impulso nacionalistas se convertían en el lazo que unían la compleja sociedad soviética». Tampoco habrá, por supuesto, mención negativa alguna al Gran Timonel, a Iósif Stalin, figura recuperada también para el discurso nacionalista de la Rusia contemporánea. 

Estas características del discurso nacionalista ruso actual presentes en Partisans 1941 no se antojan en exceso diferentes a otras representaciones del momento elaboradas en otros países, como Estados Unidos. Todas ellas se encuadran dentro de lo que Svetlana Boym denominó nostalgia restauradora, la cual «pone énfasis en el nostos y su finalidad es reconstruir el hogar perdido y remendar los huecos de la memoria […] Esta es la nostalgia característica del nacionalismo en cualquier lugar del mundo. Los nostálgicos restauradores se dedican a fabricar mitos históricos antimodernos. Para ello proponen un regreso a los símbolos y mitos nacionales». Alter Games, a lo largo de todo su juego, presentan todos los símbolos y mitos nacionales asociados a la memoria rusa contemporánea de la guerra comprimidos en la figura del partisano. Una figura que la ensayista bielorrusa, y Premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexievich ha desmontado entrevista a entrevista en sus conocidos ensayos.  

En conclusión, Partisans 1941 es un sólido videojuego de estrategia táctica que reproduce con entusiasmo diseños y patrones ya probados en obras anteriores como Commandos o This War of Mine. El resultado final es divertido y atractivo aunque el estudio deberá seguir trabajando en él para mejorar los modelos de los personajes y solucionar fallos en mecánicas como la apertura y cierre de puertas o la selección de iconos en el mapa. Sin embargo el aspecto que más ha llamado mi atención, como historiador, es la representación nostálgica del discurso nacionalista hegemónico en la Rusia actual, que viene a sumarse al camino ya tomado por otros países como Polonia o China, los cuales han comenzado a desechar el discurso estadounidense e implantar en sus obras virtuales de historia su propia memoria ligada a intereses políticos contemporáneos. 

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Colaborador

Alberto Venegas es profesor de ciencias sociales en la educación secundaria, doctor en Historia por la universidad de Murcia, director de la revista Presura y autor del libro Pasado interactivo: memoria e historia en el videojuego, publicado por la editorial Sans Soleil.

  1. Ryszard

    Gran análisis Alberto. Muy interesante.

    Llevo siguiendo este juego algún tiempo, como fan de este género. Probando la demo y viendo la procedencia del estudio, no esperaba menos en cuanto a la ideología que lo impregna.

    Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que estás por aquí como historiador, ¿por qué seguimos viendo «modificados» los símbolos nazis en algunos juegos?

    Tenía entendido que hace no mucho Alemania matizó la ley sobre los símbolos nazis. No es que me importe especialmente, pero sí que es verdad que queda raro siempre (o casi siempre) ver la crucecita negra en lugar de la esvástica.

    Para acabar, ¿tienes un ojo echado a War Mongrels? Tiene bastante buena pinta, y su márketing va bastante enfocado a que quieren mantener cierta «fidelidad histórica». Viene de un estudio polaco, y siempre me interesa mucho ver las obras sobre la época salidas de Polonia.

    EDITO: revisando el War Mongrels veo que son los creadores de Hatred y toda mi ilusión se va un poco al retrete…

    Editado por última vez 27 octubre 2020 | 09:27
  2. Aristóteles

    «de la disputa memorística y política en torno al bosque de Katyn»

    ¿De qué disputa se habla? Fue una de las peores matanzas de la guerra.

    Por cierto, Franco también tuvo un gran aceptación popular al final de su gobierno y no por ello deja de ser un dictador.

    1. alcolitro

      @aristoteles
      El tema es que el pueblo ruso pasó de monarquia absolutista a dictadura comunista. En España hemos experimentado periodos democráticos previos a la dictadura que nos permite ver clararamente qué era Franco. Si hubiéramos pasado de Carlos IV a Franco, y de ahí a un Putin, igual Franco no nos parecía dictador, sino una continuidad del absolutismo.

  3. Howard Moon

    Hay que decir que el triunfo de la visión que ¿Putin? quiere imponer tiene otro factor importante para, como parece, ser exitoso.
    Me refiero a la perestroika, la introducción del credo neoliberal en, si me permiten, la madre Rusia.
    Hecho que provocó nefastas consecuencias, como no tener gas en invierno en la mismísima Moscú. Teniendo en cuenta el volumen de yacimientos gasíferos de Rusia el asunto es aun mas truculento.
    Pero también hubo un daño moral importantísimo a la propia autoestima del pueblo Ruso.
    Pienso que en el caso de ser un Ruso o Rusa no gay (y la homofobia es fuerte en los pueblos eslavos en general, no solo en Rusia) debe ser difícil no tener una visión positiva de Putin.

    Me hizo gracia, en un buen sentido, enterarme al final del articulo que era un análisis de un videojoc. Aunque lo había leído al entrar en el, pensando que era de chiconuclear, por la misma tónica del articulo lo olvidé rápidamente. Muy interesante leer un análisis como este. Aunque personalmente me hacen ruido algunas cuestiones que plantea.
    Ya que va de historia el asunto quiero dejar una cita que me gusta mucho:

    «Para los historiadores, las guerras vienen a ser algo sagrado; rompen
    a modo de tormentas saludables o por lo menos inevitables que,
    cayendo desde la esfera de lo sobrenatural, vienen a intervenir
    en el decurso lógico y explicado de los acontecimientos mundiales. Odio
    ese respeto de los historiadores por lo sucedido sólo porque ocurrió,
    sus falsas reglas deducidas a posteriori, su impotencia que los induce
    a postrarse ante cualquier forma de poder.»

    Editado por última vez 27 octubre 2020 | 15:50
  4. Howard Moon

    Ah, este buen hombre es el que había escrito el buenísimo articulo sobre Afganistán. Como pasa el tiempo, ay! xD

    1. Morfeo

      @telvanni
      Lo puedes compartir? Gracias.

      1. Howard Moon

        @morfeo
        Hola. Dale click a su nombre y te aparecerá ese articulo y los otros que escribió en Anait.

        También es fundador de http://www.presura.es/

        Te recomiendo «La ultraderecha y el videojuego: usos e imágenes».

        Editado por última vez 27 octubre 2020 | 19:20