Porque quizás la píldora debería estar más a la orden del día

Publicado ya nuestro análisis de Baby Maker Extreme, me gustaría aludir de algún modo a las personas que analizan esta clase de títulos, sentando unas bases claras. ¿He dicho claras? Me lo he pensado mejor, que sean cañas. Porque quizás la píldora debería estar más a la orden del día. No se puede analizar Baby Maker Extreme sin saber lo que es un parto. No se puede analizar Baby Maker Extreme sin saber quién fue la señora Vassilet (y otras grandes paridoras de la época), porque si no no sabréis de qué va la banda sonora (algunos se preguntarán: ¿qué hay tan extremo en tener hijos? 87 hijos, amigos míos, después de eso una no tiene, permítaseme la expresión, el chichi para farolillos). No se puede analizar Baby Maker Extreme sin haber visto Junior, Junior, Junior y nada más que Junior, mejor película de la historia y de la que bebe el título de Stegosaurus Games. No se puede analizar Baby Maker Extreme sin haber salido del pueblo y haber visto mundo, porque no se podrá valorar lo que es que expulsar un bebé a presión y la aventura que supone para él sobrevivir a la hostil arquitectura hospitalaria, y el trabajo que ha costado representar un edificio tan complejo y tan lleno de tecnología, bebiendo e inspirándose en hospitales de verdad, como el Infanta Leonor o el Doctor R. Lafora. Pero sobre todo, lo más importante, no se puede dar a un chavalín (entre 15 o 40 años, ¡quién se creen estos muchachitos! Los videojuegos son cosa de gente de entre 15 y 40 años, y por ello no deberían hablar sobre ellos: ellos consumen, pero ni puta idea tienen, ¿me oís?, ni puta idea, no se dan a la reflexión absoluta con que otros, entre quienes me incluyo, estudiamos la industria, sus cómos y porqués, su semántica) Baby Maker Extreme para analizar, porque esperará encontrarse con un Need for Speed, videojuego de gran calidad pero orientado a una masa casi siempre estúpida acrítica, esa que por desgracia no entiende que esta industria no les necesita como redactores, ya que flaco favor le hacen buscando medias de los análisis en Gamerankings o Metacritic para puntuar el suyo propio: mucho más favor le hacemos nosotros, descargando juegos de Internet mientras condenamos la piratería y haciendo un periodismo de sonajero totalmente zafio que, lo sabemos nosotros que no somos como vosotros (esto es: que no somos tontos), es lo que gusta a los de arriba. No entraré a valorar la profundidad de los textos, muchos de ellos dignos del mejor de los comediantes (¿es esto malo, ahora que lo escribo desde esta habitación de hotel, a mil millones de kilómetros de la lógica y la razón? ¿Escribiría el mejor de los comediantes un mal texto, siendo el mejor? ¡Ay, qué dudas!). Hay tantas razones por las que se debería hacer un test de coeficiente intelectual para poder analizar un título de estas dimensiones que posiblemente en esta industría quedarían tres o cuatro tíos para analizarlo: yo y mi grupo de amigos del Live, no muy numeroso pero en cualquier caso exquisito. Todo esto debe entenderse, que no debe de entenderse, como una crítica contundente, que para hacer críticas de mierda ya estáis vosotros, quiero decir, ya están los demás; menuda panda de hijos de puta. Por culpa de este tipo de gente, nuestro sector jamás será tomado en serio. Sin cultura y educación, sin rigor, esfuerzo y formación (esto lo escribí para una manifa de hace años: no recuerdo de qué era, pero lo acabo de encontrar rebuscando un diccionario entre los papeles del instituto y creo que suena resultón), no se madura, y eso se nota. ¿Para qué nos hacen falta grandes historias como demandan muchos desarrolladores? Para nada, porque aquí prima el aspecto gráfico (en el cual Baby Maker Extreme cumple de calle, todo sea dicho de paso) sobre cualquier otra cosa, porque si puedes tener una novia, ¿para qué necesitas que tenga cerebro? Agárrala y no la dejes ir aunque sea una jodida piedra, porque no vas a verte en otra situación así en tu vida, maldito nerd. Vivimos en la puta sociedad del usar y tirar, en la que cuando alguien se esfuerza como han hecho los chicos de Stegosaurus Games no es para que lleguen cuatro iluminados desgraciados a decir: «pues a mí no me mola que no salgan marines espaciales ni exista la opción de dar a luz con cesárea», sin pararse a pensar (o igual es que no les da; de nuevo, nosotros vamos sobrados de cabecita) durante unos instantes (digo esto por poner un ejemplo del que fui testigo en el E3, y del que no puede revelarse la identidad del sujeto que emitió semejante afirmación: os puedo asegurar, empero, que era un ignorante que no había visto mundo, de entre 15 y 40 años y con una cultura cinematográfica pésima. ¡Cómo odio a esos hijos de puta!). No necesitamos el cerebro para nada, porque el de la otra persona estará a la par. Menuda frase me ha salido, ¿eh? Yo tampoco sé qué quiere decir. Salvando las distancias, aquí nos encontramos lo mismo. Os invito a leer análisis de la competencia (de todo el mundo, pero eso sí: por feeds, ¡que les den por culo!) estos días, porque con más de uno os podréis echar las manos a la cabeza y pensar, ¿y esta gente gana dinero escribiendo? Eso, claro, si no lo habéis hecho hasta ahora. Un beso y un abrazo a toda España. _____________________________________________ Maite Gracia Santamaría (Barcelona, 1983) es asesora de proyectos para una empresa de videojuegos con base en Madrid, cuyo nombre no diremos por motivos obvios. A veces nos manda cosas para que las publiquemos, y la mayoría de las veces no se las publicamos. Tiene novio.