Birth

17 de febrero de 2023
PC
Madison Karrh // Wings

Vivir en ciudades me hace ser consciente de mi soledad.
Construiré un cuerpo, una criatura, un amasijo de huesos,
una amistad, una compañía, un corazón húmedo y cálido.

El horror corporal se basa en el miedo inducido por alteraciones o distorsiones grotescas del cuerpo humano. Es un temor que existe porque nos recuerda la fragilidad del cuerpo, la crudeza de lo que podemos llegar a ser y nos hace preguntarnos qué camino hay que evitar para vernos como el horror que tenemos ante nosotros. Birth, el nuevo juego de Madison Karrh, sigue los pasos de sus antiguas obras con este recurso de la literatura gótica para presentarnos un mundo que se presume incómodo y hostil, pero que orienta el body horror hacia un lugar plácido y cercano a través de un viaje de reconstrucción personal.

Porque Birth, desde luego, está lejos de ser un juego de terror. En él, encarnaremos a un alma perdida que se ha mudado en una nueva ciudad, una situación de soledad que bebe de las experiencias de su autora y que ha querido plasmar por medio de la búsqueda de un individuo para encontrar esa ansiada compañía. Alguien perfecto para nosotros con quien compartir, descargar y afrontar una realidad imposible de esquivar, pero que pide a gritos un apoyo incondicional para no tener que vivirla en soledad. No lo encontraremos, sin embargo, a través de conversaciones con desconocidos hasta dar con el indicado, sino que tendremos que construirlo después de reunir todos los huesos y órganos que permiten que una persona sea funcional. Esta extravagante premisa será la que nos permita atravesar la ciudad desconocida en la que somos recién llegados, un lugar inhóspito y estrafalario que parece estar lejos de darnos la bienvenida, pero que nos entregará toda su amabilidad en el momento en el que nos paremos a comunicarnos con él.

Como jugadores, nuestra forma de hablar con Birth es a través de un género tan explorado por Karrh como el de los point-and-click. Parece el único acercamiento posible a un título tan incómodamente aterrador en sus entornos marchitos y decadentes, sus habitantes a medio camino entre humanos y animales, y unas normas lógicas que quedan lejos de ser familiares. Como la única forma de hacerlo será a través de tocar, probar y palpar, muy pronto aprenderemos que el prisma a través del que lo vemos en un principio no nos permite percibir con claridad todo lo que tiene que ofrecer. Los trazos dibujados a mano de su arte único cada vez se sienten más cálidos, más familiares, más nuestros; van representando poco a poco un lugar donde tal vez no sea tan mala idea quedarse. Muy pronto, de hecho, casi pasaremos por alto que haya que crear el mejor cóctel de bichos para poder entrar al bar o aceptar una moneda de una rata escondida detrás de una esquina.

Esa amabilidad, cada vez más evidente, se puede encontrar también en la propia búsqueda de todo el material que necesitamos: a través de puzles sencillos que no dejan de ser una excusa más para ponernos en contacto con todas las extrañezas de la ciudad, atravesaremos lugares tan costumbristas como apartamentos, su cafetería o la lavandería, donde habrá que identificar los entresijos de cada pequeña pantalla para hacernos con la siguiente pieza de nuestra creación. Será la propia ciudad la que nos premie a medida que vamos desenredando algunos de sus pequeños problemas, con una recompensa que pasará tanto por avanzar en nuestro mimetismo en nuestro nuevo hogar como por, tal vez, un fémur, un corazón o unos pulmones. Cada una de los órganos que encontramos, que nos recuerdan que además de crear vida no podemos olvidarnos de la inevitable muerte, nos dejará un pasito más cerca de completar la misión principal que propone Birth.

Conocer a la persona perfecta es un deseo que ha pasado por la cabeza de la mayoría de humanos, en muchos casos como un fin en sí mismo, porque todo es más seguro cuando no estamos solos. La idea de poder crearla, sin embargo, sería una solución ideal a la que es imposible llegar por mucho que cojamos de aquí y de allí; a pesar de nuestro imprescindible factor social, el objetivo último de nuestro camino en soledad al fin y al cabo no es el de hallar a nuestra alma gemela, sino el de conocernos mejor y ser capaces de acompañarnos a nosotros mismos.

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  1. Lucas S

    Gran análisis!

    Pd: ¿Es posible que haya texto duplicado?

    1. Óscar Gómez

      @lucas_s
      Yes, ya está actualizado, ¡gracias! 🙂

  2. JT'Salas

    Llevaba un tiempo detrás de este juego, pero no imaginaba que encontraría aquí un análisis. Sí podía esperar que, de hacerlo, sería uno bien lindo. Enhorabuena, caballero. Y gracias.

  3. orwellKILL

    Que bonito te ha quedado Oscar!!!
    Gratz!:):)