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Final Fantasy IX y Shakespeare
 

¿Kupo o no kupo? Esa es la cuestión

Velas ondean de forma violenta en la tempestad y livianas cortinas se mecen frente al atento público. Esta noche, en esta ocasión, los rostros de los actores no se iluminan por candilejas, sino por la luz de una pantalla. Una luz que rebota en el espectador y lo hace partícipe de la función. Así comienza Final Fantasy IX, un espectáculo plagado de referencias y personajes tan profundos que difícilmente podrán hacer mutis en el recuerdo de los jugadores. Esta aventura, lanzada por Squaresoft (actualmente Square-Enix) en el año 2000/2001 para la PlayStation original, ha trascendido, no sólo como un imprescindible en la evolución de la saga, sino por su palpable y constante referencia al teatro.  

Parte de la idiosincrasia del título reside en su forma de revisitar los inicios de la saga, para homenajearlos de forma especial. Este juego puede ser considerado como una obra teatral sobre los Final Fantasy clásicos. El propio Hiroyuji Ito manifestó en el vigésimo aniversario de FFIX que el proceso de creación se vio envuelto en una fuerte atmósfera nostálgica. Esta conmemoración no se lleva a cabo con alusiones vanas, sino que emplea recursos teatrales más sofisticados. La comedia del arte, una variedad teatral del siglo XVI, proporciona los medios idóneos para traer esa reminiscencia a los seguidores de los primeros juegos. FFIX se alimenta de la representación arquetípica de personajes canónicos, a través de los disfraces y de determinados eventos que nos presentan a nuestros intérpretes, como si de una función se tratase. El diseño de los héroes es una caricatura de las figuras recurrentes en los juegos originales: encontramos a un mago negro (Vivi) con su reconocible estética, a una encapuchada maga blanca (Garnet) y al clásico soldado con yelmo y armadura (Steiner), incluso una paródica villana (Brahne) con su imagen rocambolesca. Sin embargo, no solo del recurso visual se sirve la entrega para configurar esta idea, también emplea métodos como el tutorial de combate, con una shakespeariana “obra dentro de la obra”, para presentar a Yitán como nuestro indiscutible bandido, aunque su eficiencia en la praxis sea cuestionable. A medida que la historia avanza, comprobamos que este patrón en los protagonistas se desvanece, pudiendo ser Freija la última en referenciar esto con su lanza de caballero dragón y su uniforme similar al del mago rojo.

La influencia de Shakespeare, técnicas teatrales y rasgos carnavalescos se hacen muy notables. Desde meros guiños al trabajo del dramaturgo hasta llegar a la profundidad existencialista de algunos personajes. Durante nuestra aventura, nos toparemos con figuras que nos recordarán las obras más famosas de Shakespeare: Marcus y Cinna, miembros de Tantalus, extraen sus nombres de Julio César, al igual que el pequeño Puck forma parte de El sueño de una noche de verano. También encontramos una referencia indudable al inicio del juego con “Quiero ser tu canario”, que sirve como tutorial del sistema de combate. Los aficionados a Shakespeare no tardarán en percatarse de que la obra representada por Tantalus alude a la tragedia El rey Lear, con personajes como el rey y su hija Cornelia (Cordelia). Por si esto no fuera suficiente homenaje, el autor parece ser un tal Lord Avon, Eivon en la versión española, nombre que también se le otorgaba a Shakespeare para apodarlo como el Bardo de Avon. El tropo de la obra dentro de la obra es recurrente en los libretos shakespearianos, con una banda de artesanos, o ladrones en el caso de FFIX, como actores. Sin embargo, la relación de la entrega con el aspecto escénico va más allá de meras menciones. 

Si contemplamos las tramas del juego, podremos hacer un análisis mucho más agudo de las mismas. En primer lugar, encontramos una mecánica diferente e innovadora en la franquicia: las Secuencias en Tiempo Actual (STA). Este recurso, en ocasiones opcional y en otras obligatorio, aporta más matices a la narrativa y al desarrollo de los personajes, ya que nos permite visualizar situaciones simultáneas a la historia principal. Las secuencias en tiempo real son las que, de forma más notable, sitúan al jugador en la posición de un espectador. Esta permuta es debida a que la interacción se ve limitada mientras se reproduce la escena. Esto permite que el público descubra otras subtramas o detalles sin verse obligado a manejar a otro personaje. Así, no solo no se alarga innecesariamente el tiempo de juego, sino que también se evita generar más confusión en el usuario, que está constantemente oscilando entre diferentes figuras. Gracias a esta mecánica, podemos tener acceso a momentos de la historia que, sean más o menos trascendentes en la narración principal, nos facilitan crear un vínculo con los personajes. Puede que en otros juegos esto no sea una prioridad, sin embargo, en FFIX es esencial que cada personaje, desde protagonistas a meros compañeros o ciudadanos, tenga una vida y que el jugador sea consciente de ello. De este modo, podrá apreciar mejor el mensaje de la entrega y experimentará con gran intensidad los eventos más emocionales de la misma. 

