Avance de Super Smash Bros. para 3DS

A la pregunta que mucha gente se estará haciendo ahora sobre Super Smash Bros. para 3DS (“¿Por qué debería jugarlo?”), supongo que solo se puede responder como los gallegos, con otra pregunta: ¿Qué motivos hay para no hacerlo?

Puede haber varios, en realidad. Que no tengas 3DS es el más inmediato, claro; que la tengas, pero no quieras jugar a Smash Bros. en una pantalla tan pequeña; que prefieras priorizar la versión de sobremesa, la de Wii U; que no te guste Smash Bros., todo puede ser. No es un juego para todos, por mucho que la filosofía de Nintendo tienda a incluir a todo el mundo, a ser tan directa y accesible que cualquiera pueda coger un mando y ponerse manos a la obra con la menor barrera de acceso posible. Después de haber podido jugar a la versión de 3DS varias veces en los últimos meses, sigo alucinando con la manera en que Sakurai («el tío que se mudó solo para estar lo más cerca posible del estudio de desarrollo, y evitar perder el tiempo en transporte», escribía después de su charla en el E3) consigue plasmar su manera obsesiva de desarrollar videojuegos en cada cosa que hace.

Uno de mis juegos favoritos de 3DS, Kid Icarus Uprising, ya serviría a un psicólogo para diagnosticar a Masahiro Sakurai; en la demo de Super Smash Bros que algunos ya estaréis jugando no se puede ver tanto, aunque ya se intuye en el muy reconocible diseño de los menús, llenos de opciones y con tantas capas que bien pueden apabullar en un primer contacto. Que el botón Smash sea el más destacado en la primera pantalla que vemos al pulsar Start es una declaración de intenciones: las cucamonas cuentan, pero quieren que tengamos claro desde el principio cuál es el plato principal.

El modo Smash es la forma más inmediata de meterse en faena; es el modo Arcade de Super Smash Bros. Aquí se ven en un momento los puntos fuertes y flojos del juego. La solvencia con la que se ha adaptado la naturaleza del juego a la pantalla más pequeña de la portátil, consiguiendo que todo sea legible sin renunciar a nada, o a lo menos posible, me sigue pareciendo encomiable; las complicaciones que puede ofrecer el control por el hardware de 3DS siguen pareciéndome un punto más negro de lo que me gustaría tener que reconocer, pero ahí están, aunque cada vez me parecen más salvables a base de adaptación y práctica. Sigo prefiriendo, si me preguntáis, la experiencia en pantalla grande, con los gráficos sin cel shading de la versión de Wii U, en un sofá con amigos y, porque soy un señorito, los mandos de GameCube a golpe de adaptador, pero me cuesta pasar por alto lo que hay de Sakurai en el juego para portátil.

La versión de Wii U que he probado era más temprana que esta de 3DS (la demo a la que tuve acceso la semana pasada estaba bastante avanzada), así que no voy a adelantar acontecimientos, pero tanto como los combates me fascina la misma navegación por los menús y los modos extra. Te puedes perder en la sección Cajón de sastre, solo a medias accesible en la demo: ahí están los modos de juego adicionales, desde el clásico de sacudir a un saco para llevarlo lo más lejos posible hasta una especie de Angry Birds peligrosamente adictivo; también está el Taller de personajes, donde se pueden personalizar a los luchadores y crear a nuestros Miis, una opción mucho más profunda de lo que parece en un principio y que entronca directamente con muchas de las ideas de Kid Icarus Uprising, también representados en los Desafíos, organizados en un puzzle que completamos haciendo los encargos de todo tipo que nos plantean; está la colección de trofeos, materiales y estadísticas del Baúl, un registro imprescindible en un juego que sabe necesario incluir un puto reloj en la parte inferior de la pantalla para que seamos conscientes en todo momento de que son las cinco de la mañana y entramos a trabajar en pocas horas. Ese es el rollo.

De todos los personajes nuevos que pude probar (y por no arruinar la sorpresa para nadie: no tengo demasiado interés en analizar sesudamente ahora las maneras de luchar de cada uno), mis favoritos son Pac-Man y Little Mac. Dos sorpresones: aunque el cariño con el que están diseñados, tanto en lo mecánico como en lo artístico, es algo común a todos los que he podido probar, la forma en que están tratados estos dos me ha impactado especialmente. Fenomenal cómo se integra el K.O. de Punch-Out en el boxeador de Nintendo; siguiendo esa misma línea meta, la exposición viviente (y violenta) de las Edades del Comecocos que es Pac-Man fascina al principio, intriga al poco tiempo y enamora después por lo usable, lo útil y lo divertido de sus ataques.

A estas horas ya sabréis cómo va todo el asunto de la demo, y quizá sea la mejor forma de responder a la pregunta con la que comenzaba el artículo. El día 19 de este mes estará en la eShop para todo el mundo, pero desde ya mismo algunos miembros del Club Nintendo están recibiendo en su correo electrónico cuatro códigos para descargarla sin tener que esperar a la semana que viene. Aunque es una demo dolorosamente limitada (especialmente para los que ya hemos podido jugar con los nuevos personajes), tanto para los que necesiten ir quitándose el mono y hacer más llevadera la espera como para los que no sepan exactamente qué esperar de Super Smash Bros. es una buena oportunidad para ver por qué poner al Aldeano de Animal Crossing, a Mega Man, a Link y a Pikachu a darse puñetazos en la cara es una de las mejores ideas que ha tenido Nintendo en toda su historia.