La retrocompatibilidad de PlayStation 5

Lo mejor está por volver

Sony no se olvida de su anterior generación, ofreciendo en PS5 una retrocompatibilidad funcional pero sin grandes sorpresas.

Tanto por los componentes que hay dentro de PlayStation 5 como por las innovaciones del nuevo mando DualSense, creo que no es aventurado decir que Sony quiere que pensemos en el futuro, en lo que está por venir, cuando entramos en su nueva generación. Es justo: sus estudios first party demostraron en PlayStation 4 que no solo podían continuar con lo que habían empezado en consolas anteriores (pienso en Naughty Dog o Polyphony Digital, por ejemplo, con sus Uncharted o Gran Turismo) sino, sobre todo, que son capaces de reinventarse y proponer cosas nuevas, dando nueva vida a series muy queridas (como God of War) o creando nuevas IPs, como Days Gone, Horizon o el reciente Ghost of Tsushima.

La de PlayStation 4 fue una generación en la que los estudios de Sony estuvieron muy en forma, y por eso tiene sentido que uno de los pilares fundamentales de la oferta retrocompatible de PS5 sea la PlayStation Plus Collection: una selección de títulos destacados de la anterior consola listos para descargar y jugar sin coste adicional si estás suscrito al servicio premium de Sony, necesario para jugar online o almacenar partidas guardadas en la nube. No solo es un extra agradecido para una suscripción que hemos asumido pero que sigue sin valer lo que cuesta sino que es un recordatorio perfecto de que, si todo avanza como parece que tiene que avanzar, la generación de PS5 tiene espacio para llegar a sitios que todavía no podemos ni imaginar.

De paso, nos sirve para comprobar cómo funcionan en la consola nueva algunos de los juegos más destacados de la generación anterior. Desde Sony no se ha hecho especial énfasis en la retrocompatibilidad ni en las posibles mejoras que pueden tener los juegos de PS4 al ejecutarse en PS5, y en general la manera en que se presentan estos títulos antiguos en la nueva máquina no tiene mucha ceremonia ni se explota más allá de lo estrictamente necesario el hardware, aunque el resultado final es perfectamente funcional y en ocasiones las mejoras que se pueden ver, herederas de PS4 Pro, son notables.

Como es común, los juegos limitados a 30fps no van más allá de ahí por defecto; no debería ser difícil parchearlos para eliminar el límite, pero tampoco creo que vaya a ser algo muy común. Los juegos que ya en PS4 o PS4 Pro optaban por el framerate no capado aquí van a 60fps sin demasiado problema; son estos juegos (los que incluso en PS4 Pro tenían problemas para conseguir tasas de imágenes por segundos tan altas o estables como querrían) los que más se benefician de la potencia extra de PS5, y en algunas ocasiones, como en el caso de Dark Souls 3, es una gozada ver resoluciones y framerates tan estables. Se han comentado mucho algunos casos peculiares, como el de The Last Guardian: si lo tienes en disco y lo juegas desde ahí sin aplicarle ningún parche de actualización, va a unos 60fps impensables para su consola original. Si lo juegas parcheado, sin embargo, la tasa de imágenes por segundo se reduce a la mitad: en su día se actualizó para limitar el framerate a 30 e intentar estabilizar el rendimiento, que en PS4 era terrorífico. Este caso es el doble de curioso si tenemos en cuenta que The Last Guardian es uno de los juegos de la PlayStation Plus Collection: si te lo descargas de ahí, la versión que consigues es la parcheada, y por tanto limitada a 30fps.

Lo contrario ocurre con Ghost of Tsushima o Days Gone, que han sido parcheados para eliminar el límite de frames por segundo y por tanto aprovechan el salto del nuevo hardware. Volver a Ghost of Tsushima a 60fps es toda una experiencia: ya era un juego de una belleza arrebatadora en PS4 Pro (incluso en el modelo básico, de hecho), y el extra de fluidez no solo hace que su impresionante apartado visual mejore sino que también hace que el combate sea más preciso y responsivo. No sé hasta qué punto estos parches van a ser habituales en los próximos meses, pero sin duda me gustaría ver unos cuantos de los juegos de la PlayStation Plus Collection, como mínimo, yendo más allá de lo que les permitió en su momento el hardware de PS4; evidentemente, una de las primeras cosas que hice con PS5 fue instalar Bloodborne para comprobar si el rendimiento era algo mejor, pero no es el caso: después de jugar al remake de Demon’s Souls o a Dark Souls 3 con los beneficios de la retrocompatibilidad, los 30fps patizambos de Bloodborne se hacen un poco indigestos, aunque siga siendo uno de los mejores juegos de PS4, si no el mejor.

Supongo que con el tiempo esta compatibilidad con los juegos de PS4 irá teniendo menos peso, a medida que el catálogo específico de PS5 vaya creciendo, pero ahora mismo es una forma de descubrir, recuperar o no dejar abandonados juegos; a Spelunky 2 hay que seguir jugando, quiero decir. Aunque el proceso de traslado de contenido de una consola a otra parece muy sencillo, me ha resultado más práctico volver a descargar los juegos que quería tener en PS5 (las descargas son realmente rápidas, insisto) y recuperar de la nube las partidas guardadas; no he tenido problemas en ningún momento del proceso, y de hecho me ha parecido tremendamente sencillo, aunque las estrecheces del SSD interno animan a no encariñarse demasiado con los juegos instalados.

(El gran drama de nuestra época es, por supuesto, que P.T. haya sido bloqueado recientemente y no pueda ser siquiera copiado a PS5. Quienes tengáis una PS4 con el legendario juego de terror de Hideo Kojima instalado, aguantad: si el mundo es justo, algún día nos pagarán millones por ella.)

Menos troncal que la apuesta por lo que está por venir, la retrocompatibilidad de PS5 es aun así agradecida y funciona bien, mejor de lo que llegan a anticipar los mensajes de alerta que hay en algunos juegos (quizá para curarse en salud de cara a resolver problemas técnicos, porque incluso cuando te avisan de que puede haber incompatibilidades no es normal encontrar fallos). Tiene, quizá, un punto seco y frío comprensible pero que no puedo no lamentar: me gustan los juegos antiguos, y me gustaría que la Sony amiga de recordar su pasado tuviera un poquito más de presencia en PS5; no por fetiche personal, sino porque en realidad esa Sony ha dado no pocas alegrías en los últimos años, volviendo a la primera PlayStation en Vita o con la reproducción en miniatura, coqueteando con PS2 hace no tanto o, por pensar en la actualidad más rabiosa, haciendo un repaso alucinante a toda su historia en ese mismo Astro’s Playroom que viene preinstalado en la nueva consola, que celebra con tanto cariño y entusiasmo la marca PlayStation y las consolas, periféricos o personajes que la han definido desde sus inicios que es fácil contagiarse y querer echar la vista atrás y comprender de primera mano qué fue lo que hizo que Sony ganase, consola tras consola, tantos adeptos. De momento, es fácil conformarse con volver a God of War, Bloodborne o cualquiera de los que tengas en disco o en la biblioteca digital.

PLAYSTATION 5:
LA REVIEW

1. El hardware
2. La experiencia de usuario
3. El mando
4. La retrocompatibilidad
5. El veredicto