Imagina ser constructor

Primeras impresiones de Dragon Quest Builders

Primeras impresiones de Dragon Quest Builders

La moda de ahora son los Battlegrounds. Popularizados en buena medida gracias a Playerunknown’s Battlegrounds, uno de los juegos más populares de la actualidad (aunque existen ejemplos anteriores, algunos de ellos firmados también por Brendan «Playerunknown» Greene), todo el mundo se ha querido subir al carro de los todos contra todos a muerte desde que estalló la fiebre a mediados de 2017. Hay muchos ejemplos y los conocéis todos; si no tiene un modo Battlegrounds aún, probablemente lo tenga en los próximos meses, o lo incluya en la próxima entrega. Cada época tiene su juego. Quizá PUBG (así lo llaman los entendidos; pronunciado pubyí) conecte bien con el mundo post crisis, el de la preocupación por el desempleo y los trabajos cada vez de peor calidad, el de la hipercompetitividad con una sociedad formada por cientos de personas de las que estamos distanciados hasta el punto de confundirlas, el de los minipisos compartidos y las calles sin lugar para el reposo, el de la ansiedad que cierra más y más tu círculo vital aunque ves el mundo entero al otro lado. O quizá es solo que es que está guapo: el caso es que la fórmula ha calado y crecen Battlegrounds hasta debajo de las piedras.

El efecto de esta omnipresencia es un cierto rechazo que te aleja de aquello que tanta gente disfruta de esa manera formidable que anula el sentido crítico. Malos son los que defienden al original como si no fuera un halago que haya generado tantos imitadores, y malos son los que se alían con el imitador, como si no fuera evidente que es un plagio. Malos todos y todos en el mismo saco. A mí me pasó en su día con Minecraft, un juego que en su momento tuvo un gran éxito y al que le salieron sosias de todas partes, y con el que tuve una relación antinatural, como tanta gente, hasta cinco años después de su lanzamiento, cuando tuve suficiente distancia con el Fenómeno Minecraft como para tener una intimidad con el juego. Desde entonces he jugado mucho a Minecraft (los entendidos lo llaman «el Minecraft»; pronunciado el maincra) y a sus no pocos imitadores, y aunque no busco su fórmula activamente sí he aprendido a disfrutarla cuando se me pone enfrente.

Primeras impresiones de Dragon Quest Builders

Ahora me he encontrado con Dragon Quest Builders, que se publica en Switch el mes que viene después de pasar, hace un par de años, por PS4 y Vita. No le seguí la pista en su día, pero aun así no es difícil imaginarse qué es: un Minecraft de Dragon Quest. Es una descripción que puede parecer peyorativa pero que en realidad describe de una forma muy precisa lo que se puede esperar del juego: es una historieta de RPG japonés insertada en un juego de recolección, construcción y supervivencia dentro de un mundo formado por cubos y materiales que se pueden reconfigurar y combinar de muchas maneras. A medida que juegas, lo genial es que la descripción se invierte, y en cierto modo el juego se vuelve un Dragon Quest de Minecraft.

Me refiero a cómo la inclusión de una estructura ligera y amable ayuda a construir, pun intended, una aventura en el fondo bastante tradicional utilizando el esqueleto (e incluso la piel) de otro juego. En Builders no somos el elegido ni un gran héroe sino un tipo corriente que no puede parar de crear, como Ágatha Ruiz de la Prada. En un mundo en el que la humanidad ha olvidado qué es eso de crear, por lo que sea, tu capacidad para recolocar cubos de tierra y piedra y de utilizar la mesa de trabajo y la forja para fabricar herramientas y muebles te convierte en líder natural de un pequeño grupo de personas que, perdidas entre criaturas salvajes, necesita que alguien les guíe hacia una vida más próspera.

