Gamelab 2019: Crónica de una oportunidad perdida

Gamelab 2019: Crónica de una oportunidad perdida Después de una hora escuchando al ponente recorrer de manera anecdótica su trayectoria como creador de videojuegos en un formato de conversación a tres bandas (completan la mesa un periodista y otro creador), llega el turno de preguntas. La primera persona del público en coger un micrófono repite una pregunta que ya había sido lanzada por el entrevistador en algún momento de la charla, aunque la respuesta del ponente es calmada y da otra visión de lo que antes ha dicho, para no aburrir a quienes escuchamos. Es en la segunda intervención del público cuando las cosas cambian. Una de las personas que ha escuchado la hora corta de charla decide hacer una pertinente pregunta al invitado, pidiéndole que responda a las acusaciones de acoso y abuso que antiguas trabajadoras de su estudio realizaron hace meses. En ese momento, el director del festival coge el micrófono y pide por favor que se respete a los invitados y que sólo se realicen preguntas relativas a videojuegos. Después de eso, un silencio incómodo, una sonrisa forzada y la sensación de que si no se pueden hacer las preguntas que deben hacerse, las que de verdad importan, ya nada tiene importancia. «Estamos aquí por los videojuegos» dice. El problema es que los videojuegos no son sólo videojuegos. Son historias; sentido y dirección; son un problema y a veces también solución. Son hermenéutica viva. Necesitan de ser interpretados, igual que sus autores y las acciones de estos. Si convertimos a los videojuegos en un ente totémico, no perdemos sólo la capacidad de entenderlos y usarlos para entender el mundo en que son creados, sino que también perdemos a los mismos juegos. Los videojuegos son relevantes por su contenido y su contexto y ambos son igual de importantes si queremos ahondar en ellos y no quedarnos en un disfrute inane de los mismos. Y pese a todas las pegas que se le puedan poner al Gamelab, este es exactamente el objetivo del evento celebrado anualmente en Barcelona. El Gamelab es un evento que intenta ofrecer una visión total de ese poliedro que es el mundo de los videojuegos: hay conferencias de grandes figuras, dirigidas al público más mainstrem, que se solapan con charlas más técnicas dirigidas a desarrolladores; hay un espacio donde algunos estudios muestran sus creaciones y en torno a todo esto, se organizan eventos menos protocolarios como las fiestas Indie Burguer. Y aunque ciertos elementos funcionan como se esperaba, el evento en general vuelve a dar la sensación de oportunidad perdida. Un congreso de este tipo debería aspirar a ser relevante y revelante. Relevante no sólo por las figuras que en él se congregan (algo en lo que el Gamelab suele cumplir y que este año, por las faltas de Peter Molyneux y Randy Pitchford, tal vez no ha terminado de satisfacer expectativas), sino por su capacidad de aportar algo importante a una comunidad de la que dicen nutrirse y depender, a pesar de que no siempre se siente escuchada —insistían algunos en la necesidad de cambiar, por ejemplo, los precios que los estudios deben pagar por poner un stand de exposición. Pero también deberían orientar su andadura en convertirse en un evento revelante en la medida en que los ponentes deberían revelar elementos de sus obras (técnicos o simbólicos), para que los asistentes salgan de las conferencias con algo nuevo, una sensación de descubrimiento y significancia al tiempo invertido. Gamelab 2019: Crónica de una oportunidad perdida Sí aparece esa impresión de estar asistiendo a algo único cuando el entrevistado o las ponentes ponen de su parte. Pudimos ver una entretenida charla entre Josef Fares y David Cage que perfiló mucho el carácter y las aspiraciones de ambos —incluso entre bromas dejaron abierta la puerta a una futura colaboración en un proyecto. En la conversación se notó que Cage ponía una nota más conciliadora y quizás bucólica del medio: «El futuro de los videojuegos pasa por crear personajes más realistas y con los que poder sentirme identificados», aseguró, mientras confesaba que su mayor inspiración «es siempre la vida y las emociones que en ella se contienen». Fares, por su parte tomó una vía más irreverente y jugó a provocar al público. Gamelab 2019: Crónica de una oportunidad perdida
