Un recorrido por Tender y sus metáforas

Un planeta muy, muy cercano

Todos queremos algo aunque en ocasiones no sepamos muy bien qué.

La mayor genialidad de Tender es la de convertirnos en astronautas. La de invitarnos a explorar lo que se presenta como un planeta desconocido en el papel de un recién llegado que tendrá que adaptar sus propias necesidades para llegar a conocer a los demás. En ese sentido, Tinder no es muy diferente. Así, con un único cambio que funciona también como el principal atractivo del juego, Tender nos invita a reflexionar.

I

Gracias a sus 5,2 millones de usuarios, Tinder es la principal aplicación de ligue del mundo. Según su página web, a finales del 2020 la app dominaba el «mercado del ligoteo» con un 48% de la cuota de usuarios totales que afirmaban estar activos «con mucha frecuencia» buscando el amor. Pero como bien escribe la periodista francesa Judith Duportail en su ensayo El algoritmo del amor tras esa afirmación pueden encontrarse objetivos muy diversos: desde personas que buscan compañía a largo plazo, hasta aquellos que solo quieren un encuentro sexual. También pueblan la aplicación parejas en busca de ampliar los límites de su relación, personas que mediante los likes ven reforzada su autoestima e incluso trabajadores y trabajadoras del sexo que buscan publicitar su contenido en otras aplicaciones como instagram. Se crea así una especie de realidad alternativa; un mundo solo basado en la imagen y la palabra; donde solo viven personas que buscan sin tener muy claro cómo tienen que buscar.

Imagen de portada de El algoritmo del amor

Duportail lo deja muy claro: Tinder es una aplicación perversa. La gamificación de la visita a los diferentes perfiles —el conocido swipe— hace que pasar de una persona a otra sea rápido y divertido. Entretenido a su manera. Seleccionar a un futuro compañero tiene aquí menos que ver con la química que con el puro marketing, obligando a los usuarios a destacar a través de una imagen potente, y ligada a los cánones de belleza actuales, en conjunción con unas pocas frases que dejen entrever nuestra personalidad. Donde otras webs y aplicaciones nos dejaban escribir varios párrafos dedicados a nosotros mismos, Tinder nos obliga a deslumbrar con one-liners que nos permitan establecer una supuesta conexión en el tiempo que tardamos en mover nuestro pulgar. Y, como no podía ser de otra forma, eso nos afecta a la hora de comunicar.

La nueva moda entre los «artistas del ligue» es ofrecer talleres que pueden enseñarnos a configurar un perfil de Tinder «infalible». Entre los trucos ofrecidos se encuentran el de despreciar lo femenino para conseguir el like de aquellas que «no son como las demás» o el poner una serie de requisitos imposibles para la mayoría de las mujeres con la idea de iniciar la conversación mediante la reacción adversa de la mayoría de ellas. Donde antes se ofrecían trucos para propiciar un encuentro en la discoteca o el parque, ahora se redirige a una aplicación en donde ya se presupone un interés mutuo de base antes siquiera de empezar a hablar. Por eso mismo, debería ser un lugar donde nos sintiéramos mucho más seguros. No siempre es así. Este planeta digital tiene sus propias reglas no escritas y, como suele suceder, es fácil tener miedo a preguntar.

II

Lo primero que tenemos que hacer en Tender es configurar nuestro perfil de usuario. Dado que los desarrolladores han querido prescindir de la parte más física de la atracción a la hora de construir sus metáforas, en lugar de hacernos un avatar similar a nosotros mismos —con la vulnerabilidad que eso conlleva frente al rechazo, aunque solo sea simulado— el juego nos ofrece una serie de dibujos en los que aparecemos con nuestro traje de astronauta. Para definirnos, en lugar de escribir nosotros mismos nuestro perfil, el título nos ofrece una serie de frases con las que podremos dejar entrever nuestro carácter bromista, nuestros intereses audiovisuales o, incluso, nuestro modo de vida. Todo es muy básico porque se nos obliga a renunciar a nuestra complejidad. A pulir todas nuestras aristas hasta convertirnos en un producto reconocible, brillante y fácilmente interpretable para los demás. Y todo el mundo hace lo mismo. Convertirse en un personaje con la única intención de agradar.