Así, en vez de habitar un pueblo con una historia centenaria y un elenco de personajes que lo pueblan y le dan vida, en Builders es cosa tuya levantar ese pueblo piedra a piedra mientras llevas a cabo los encargos de tus convencinos. No es tan distinto a lo que ocurre en un RPG normal: he oído que hay no sé qué en tal sitio, necesito tal cosa para cocinar un plato, más allá de tal montaña vive no sé quién y te podría enseñar a fabricar herramientas más poderosas. Encargo tras encargo el juego se va abriendo, no solo porque se pueda acceder a más zonas del mapa (a través de una serie de portales que conectan distintas islas) sino porque las herramientas de que dispones permiten hacer más cosas y más rápido. Frente a Minecraft, por poner el ejemplo más claro, Dragon Quest Builders sabe que dar la chapa un poco más de la cuenta puede poner a prueba la paciencia de la gente más de la cuenta, y las posibilidades para recolectar y almacenar materiales, por ejemplo, son enormes; cuando llevaba un buen tiempo jugando y ya tenía un pueblo ridículamente ambicioso (incluso con un edificio de varias plantas que desafiaba al buen gusto y a la propia cámara del juego, que las pasaba canutas para seguirme cuando estaba dentro), decidí que era una aberración que había sido construido sin orden ni concierto, y eso no podía ser: a mazazos tiré abajo mi pueblo y lo reconstruí con relativa facilidad, porque Dragon Quest Builders no es original pero sí es ágil. Se agradece.

Primeras impresiones de Dragon Quest Builders

La versión de Switch, que es la que he tenido la oportunidad de probar, se defiende bien tanto en modo portátil como en sobremesa, aunque tampoco era particularmente difícil: al fin y al cabo, en 2016 no solo salió en PlayStation 4 sino también en Vita. Hay una demo disponible en la eShop, pero es relativamente sencillo encontrar las ediciones que ya están en tiendas a buen precio: si necesitáis descargar el ansia por algún lado, ahí tenéis una solución apropiada.

Ya hablaremos más sobre Dragon Quest Builders cuando toque. De momento, sirva este texto como confesión: hace no mucho se hablaba en un podcast de placeres culpables, de géneros que no parecen propios de uno pero que se disfrutan enormemente. En ese momento no se me ocurrió, pero pienso que Minecraft y sus clones podrían haber estado ahí perfectamente, porque con el tiempo he aprendido a distinguir y apreciar los matices que hacen única a cada copia barata y a disfrutar sin complejos de los juegos que toman la fórmula de Mojang y la retuercen de maneras inteligentes y estimulantes, como hace este Dragon Quest Builders. Nada más pasado de moda que eso.

  1. FERIFO

    Aún tengo la espinita de que no saliera la versión de PS3 por estos lares…

  2. Égida

    A mí me gustó mucho la demo de PS4, pero me dio bajón que cada capítulo tengas que empezar de 0. Por otra parte, yo soy 99% de single player, pero para este juego me hubiera gustado la opción de jugar co-op.

  3. Rules

    Estuve muy tentado en su día de pillarlo para Vita cuando le metieron un buen descuento hace cosa de un año; pero se cruzó Switch por el camino y se quedó en el limbo de los deseos. La demo de ayer me gustó bastante y eso que las demos por lo general me dan una pereza importante.

  4. Ampastre79

    Yo ya lo he probado y he decidido comprarlo por lo que lo he desinstalado porque parece que la demo sea un juego completo, no parece terminar.
    Alguien sabe porque en la e-shop los juegos son más caros que en ningún otro sitio, siendo digitales?

  5. Molinaro

    El legado que ha dejado Minecraft a lo largo de los años ha sido increíble. A parte de patentar el término «niño rata» junto a COD, ha hecho una serie de cosas TAN bien que le han salido clones de debajo de las piedras, y a día de hoy hablamos de un Dragon Quest (¡¡1986!!) copiando la fórmula Maincra

  6. sensationalfix

    Pues para mí llega tarde, en navidades le compré una switch a mi novia y caimos en el Portal Knights. Ahora veo este y me sabe a poquisimo. Ademas que sale bastante mas caro que el Portal. De verdad si queréis uno de este rollo, el Portal Knights es una maravilla, jugamos con dos switch en casa, online y en el curro entre 4. Mas barato y en mi opinión, mas bonito.