Otro cabeza de cartel era Cory Barlog, la cara visible del GOTY del año pasado (no lo digo yo, lo dicen los The Game Awards): God Of War. Estaba previsto que el director con nombre de enemigo final de un juego de lucha participara también en la mesa redonda con Cage y Fares, pero al final su presencia en el Gamelab consistió en una charla con el director de Blood and Truth para PSVR. Hablaron sobre sus problemas y responsabilidades en el desarrollo: «Como director, eres la persona que hace miserable a una gran parte del equipo y que les pone en situaciones comprometidas. Es no saber lo que quieres, pero aparentar que lo sabes todo el tiempo. Es vender ilusiones». Cory, me permito llamarle por el nombre porque transmite esa peculiar cercanía de un viejo amigo al que hace tiempo que no ves, también señaló la frustración que supone dirigir un proyecto «porque no creas ni produces nada; sólo caldeo el ambiente y tengo reuniones donde ruego a gente que haga cosas». Se le notó cómodo en el escenario, aunque mucho de lo dicho se mostró hace poco en el documental que se grabó a propósito del desarrollo de su último título, Raising Kratos. Seguramente por eso parecía oscilar entre no querer contar más de lo debido y compartir anécdotas interesantes. La más compartida, por supuesto, que el ya mítico Boy con el que Kratos se refiere a su hijo nace porque no tenían un nombre para él —a Barlog, fetichista de los nombres, le costó un buen tiempo decidirse por Atreus. «Es mejor tener una historia simple protagonizada por personajes complejos que al revés”, dijo en cierto momento. Con una personalidad como la suya, no se me ocurre mejor forma de definir la charla.
Otra de los grandes momentos llegó con Arvi Teikari, creador del magnífico Baba is You, que mezcló filosofía y game design: «Quería explicar de manera jugable la tesis de Wittgenstein, que decía que los límites de mi lenguaje son los límites de nuestro mundo». En el juego del finlandés, el lenguaje y su uso cambia y determina nuestro entorno; para su creador, sin embargo, la interpretación lingüística del juego no es la única, ya que también hay quien ha visto una teoría sobre lo que significa ser uno mismo y los límites de nuestra identidad. Junto a las charlas más mediáticas también hubo pequeños destellos de calidad, como la ponencia inicial de Daniel Sánchez-Crespo en la que dio claves reales sobre la industria española y sobre sus potencialidades y debilidades; o la que llevaron a cabo Katie Scott, Kate Edwards, Sarah Elmaleh y Miriame Lachapelle para hablar de realidades que no siempre aparecen en eventos así, como lo son la toxicidad o la necesidad de ampliar el espectro en cuanto a inclusividad y diversidad, tanto en los videojuegos como en el mundo de la autoría y creación de los mismos. Gamelab 2019: Crónica de una oportunidad perdida Pero más allá de todo eso, la sensación del Gamelab fue algo gris. Y no porque la organización esté haciendo mal las cosas, sino porque el enfoque no parece el más indicado para tratar nada en profundidad. Igual el formato con conferencias de grandes nombres que vienen a decir y presentar nada, mezcladas con charlas más técnicas orientadas a un público que viene sobre todo de centros formativos, unidos a la serie de stands para los videojuegos de estos mismos estudiantes, no ayuda a centrarse en ninguna de las tres cosas. Es inevitable pensar, un año más, que algunos ponentes no tienen un objetivo claro y que están en el escenario de paso. Y eso, de cara a quien se quiere formar una idea de lo que tiene para ofrecer el Gamelab, es negativo. Entiendo el objetivo del proyecto: mostrar una idea holística del mundo de los videojuegos. Pero si todo se cimenta en estos, es incomprensible que el lugar donde se exponen y se pueden probar las creaciones de algunos de los mejores alumnos de los centros formativos de nuestro país sea casi un no-lugar. Los no-lugares son esas zonas que no tienen entidad propia; que no son más que espacios de paso; tránsitos obligatorios entre diferentes áreas que sí que son lugares de rigor —como el Hall donde se reúnen los periodistas para entrevistar a los ponentes y la sala de conferencias donde estos realizan sus charlas públicas. Pero en ese espacio entre ambos lugares es donde se encuentran los videojuegos; en una zona que no es un lugar, sino un corredor donde los juegos se apilan con la esperanza de que la gente de paso se pare ante uno de los monitores expuestos para ver qué tienen que ofrecer. Un espacio así determina cómo experimentamos lo que en él encontramos y caracteriza muy bien las prioridades de quien organiza los espacios. Y los videojuegos en este paradigma, no parecen la prioridad. Dice Simon Parkin en su imprescindible “Muerte por videojuego” (2016) que el poder de los videojuegos reside en la potencialidad de proporcionar a las personas, un espacio del que formar parte, en el que verse representadas, compartir sus historias o incluso experimentar nuevas formas de ser. El poder de los eventos que se centran en los videojuegos debería ser el mismo: dotar a la gente de un lugar del que sentirse parte de una comunidad y en el que poder compartir experiencias genuinas y significativas. El Gamelab está orientado hacia este fin, pero no termina de dar con la tecla correcta que ponga medios para alcanzarlo. Habla de juegos, pero no termina de saber qué hacer con ellos; menciona a la comunidad (quizá habría que hablar de comunidades), pero no termina de generar una sensación de formar parte de ninguna y da la sensación de dar pasos hacia delante, sin tener muy claro qué implica o a dónde lleva esa dirección.
Redactor
  1. BloodyKefka

