Alien sin el alien

El terror ambiental y retrofuturista de Spirits of Xanadu

El terror ambiental y retrofuturista de Spirits of Xanadu Sobre los nichos de mercado decía Lorne Lanning hace unos meses que era importante dar con uno y centrarse en él para tener un estudio sostenible que sencillamente viva haciendo juegos. Su teoría es que con las plataformas digitales se acabaron los límites en las estanterías de las tiendas, que cualquier idea a cualquier escala era susceptible de encontrar a su audiencia particular y amalgamar una comunidad capaz de seguir interesada en financiar nuevos proyectos dentro de ese nicho. Puede que eso sea lo que buscaban Allen Trivette y Lee Williams cuando decidieron meter en su juego de terror, Spirits of Xanadu, un insólito «modo pacífico». El nicho del terror sin amenaza. La historia tras Spirits of Xanadu recoge los tópicos que han ido dejando a lo largo de los años sus mayores referentes, como un caminito de migas de pan que otros creadores siguen embelesados por la belleza y la plenitud de sus obras favoritas. Alien ocupa el trono en la jerarquía de sus inspiraciones, pero se rodea de otras joyas del aislamiento y la angustia como 2001, Solaris o Stalker. En videojuegos tampoco están mal elegidas las musas: Deus Ex y System Shock 2. Alien Isolation no aparece en la lista porque Spirits of Xanadu lleva en desarrollo desde 2013, pero no cabe duda de que sus creadores debieron de disfrutar más jugándolo que sufrir temiéndose una idea como la suya pero mucho mejor. Trivette y Williams son, ante todo, hedonistas de la ciencia ficción y este juego es solo una proyección de sus pasiones montada por piezas en su tiempo libre. La nave Xanadu permanece varada en mitad del espacio después de haber hallado algún objeto de origen extraterrestre. Es una versión alternativa del año 1983 y a nosotros nos toca colocarnos el traje y entrar en la nave para averiguar qué ha pasado con la tripulación y llevar de nuevo el buque a puerto. La premisa clásica e infalible, la excusa que los guionistas ya ni se molestan en disimular porque es cuando el protagonista pone un pie en la nave el momento en que el tópico se dispersa y se produce el nacimiento de ideas y líneas narrativas novedosas, donde viene la verdadera mandanga. Spirits of Xanadu presenta una estética retrofuturista en dos capa evidentes: la propia ambientación del juego (es 1983, no lo olvidemos) y el mismo aspecto gráfico. Es algo así como un FPS noventero seminal pasado por un barniz de indie actual que le confiere cierto aire de desfase técnico simulado, algo parecido a lo que intenta ese homenaje al shooter titulado Strafe. La magia, en este caso, es la convicción de darnos una historia no lineal donde el combate sea sencillamente un especia con la que salpimentar escasos momentos de la experiencia, que lo primordial sea la exploración de la nave y el desarrollo de la historia que Williams escribió desde su casa en Londres. El Modo Pacífico es la piedra angular del planteamiento: los robots malignos dejan de atacarnos y la vida de la nave sigue su ritmo ignorando nuestra presencia, aunque la ambientación es tan opresiva que sigue siendo un juego de terror en el que uno pasa miedo. Sus creadores han sacado de la ecuación uno de los pilares de carga del género, la amenaza física o mental, y han dejado que sea la psicología del jugador (a menudo curtido en situaciones parecidas: caminar por pasillos oscuros en videojuegos) la que rellene los huecos de una forma tan involuntaria como efectiva. El terror ambiental y retrofuturista de Spirits of Xanadu Puede que Spirits of Xanadu recurra a fórmulas consagradas, pero la forma en que elimina barreras de acceso para los jugadores que buscan consumir solo una parte del producto y no tener que pasar por tiroteos y procesos de aprendizaje de mecánicas, establece una manera distinta de ofertar un juego. Una alusión a un sector muy concreto y silencioso, un tupo de jugadores poco amigos de la adrenalina y las opiniones vehementes. Escuchadores de cuentos más que vividores de aventuras. Y dar con esa pequeña tribu tiene su mérito, sobre todo para un juego hecho a ratos libres, con una historia nacida en Inglaterra y un diseño parido en Tennessee. Spirits of Xanadu está disponible en Steam, Humble, itch.io y su web oficial para PC, Mac y Linux por 14,99 dólares.
Redactor
  1. DarkCoolEdge

    Suena bien, habrá que ponerlo en seguimiento.

  2. Molinaro

    Joder lo que se puede hacer hoy en día modeando Minecraft…