Slay the Fighter

Fights in Tight Spaces

La mezcla de Ground Shatter entre estrategia por turnos, deck building y cine de acción llega a acceso anticipado con una propuesta ya sólida y muy completa, que solo puede mejorar en los próximos meses.

En los últimos años, los espacios reducidos se han convertido en una de las limitaciones autoimpuestas que mejores resultados han dado entre los estudios independientes. Asocio intuitivamente esos espacios chiquitos a las cuadrículas; pienso tanto en puzzles como el extraordinario A Monster’s Expedition, heredero de otro juego de niveles chiquitos, Stephen’s Sausage Roll, como en otros de estrategia como Into the Breach, uno de los mejores juegos de los últimos años. Resultan refrescantes estos espacios que se cubren enteros de un vistazo pero que esconden una densidad asombrosa, en los que parece que puede caber de todo aun no habiendo sitio casi para nada. Frente a los gigantescos mundos abiertos que han marcado la producción triple A de la última década, hay otra corriente que apuesta por microgestionar microniveles; hasta los grandes estudios recurren a este planteamiento de vez en cuando, como Nintendo con Captain Toad: Treasure Tracker (por partida doble).

Visto de esta manera, Fights in Tight Spaces no es tan inédito, aunque sí se le tiene que reconocer el mérito que tiene convertir una fusión (esta sí novedosa) entre tactics y cartas en un grandes éxitos de ese cine de acción en el que los espacios reducidos se convierten en escenario de las coreografías más complicadas y violentas, algo así como un hijo de Into the Breach y Slay the Spire maravillado con John Wick.

En esa fusión está lo más interesante, claro. Aquí eres el Agente 11, el tipo de profesional de entrar en un sitio y apalear a todo el mundo que va vestido con traje negro y camisa blanca. Las posibilidades de tu Agente 11 dependen del mazo inicial que escojas, algo así como las distintas clases del juego. El primero, Balanced, mezcla cartas de ataque, defensa y movimiento y es ideal para aprender a jugar; el segundo, Counter Striker, favorece las cartas defensivas, y el tercero, Aggresive, las ofensivas; el último, Trickster, se centra en las cartas «menos convencionales», y es ideal para tender trampas y darle la vuelta a la tortilla de formas inesperadas.

En tu turno, juegas estas cartas para moverte, atacar o bloquear, entre otras cosas. Así, cada turno debes revisar tu estrategia para acomodar la mano que te ha tocado, que no siempre está igual de preparada para lo que te gustaría hacer. Son cartas que tienen un coste de uso (el momentum; al principio de cada run tienes tres puntos) y una serie de características y requisitos: un golpe similar puede tener más o menos alcance, stunear, empujar a los enemigos o necesitar un nivel de combo específico, que se aumenta enlazando cartas de ataque y se pierde al moverse. La clave está en encontrar un buen equilibrio entre moverse y atacar y en cuidar la posición: un empujón mal dado (tan importante es la posición que los enemigos tienen la fea costumbre de moverte de tu sitio, con las manos o directamente a patadas) o un movimiento mal calculado puede arrinconarte o ponerte en riesgo de ser expulsado del mapa, pero el juego motiva el riesgo gracias a un set de cartas manejable, no excesivamente amplio, pero que sí es bastante generoso ofreciendo posibilidades de salir incluso de las situaciones más peliagudas, más habituales cuanto más avanzas.

Cada nivel, ambientados en lugares recogidos pero en los que la violencia se desata con sorprendente facilidad (estudios de tatuaje, bares, aparcamientos, callejones), te da nuevas cartas para tu mazo y otras recompensas en función de tu estilo de juego; de vez en cuando hay gimnasios o clínicas (para mejorar cartas o curarte, respectivamente), y también eventos aleatorios, y al final te enfrentas a un jefe antes de pasar al siguiente mundo. La estructura es casi idéntica a la de Slay the Spire, por hacer la comparación más fácil que se me ocurre; es funcional pero seguramente sea lo menos inspirado del juego.

Es importante tener presente que ha salido en acceso anticipado, y que ya hay, de hecho, un roadmap en el que se anticipa una próxima actualización en la que se añadirán más cartas, además de otros retoques y añadidos. Con todo, el núcleo del juego es ya suficientemente sólido como para que merezca la pena acercarse a él antes de que pase ese «menos de un año» que sus responsables esperan pasar en early access. La contención en las cartas es uno de los principales puntos a su favor. Aunque al principio tuve la sensación de que se me quedaban un poco cortas, partida tras partida he ido encontrando nuevos usos y posibilidades para incluso las cartas más rutinarias y sencillas, que llegado el momento pueden convertirse, si se explotan las sinergias que pueden tener con otras, en clave para los combates más complejos. Las más comprensibles al principio son quizá las menos únicas, los ataques o bloqueos que puedes jugar a distintos alcances y que pueden incluir también algún buff o contraataques durante el turno enemigo; a medida que avanzas y experimentas con los distintos mazos, Fights in Tight Spaces empieza a hacer un uso más extensivo y más interesante de esas estrecheces que lleva en el título, y rodar sobre obstáculos o utilizar las paredes o muebles del escenario para catapultarte hacia los enemigos empieza a hacer que los combates sean no solo más vistosos sino, sobre todo, más estimulantes. Es fantástico cómo elegir un mazo inicial u otro hace que el juego se sienta tan diferente: cómo Aggresive te convierte en una bestia que hace el máximo daño posible, eliminando a todos los enemigos antes de que puedan atacarte a ti, y cómo con Counter Striker, por el contrario, te repliegas en un punto y esperas a que te golpeen, bloqueando el daño y respondiendo con contraataques que llegan a ser tremendamente poderosos.

Son casi películas distintas, no digamos ya el Trickster (con el que mangoneas a los enemigos, moviéndolos de un lado a otro para que sus ataques no impacten en ti sino en sus propios compañeros; si las otras clases eran John Wick y Un mañana mejor, el Trickster es algo así como la escena de X-Men: Días del futuro pasado en la que Mercurio recoloca a unos guardias de seguridad para que se noqueen a sí mismos), y se juegan de manera distinta, aun manteniendo esa mezcla de base entre el movimiento meticuloso y ultracalculado de Into the Breach con el uso y gestión inteligentes de las cartas limitadas que nos caen en la mano, clave en Slay the Spire. Son mejores los referentes del videojuego que los del cine, si me preguntáis a mí; como fuere, el resultado es sorprendente.

Le seguiremos la pista de cerca a este Fights in Tight Spaces en los próximos meses para ver cómo avanza el acceso anticipado, por supuesto. Los puntos más flacos (la poca variedad de enemigos, las pocas decisiones que se te permite tomar entre combates) están ya recogidos en el roadmap para las próximas actualizaciones, así que de momento solo puede ir a mejor. No creo que pueda llegar a tener la profundidad y el recorrido de Slay the Spire, básicamente infinito, pero tal como está ya es recomendable y merece la pena tenerlo en el punto de mira. Siempre apetecen juegos que se fijen en las cualidades puramente coreográficas del cine de acción (que a veces parecen incompatibles con la forma de hacer cine hoy día; por eso juegos como The Hong Kong Massacre miran tanto a los 80), así que bienvenido sea este, que además es bueno; no me esperaba, eso sí, que fuera justo esta mezcla la que mejor consiguiera representar la compleja belleza de las películas de mecos en lugares pequeñitos.

  1. Txustakrakish

    En el Thumbnail del trailer de lanzamiento asumo que luchas contra clones de Pablo Iglesias a lo Agente Smith.

    1. Simonbelmont

      @txustakrakish
      Jajaja ostras, no me había percatado.