Por otra parte, diferentes aspectos carnavalescos se cruzan en nuestro camino. Los personajes se disfrazan para huir y cambiar su identidad, como ocurre con la princesa Garnet/ Daga o con el ya mencionado Puck, heredero del trono burmeciano, de incógnito. En la carnavalesca se presenta una inversión de roles, es el máximo exponente de una farsa en la que el rey es un mendigo y viceversa. Esto mismo se aprecia en el propio mapa de Treno, en el que para reunirnos con la aristocracia deberemos descender por las escaleras de la plaza, mientras que, si ascendemos, nos encontraremos en los suburbios. Bajamos para alzarnos y subimos para caer. También vemos a Cid, recurrente en la saga, convertirse en un cómico Bicho Buri por medio de artes mágicas, lo que nos puede recordar a El sueño de una noche de verano. Con todo esto, el juego nos da a entender que aquello que vemos no es más que una ilusión y que es el espectador quien debe formar su propia idea acerca de las cosas. Otros personajes icónicos y representativos de esta temática son Ton y Son, que nos acercan al arquetípico bufón de Shakespeare. Estas figuras pantomímicas tienen un papel importante en el juego como esbirros de la reina Brahne, sembrando el caos a la vez que controlan los movimientos de Garnet, como Rosencrantz y Guildenstern hacen en Hamlet.

Treno: barrio rico y barrio pobre

Pero Final Fantasy IX no se reduce a una lista de tópicos que se aglomeran para dar una atmósfera teatral, sino que va mucho más allá. La aventura es una historia de naufragios, no solo en el sentido literal que sufren varios personajes, sino también en un aspecto metafórico. Los protagonistas se encuentran perdidos en un mar, a veces calmo pero muchas otras embravecido, y su único deseo parece ser hallar un puerto donde encontrar respuestas. Sin ir más lejos, el entrañable Vivi se ve envuelto en un aura de tristeza que lo hace cuestionarse la fugacidad de su vida y el sentido de la misma. El leitmotiv de este pequeño mago negro es «Ser o no ser… ¿cómo podemos probar nuestra existencia?». Estas palabras resuenan en nuestra mente porque ya las hemos oído con anterioridad, no solo es la voz de Vivi, es la voz de Hamlet. A pesar de ser un niño, Vivi se ve obligado a enfrentar la idea de la muerte y esto genera en él dudas sobre su identidad y su forma de proceder. Se hace consciente de que todo puede acabar en cualquier momento, de que, quizá, él no sea más que un producto con fecha de caducidad desconocida. En la visita a la Aldea de los Magos Negros, se respira un estado de ataraxia y resignación, porque ¿de qué sirve hacer otra cosa más que esperar a que el fin caiga sobre uno mismo? El propio Hamlet dice “To die—to sleep, no more” (Morir—dormir, nada más) y se plantea si la muerte puede ser la solución para el dolor. Esto es un punto de inflexión para nuestro personaje, que decide tomar las riendas de la vida que ya tiene, para explotarla al máximo y no sucumbir al conocimiento de su propia desaparición. 

La cuestión de quiénes somos y cuál es nuestro destino flota en el ambiente de la narración. Los Magos Negros no son los únicos que afrontan su naturaleza y razón de ser como arma, también sucede, como veremos más adelante en el juego, con Kuja y Yitán. Estos dos personajes, hermanos con un mismo cometido y, al mismo tiempo, contrapartes entre sí, forman parte de una raza de Genómidos. Kuja y Yitán son creados por Garland como Emisarios de la Muerte para ayudar al mundo de Terra a asimilar otros planetas para sobrevivir. Sin embargo, estas figuras, conscientes de sí mismas, rehúsan de su función, ya sea por el afán de dominación o por la abnegación que los caracteriza. De nuevo, Final Fantasy IX presenta un desafío a las prescripciones y actúa como un canto a la determinación y al autoconocimiento. Kuja se impone a lo que se ha escrito para él y, para ello, se deshace de su hermano, como Antonio hace con Próspero en La tempestad. En el alma de Yitán prevalece el deseo de ayudar a los demás sin importar quienes sean o que hayan hecho. 

En general, la obra habla con gran profundidad de la importancia de apreciar la vida, de compartirla con otros y aprender de ellos, de no someternos a la idea de la muerte, a pesar de ser conscientes de ella. El jefe final del juego, Tiniebla Eterna o Necrón, es la máxima representación de la pulsión de muerte conocida como Tánatos. Este enemigo sostiene que el deseo más fuerte y natural del ser viviente es regresar a la nada, es por ello que será lo último que deberemos combatir para llegar al final. El planteamiento de Tiniebla Eterna se asemeja mucho a un conocido soliloquio de Macbeth en el acto 5 de la obra homónima: “La vida no es sino una sombra pasajera, un pobre actor que se contonea y consume su hora en la escena, y luego no se le escucha más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de sonidos y furia, y que nada significa”. Esta figura no es un rival personal de los protagonistas en sí, sino una idea antagónica de todo lo que la premisa del juego defiende: querer vivir, porque siempre hay que encontrar un lugar al que regresar.

Referencias: 

María es estudiante de Filología Inglesa especializada en literatura. Ha trabajado como ayudante de dirección y script cinematográfico. Entusiasta de los RPGs y la narrativa.

Adrián es educador infantil al que le dio por escribir sobre videojuegos. Fan de cualquier título que quiera contar una historia. Actualmente es redactor en los portales de NaviGames y Nexel.

  1. espyy

    Maravilloso texto para un maravilloso juego.

    Probablemente el FF más maduro jamás creado.

  2. alexman85

    Magnífico texto!

    FFIX es mi juego favorito de la franquicia por los temas (sentido de la vida y pertenencia a un lugar o a un grupo) que subyacen de manera transversal en la historia y por lo bien que lo encarnan personajes como Vivi, Steiner o Yitán.

  3. Shalashaska

    Un texto fantástico para una obra maestra atemporal. Qué bueno es FFIX, cojones!