En Tender todos los usuarios han sido reemplazados por aliens muy diferentes, con cuerpos que no guardan ninguna relación con la anatomía humana. Y sin la posibilidad de dejarnos guiar por el atractivo físico, el título nos obliga a leer sus perfiles y a sacar conclusiones sobre la personalidad que se esconde detrás. Quizás, a través de un comentario sobre el horóscopo podemos interpretar que hablamos con una feminista o darnos cuenta mediante un chiste de que estamos ante una persona con una estrecha relación con su trabajo. Sea como sea, y al igual que sucede en Tinder, tras dar like a algunos perfiles (y tras, supuestamente, recibir un like de vuelta) el juego nos permitirá iniciar una conversación con varios personajes, explicándonos que nuestro último objetivo es concertar una cita. Y si tras 10 encuentros aún no hemos encontrado el amor, nuestra cuenta quedará borrada. El juego habrá alcanzado su final.

Para poder desarrollar sus temas y formar gran parte de sus metáforas, Tender reconstruye con bastante fidelidad tanto la interfaz, como las dinámicas propias de la aplicación para ligar. Un ejemplo de esto es el hecho de que los chats se abren de la misma forma y siempre nos dejan la opción de quitar nuestro match, cortando la comunicación con el personaje de una forma muy brusca si es que así lo deseamos. El objetivo de todo esto es hacernos reflexionar sobre la forma en la que nos comportamos en Tinder y la manera en la que desarrollamos una personalidad performática en un entorno social tan limitado. Hacer que pensemos sobre las «reglas no escritas» de este mundo, prestando especial atención a cuáles de ellas refuerzan lo peor de todo nosotros o nos hacen sentir mal. Si Tinder convierte ligar en un juego, Tender quiere analizar nuestra forma de jugar.

III

En el ensayo Un mes en Tinder siendo mujer gamer Marina Amores y Daniel Muriel apuntan a que los estereotipos de género se repliegan y transmutan en Tinder con el objetivo final de mantener el status quo. Si, por ejemplo, en una discoteca se espera que sea el hombre el que siempre tome la iniciativa tanto para invitar a copas como para bailar, en Tinder la norma se ha reciclado para limitar quién tiene que iniciar el primer contacto y comenzar a hablar por chat. Según parece, ser mujer y dar el primer paso en Tinder puede percibirse como algo intimidante o «desesperado» que eliminará cualquier tipo de posibilidad con ciertos tipos concretos de hombres. Este tipo de normas e indicadores sociales, que supuestamente tenemos que aprender rápidamente a la hora de empezar a usar la app, hacen que modifiquemos nuestros comportamiento de manera inconsciente, buscando proyectar la imagen exacta que queremos proyectar. 

Los escritores de Tender han tenido en cuenta todos estos tipos concretos de normas y los han reproducido en un entorno ficticio en el que, dejando de lado nuestro ego, podemos jugar como medio para conocernos a nosotros mismos. Sin la presión de estar interactuando con una persona real, y sin miedo a ser rechazados, podemos preguntarnos a nosotros mismos, más allá de nuestro género, si nos sentimos cómodos tomando la iniciativa o si, por ejemplo, tenemos tendencia a dejarnos de lado buscando complacer a los demás. En Tender podemos cruzarnos con personajes abiertamente hostiles o que usan el engaño para invitarnos a quedar. Por otro lado, también podemos enfrentarnos a ideas que pueden salirse de nuestra zona de confort —como, por ejemplo, ser parte de una relación abierta—, teniendo la posibilidad de preguntarle nuestras dudas a los personajes. Tender crear un espejo que no solo funciona para la aplicación sino para nosotros mismos. Y, en muchas ocasiones, veremos que no es agradable mirarse.

IV

Tender nos convierte en astronautas y nos deja claro que estamos de viaje. Al inicio del juego nos presenta una visa que nos permite tener hasta 10 citas con diferentes personajes, tras las cuales nuestra cuenta será eliminada. Esto no solo refuerza la idea del amor y las citas como producto de consumo; como sellos diferentes que añadimos al pasaporte o pequeños logros que podemos activar, sino que nos recuerda por omisión que detrás de esos logros conseguidos se encuentran seres humanos a los que les debemos una mínima humanidad. El tema de los cuidados emocionales en aplicaciones de ligue es uno de los más controvertidos de los últimos años, llevando a la aparición de términos como ghosting (dejar de hablar con una persona sin darle ningún tipo de explicación) o soul-mining (el hecho de bombardear de preguntas a una persona con el objetivo de generar una falsa conexión) para poder describir comportamientos dañinos que se producen casi exclusivamente en los límites de Tinder. Tender recrea estos comportamientos pero también nos obliga en algunos momentos a ejercerlos como forma de autoprotección, de manera que podamos tener una comprensión bastante más amplia de estas acciones.

