The Sacrifices vol.1

The Change Architect: Autor intelectual

El primero de los mini juegos que conforman The Sacrifices nos permite dirigir una peligrosa protesta en la piel de los coordinadores y directores de un movimiento político revolucionario.

El proyecto de Kickstarter que buscaba financiar The Sacrifices terminó el pasado 24 de noviembre. Fue un absoluto fracaso. De los 11.174 euros que Far Few Giants necesitaban para completar las siete mini-historias interconectadas que formaban la colección solo consiguieron recaudar 3.318 por lo que, en este momento, The Sacrifices ha quedado sin conclusión. En la última actualización del proyecto, compartida tan solo unas horas después de su finalización, el creador Antony de Fault no oculta su tristeza cuando compara la recepción de los minijuegos por parte de la prensa —que define sus títulos como valientes y necesarios— con la fría acogida del proyecto por partes del público. El autor deja claro que no pueden seguir adelante con la idea. Que no pueden trabajar en un juego en el que no puedan darlo todo: «Originalmente planeamos continuar desarrollando los minijuegos independientemente del éxito de Kickstarter, simplemente dejando de lado los aspectos extra y sin la ayuda de los miembros adicionales del equipo que necesitábamos. Pero después de escuchar el feeback de nuestra audiencia y hablar con un antiguo refugiado que nos ha servido de asesor durante la documentación, nos hemos dado cuenta de que no nos quedaríamos satisfechos lanzando The Sacrifices sin el dinero para añadir, como mínimo, las voces de aquellos afectados por los temas que toca el juego», aclara. 

En este momento The Sacrifices no es una realidad. Los tres juegos que sirvieron de anticipo a las minihistorias que estaban por llegar se han quedado en la nada; sin poder formar parte de una narrativa sobre el racismo, la inmigración y el nacionalismo que quería ser mucho mayor. Que buscaba ahondar en lo particular a través de pequeños retazos de vivencias diferentes. Sin embargo, y aunque en este momento Far Few Giants puede no darse cuenta, The Change Architect, The Night Fisherman y The Outcast Lovers tienen valor en sí mismos. Las pequeñas experiencias —el estudio los llama cortos—, pensadas para ponernos en una encrucijada moral, siguen golpeando hacia arriba. Siguen haciéndonos pensar. Y mientras el estudio se pasa al terror ecológico con The Imagined Leviathan, podemos consolarnos con que The Sacrifices lo intentó. Sus ideas aún persisten. 

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Tras reclamar las calles durante el 2018 y el 2019, la manifestación feminista del 8M estuvo cerca de no convocarse. Bajo el paraguas que llamamos «feminismo» chocan múltiples ideas sobre cómo debería abordarse la lucha por la igualdad de género que muchas veces son contradictorias. Sin embargo, y para la cita, los diferentes colectivos descentralizados suelen llegar a acuerdos mínimos para presentar una solicitud para manifestarse bajo el nombre de Comisión 8M como entidad organizadora. El objetivo es que durante un día abolicionistas, regulacionistas, feministas radicales y liberales dejen a un lado los debates y se unan bajo un lema común. Esto, que de base es complicado, se hace imposible si se pretenden reivindicar mensajes de odio e ideas de naturaleza excluyente. Pero por mucho que se quiera ver esta tensión dentro del movimiento como un fracaso del feminismo, lo cierto es que cualquier organización que abogue por un cambio va a encontrarse con posturas diversas sobre cómo debería llevarse a cabo. En la película El juicio de los 7 de Chicago, Aaron Sorkin presenta varias organizaciones que protestan activamente exigiendo el fin de la guerra de Vietnam. El director y guionista no se corta a la hora de recrear las tensiones entre los dirigentes que creen que la cultura es un agente político y aquellos que consideran que solo los mecanismos políticos son realmente eficaces. A fin de cuentas —y aunque Sorkin no lo diga de manera explícita—, sus personajes creen en lo que hacen y quieren luchar con todas su fuerzas por la victoria. Ceder en estas circunstancias es tanto político como personal.

Es dificil de comprender por qué, a pesar de todos los ejemplos contrarios tanto en las ficciones como en la vida real, sigue habiendo personas empeñadas en creer que las luchas sociales surgen y se organizan de forma espontánea. Supongo que el relato de «la chispa que lo enciende todo» sigue siendo poderoso e inspirador. Pero no, el Movimiento por los Derechos Civiles no se inició con Rosa Parks espontáneamente sentándose en la primera fila de un autobús —de hecho, Claudette Colvin ya lo habían hecho antes—, de la misma forma que los Disturbios de Stonewall no pusieron en marcha el Movimiento LGBT+. Parks y Stonewall representan momentos de desfogue; menos una chispa y más un empujón. Olvidando lo que rodea a estas acciones borramos los grises, renegamos de los organizadores, confiando en que llegue una explosión cuando no hemos aplicado la pólvora. The Change Architect nos recuerda eso: que siempre han existido los organizadores. Que los movimientos los dirigen unos autores intelectuales.

