Leemos en VG247 uno de esos datos sobre videojuegos que tanto nos gustan, como aquel que hablaba de los minutos de vídeo del último Yakuza.
Seguro que siempre quisisteis correr con un Helgast de Killzone en ModNation Racers, ¿verdad? Ahora que va a salir la tercera parte, qué mejor momento para echar unas carrerillas con estos nigérrimos personajes.
Es más un diario de desarrollo, pero no quedaba bien en el titular.
Guerrilla Games anunció ayer que PlayStation Network alojará la demo del modo campaña de Killzone 3 a partir del 16 de febrero (y una semana antes, el 9, los suscriptores del servicio PSN Plus) y para que les escuchemos con más atención han decidido acompañar al anuncio con un nuevo tráiler de su inminente retoño tridimensional rebosante de claroscuros alemanes.
Ellos tendrán en exclusiva la demo de Crysis 2, pero vosotros de Killzone 3 os lo quedáis todo: el juego, que se pondrá a la venta el 23 de febrero, y una beta abierta que estará funcionando del 3 al 15 de ese mes.
Habíamos visto mucho gameplay en la nieve, pero ahora que se acerca el lanzamiento de Killzone 3 28 de febrero es un buen momento para publicar el tráiler más peliculero, ese con los momentos más épicos de la campaña, con muchos gritos y con una música agónica para que pensemos que por fin el conflicto acabará bien: con los Helghast de fiesta y Rico en el hoyo.
Nuestras oficinas se parecen bastante al Congreso de los Diputados: se llena solo cuando pasa algo importante.
Parecía muy lejano pero resulta que Killzone 3 está, como quien dice, a la vuelta de la esquina: el 22 de febrero Obama podrá ya echar unas partidas (si no fuera porque Obama tiene acceso a todos los juegos diez años antes de que salgan: sí, amigos, Obama ya ha jugado a Duke Nukem Forever), y el 28 de ese mismo mes, según se dice por ahí, será Rubalcaba quien tenga acceso al juego, junto con el resto de Europa.
Cuando la noticia que toca redactar trata sobre la franquicia Killzone, a menudo pido socorro a Christian para que escriba algo sobre el tema.
Está bien eso de que, a veces, los malos molen más que los buenos.