Entre lo más criticado a Tender se encuentra la decisión de hacernos jugar «en tiempo real» teniendo que esperar para revisar perfiles, programar las citas o continuar con los chats. En este punto tengo que confesar que no he terminado el juego. La necesidad de estar constantemente pendiente del móvil ha terminado por agobiarme y agotar mis ganas de conocer a los demás. Precisamente aquí es cuando descubrimos el segundo punto brillante del juego: en Tender no podemos ganar. Una tras otra, nuestras citas irán resultando un fracaso porque solo somos viajeros y este es un planeta en el que nadie se puede quedar. Tender nos obliga a enfrentarnos a 10 fracasos mientras corremos una agotadora carrera de fondo en donde nuestras energías se agotan socializando con personas que buscan algo en los demás. En la mayoría de ocasiones nuestras citas serán un fracaso y nunca sabremos por qué. No tendremos la respuesta a por qué hemos fallado. Porque solo somos astronautas y los aliens son los demás.

Tender no es divertido. Tinder tampoco. Especialmente si buscamos algo pero no sabemos qué buscar.

Redactora
  1. trikuxabi

    Me ha encantado el artículo! Compré el juego cuando os escuché comentarlo en el Reload y me está gustando mucho. Nunca he usado apps tipo Tinder, pero me da la sensación de que Tender recrea bien ciertos perfiles habituales en esas redes. Personalmente no me supone un problema que las citas sean en tiempo real, y me hace mucha gracia cómo están escritas.

    Ahora estoy deseando que me llegue el libro de Marina y Daniel!

  2. Shalashaska

    Este es el juego que más me interesa de los que probablemente nunca juegue. Esto de jugar en tiempo real me tira muy para atrás, pero las reflexiones que plantea me hacen pensar en darle una oportunidad en algún momento.

  3. Franru

    El articulo genial Marta, me dan ganas de jugarlo, pero en steam no está hasta verano.

    Lo del ensayo de Tinder… digamos que tengo opiniones, sin menospreciar tanto a Marina como a Daniel.

  4. PetrosP8

    Me ha gustado tanto el artículo que no me dan muchas ganas de jugarlo, me acabo de imaginar a la perfección lo que pretende el título y como da en el clavo con lo menos humano de la app.

  5. Baladre

    De «El algoritmo del amor» de Judith Duportail ya había leído un artículo por ahí. Lo que leí reafirmaba la opinión que me formado de Tinder por como lo usaban compañeros de trabajo. Pero no puedo sorprenderme de que en Tinder repliquen o incluso intensifiquen comportamientos machistas porque, a ver, sorpresa machismo en la sociedad. Quien lo iba a sospechar, ¿verdad?.
    Muchas ganas de echarle un ojo al ensayo de Marina y Daniel, que me enteré tarde, como siempre, que se podía precompar.
    Pero yo voy a probar este juego por otros motivos, por muy interesante y necesaria hacerlo desde la perspectiva de género, esto no lo estoy explicando bien, en fin. Lo voy a jugar por esto: «…mientras corremos una agotadora carrera de fondo en donde nuestras energías se agotan socializando con personas que buscan algo en los demás. En la mayoría de ocasiones nuestras citas serán un fracaso y nunca sabremos por qué. No tendremos la respuesta a por qué hemos fallado. Porque solo somos astronautas y los aliens son los demás.»
    Eres una puñetera francotiradora, @Marta Trivi. Y lo mismo es casualidad, pero no me puedo creer que no sepas lo que has descrito en esa frase.
    Lo sepas o no, gracias. Voy a probar el juego. Y creo que me voy a hacer un poquito de daño. Pero tengo tiritas. XD

    Editado por última vez 10 mayo 2021 | 20:30
  6. Hechss

    Gracias por hablar de esta rareza. Me ha encantado la idea. Coge lo mejor de Tinder y le quita todo lo horrible. Que sea a tiempo «real» tiene mucha gracia.

    Lo único que odio es que me olvido de casi todas las citas. Que no te lo recuerde me parece un fallo garrafal.

  7. raposeiro

    Lo estoy jugando ahora después de leer este artículo, en un momento jodido de mi vida en lo amoroso, y hostia, este juego está muy bien hecho. Hay veces que tengo que decirme a mí mismo «Acuérdate de que esto es un juego y la otra persona no es real», porque hay personajes que están muy bien escritos. Estoy más enamorado de lo que me gustaría admitir de Jackie, por ejemplo.

    Es una experiencia diferente a otros juegos que jugué, y sin haber usado Tinder nunca, me está pareciendo muy muy interesante. Muchas gracias Marta por el texto.