    Daré unos esbozos así que disculpad si mi respuesta no es la mejor:

    – Las preguntas comprometidas son necesarias. Si no tienes nada que ocultar, ve de frente y defiendete. Si no, generas la impresión de que algo pasa.

    – Los hay que tener como el caballo de Raoh para hacer un juego sobre las ideas de Wittgenstein. Bravo.

    – A mí todo este tipo de eventos (las ferias relacionadas con la cultura pop) me parecen bastante grises la verdad. Mucha parafernalia, rollo TED, mucho hablar en nombre de la «comunidad» pero no deja de ser eventos para vender y promocionar. Entiendo que la comunidad y la industria han crecido brutalmente en estos años, pero quizás viene acompañado de una falsa y superficial «sofisticación».No sé si me explico.

  2. octal

    @justme dijo:
    Exacto. Para eso voy al Gamelab. Para que el creador de videojuegos responda a las acusaciones de acoso, que es lo que de verdad importa.

    Si un director de cine va a un festival, y ha habido acusaciones de acoso en el rodaje de su última película, para empezar ya sería polémico que se le invitara, y la mitad de preguntas, o todas, irían sobre ese tema. Los juegos no son diferentes, los hacen personas, y esas personas son responsables de lo que hacen.

  3. Dark_Raziel

    Como científico, acudo a congresos sobre ciencia todos los años y, especialmente el Gamelab (O la GDC u otras) me recuerdan a dichos congresos. En los científicos, solo acudes para presentar algo nuevo, no sirve de nada ir a enseñar algo que ya se ha visto porque ni siquiera te aceptan y en esto debería ser igual. Además de ser un negocio, los videojuegos también son cultura y este tipo de eventos debería servir para que el público general pudiera acceder a sus entresijos de una manera directa y sencilla y no servir como escaparate para vender más.