El título de Far Few Giants nos encierra en una habitación de un alto edificio en el mismo centro de Londres. Somos Jemima, una mujer que a través de un servicio de mensajería seguro se encarga de organizar, supervisar y vigilar una manifestación que protesta contra un inminente gobierno totalitarista. Mientras Adi nos informa de qué pasa en las calles, nosotros somos los encargados de tomar las decisiones que moverán al grupo, ya sea para hacer que dejen de enfrentarse a la policía o conseguir que defiendan el puesto de primeros auxilios que podrían necesitar. Pero mientras que Adi, refugiado, tiene mucho que perder si el movimiento fracasa, la implicación de Jemima queda activamente en manos del jugador, que podrá convertirla en una fiera luchadora por la libertad o en una profesional de la comunicación para la que el movimiento no es más que otro trabajo. 

Mediante el personaje de Adi, The Change Architect reflexiona sobre el poder de hacerse visible y tomar las calles a pesar de los peligros y la violencia, mientras que en la piel de Jemima somos conscientes de la «parte administrativa» de la lucha social; del concepto de que los manifestantes son solo la punta de un iceberg formado por ideas políticas y sociales utilizadas por una serie de dirigentes con unas intenciones concretas. El juego de Far Few Giants es el hermano mayor, serio y centrado, de la punkarra Hater, una película en la que un joven fracasado utiliza la división política en torno al tema de la inmigración para trazar un plan de venganza a través de las redes sociales. Pero mientras que la cinta polaca necesita escalar en el shock value para mantener su tono de thriller —dejando por el camino su crítica principal—, The Change Arquitect, sin presiones en torno a su formato y duración, consigue centrarse en lo importante: en la idea de que la política ni es objetiva ni fría, sino que está cargada de sentimientos. Y la de que las protestas, lejos de la pasión de las calles, también son fruto de un autor intelectual.

A nivel jugable —más allá de las decisiones que nos deja tomar— The Change Architect se decanta por la expresividad. La única mecánica disponible,  más allá de las propias de una visual novel, es aquella que nos permite cambiar entre siete planos diferentes, dándonos la opción de encuadrar lo sucedido como nosotros deseemos. Así, podemos aprender sobre la llegada de los tanques con la cámara dramáticamente fijada en la cara de Adi o despegándonos de la acción, apuntando nuestra cámara al chat en la pantalla. De la misma forma, la decisión sobre cargar o no contra la policía podemos tomarla desde la seguridad de un plano general o desde la sensación, por momentos psicopática, que transmite nuestro primer plano.

La última idea que nos llega tras estos 10 minutos habla sobre los espectadores. Sobre el poder de mostrar y la importancia de seguir mirando. No, las manifestaciones no surgen de manera espontánea. Sí, dejarse ver es fundamental dentro del plan trazado dentro de la llamada «arquitectura del cambio». The Change Arquitect nos apela desde todos lados: desde la posición del dirigente, desde la del manifestante, desde la de aquel que cree en la lucha y de ese otro que opina mientras está mirando. Los desarrolladores de Far Few Giants dicen que el juego habla de un momento concreto dentro de Gran Bretaña. Yo tengo que disentir. La propuesta del título podría cambiar de escenario y seguir siendo la misma. Los sentimientos son universales. Lo que sucede es que la burocracia tras lucha —sus organizadores y funcionarios— muchas veces no caben en la historia del ideario. 

Redactora
  1. Mominito

    Vaya descubrimiento.

    El estilo artístico me encanta, y la propuesta tan distinta fenomenal.

  2. Gabilondi

    Vaya sobrada de artículo, Marta. Espectacular. Me hace pensar en la Pildorita (título provisional) con José Antonio Luna, sobre cómo debería abordar un medio generalista el tema de los videojuegos desde un punto de vista cultural. Nada de catálogos de venta, nada de publicidad encubierta. Estas movidas son las que dejan parpadeando fuerte a la gente poco entendida.

  3. NahuelViedma

    Muy bueno!!! La verdad que viene muy bien reivindicar la parte menos salvaje e instintiva en las transformaciones sociales.

    Si bien, y teniendo en cuenta que siempre hay un contexto, of course, sí creo que existen las chipas, aclarar que suelen ser muy peligrosas también. Por algo esa idealización de la que habla Marta le ha servido mucho a la anarcoderecha más payasesca. Artículo más que necesario.