    Así, dado que cada día son algo más propio de la sociedad, se debería hablar de todo lo relativo a ellos, desde el acoso que sufren los trabajadores, el crunch o los problemas financieros. Todo define lo que es el producto final y todos esos problemas deben ser tratados desde una perspectiva seria y adulta para ayudar al medio a mejorar y madurar. Esconder eso y ver los videojuegos siempre como una simple fiesta no ayuda a que estos avancen

  4. BloodyKefka

    @justme
    Creo que preguntar precisamente no implica boicotearle ni acusarle. Precisamente porque interesa su versión de los hechos se le da la oportunidad de explicarse. Compararlo con las gilipollez de Bildu es demagogo, la verdad.

  5. ese_broncas

    No será que más que conferencias el Gamelab, como muchos otros conferencias, ha dejado de ser tal, para convertirse poco a poco en eventos, en otra pieza de la industria no en una pieza de la comunidad, ya que las conferencias se suelen crear para aglutinar a miembros de una comunidad dispersa hacer punto de encuentro y donde ejemplos representativos hablan para la comunidad y/o con la comunidad?

    Y lo pregunto desde la ignorancia del antisocial que pasa de acudir a estos eventos sociales de fuegos artificiales pero sin chicha en el asador

  6. BloodyKefka

    @justme

    También te digo que , aunque yo creo que debería hacerlo, si la persona aludida responde «no voy a contestar preguntas de ese tipo» se zanja la cuestión de momento y es su problema. Lo que no me parece de recibo es que sea la propia organización la que de excusas sobre lo que se debe preguntar o no.

  7. Dark_Raziel

    @bloodykefka
    Creo que esa es justo la clave de todo este asunto. En cuanto la organización «prohíbe» cierto tipo de preguntas, desacredita al evento y al invitado, además de dar por supuesto que dichas acusaciones son ciertas.

    Debería poder preguntarse sobre cualquier cosa siempre y cuando no sea una falta de respeto y ya es cuestión del preguntado si responder o evitar la pregunta.

  8. Mijel

    Siendo acoso y abuso a trabajadoras del estudio, me parece bastante pertinente. Como preguntarle a Cory respecto el crunch haciendo el GoW. Al final son temas que entran en el terreno profesional también.

  9. El Jugador Medio

    «Va, voy a ir de periodista intrépido así que haré una pregunta comprometida a este personaje. Podría intentar conseguir una entrevista con él, perseguirle, preguntar a su entorno, investigar… Pero no, creo que lo mejor será esperar aquí sentado a que venga al Gamelab y ya entonces le pregunto. Sí, será lo mejor.»

    Yo lo siento, pero no lo veo. Y eso que ni siquiera sé si alguna vez ya ha hecho declaraciones al respecto, que entonces aún sería más grave el asunto. También me resulta curioso el concepto que se tiene de estos eventos, en los que parece que esa persona invitada ha de tener preparada 50 charlas diferentes y originales, en lugar de hablar de lo que le ocupe en ese momento. Es como ir a la presentación de un mismo libro dos vefces y quejarte que se hable siempre de lo mismo. O ir a los conciertos de un mismo grupo en Madrid y Barcelona y quejarte de que el espectáculo se parece demasiado.

    Al fin y al cabo estos eventos son como los videojuegos, habrá que empezar a «analizarlos» por lo que son y no por lo que en nuestra mente deberían ser. Si muchos de estos eventos no están dirigidos a la prensa española media (y que conste que os considero muy por encima de la media) pues no pasa nada, se recoge los bártulos y se escribe de otra cosa, pero esta tendencia de pedir que las cosas que organizan otros sean así o asá, puueeess… no sé, no lo veo.

    Y no sé, el ejemplo que voy a poner me parece barriobajero hasta a mí, pero espero que se entienda: Igual que me parecería horrible que en una presentación de «Protesto!» se le pregunte a Marina sobre su supuesto acoso en redes a otras compañeras del sector en lugar de centrarse en el libro (o en lo que esté hablando en ese momento), pues con esta gente (Cage, Vabra etc) pues lo mismo. Exactamente lo mismito.

  10. octal

    @justme
    Yo lo que no entiendo es esa respuesta a la defensiva que tenéis alguno con estos temas. He hablado del cine porque ahí se lleva con normalidad, fíjate que Woody Allen tiene un boycott y sigue haciendo cine, y le seguirán preguntando por ello.

    La verdad es que en este caso no sé ni a quién le hicieron la pregunta ni de qué iba el tema. Pero creo que la normalización cultural del medio pasa por ser tratado como cualquier otro. A mi particularmente me gusta saber qué pasa en los estudios porque trabajo de esto, y soy de los que deja de jugar juegos de una empresa porque abusa del crunch, más que nada porque me resulta fácil solidarizarme después de haber pasado por ello.

    En los casos de acoso en un entorno laboral, no está de más saber qué ha hecho la empresa para averiguar lo que ha pasado, y qué medidas ha tomado para solucionarlo y evitarlo en el futuro, porque la verdad, saber que en tu empresa un trabajador ha abusado de una compañera y no hacer nada es de ser un mierda.

  11. DarkCoolEdge

    Pequeño offtopic, sorry.
    @justme
    No vas a encontrar mucha gente contenta en San Sebastián con el rodaje de Woody Allen. Dos meses en el puñetero centro en pleno verano cuando el turismo ya lo convierte en un infierno no hace ninguna gracia. Si encima le sumas que el tío es un mierdas, pues sí, qué se vaya a rodar a otro lado.

    Si en un evento de videojuegos no se puede preguntar por cosas del tipo que sean relacionadas con los mismos, apaga y vámonos.

  12. octal

    @justme A mi es que lo que me importa es lo que haga el director de un juego, o de un estudio, en el que ha habido acusaciones de acoso, no lo que tu hagas o dejes de hacer. Perdón si pensabas que lo de ser un mierda iba por ti. Lo que quería decir es que si hay esas movidas, quiero saber qué opina, qué pasos han hecho para saber si es cierto, qué medidas para evitar que vuelva a ocurrir si ha ocurrido, etc.

    Y vaya, me parece genial que a ti no te interese, a mi sí que me interesa. Hay un mundo entre no estar interesado en estos temas, y no querer que se pregunte porque lo que a ti no te interesa no tiene que preguntarse, comentarse o existir.

  13. octal

    @justme por qué te parece que el gamelab no es el lugar adecuado? Es un evento público con ronda de preguntas abierta, no? Había normativa o temática para la sesión? Entendería que me dijeras que si todas las preguntas hubieran sido en esa línea que echabas de menos que se le preguntara sobre más temas, pero solo hubo una pregunta y organización la metió debajo de la alfombra. A mí esto me resulta más incómodo que la propia pregunta. El invitado puede responder por si mismo que no va a comentar sobre el tema, pero la organización haciendo de barrera da muy mala imagen.

  14. octal

    Pero no estamos hablando de si el caballero en cuestión ha cometido presuntamente un delito fuera del ámbito profesional, estamos hablando de una pregunta sobre el clima del estudio durante el desarrollo de su último juego. Decir que quieres separar lo profesional de lo personal, y meter en el ámbito personal lo que sucede en el entorno de trabajo es curioso.

  15. Cyran

    Qué desagradable. Tener que ir a un evento sobre videojuegos y escuchar al «revolucionario» de turno hacer la pregunta idiota sobre algo que no tiene nada que ver con el evento. Es no tenerle respeto ni a los invitados ni a ti mismo ni al tiempo tan valioso que a muchos parece les sobra.

    Las acusaciones son un tema serio. Y cuando un persona es sindicada de algo tan serio descarga todo ello en una fiscalía o en la comisaría. Lo demás es alimentar el chisme barato, el «dime que él o ella dijo» y demás habladurías que se asemeja más a chismes de callejón antes que a una conversación sana y respetable.