Heredarás la mierda: la vergonzosa guerra por usar la marca S.T.A.L.K.E.R.

La historia que sigue a estas líneas debería servir de eso que los anglosajones llaman «cautionary tale», una fábula sobre cómo las malas prácticas del márketing pueden intoxicar a la industria del videojuego, incluso en las capas más modestas del desarrollo independiente.

A finales de junio aparecía en Kickstarter una campaña solicitando financiación para un juego llamado Areal, que se anunciaba a sí mismo como el sucesor espiritual de S.T.A.L.K.E.R. Sus responsables eran West Games, un nuevo estudio de Las Vegas que está presuntamente formado por antiguos empleados de GSC Game World —desarrolladora responsable de la conocida saga ambientada en la Chernóbil post-nuclear de Tarkovski— y 4A Games —los de Metro 2033— piden 50.000 dólares para acabar el juego.

Hasta aquí todo parecería normal si no fuese porque al otro lado del mundo, en Kiev, está Vostok Games, otro estudio nacido de las cenizas de GSC Game World y la cancelación de S.T.A.L.K.E.R. 2 que viene trabajando en su propio «heredero espiritual de S.T.A.L.K.E.R.», el free-to-play Survarium, desde 2012.

Nada más difundirse la noticia de la existencia de Areal, uno de los empleados de Vostok, Joe Mullin, anunció en los foros de Survarium que habían contactado con los antiguos abogados de GSC porque sospechaban que West Games era una mentira, un fraude perpetrado por gente que nunca estuvo en GSC ni en 4A Games. Paralelamente se encontraron indicios que apoyaban esta teoría, como que algunos bocetos en la web oficial de Areal eran en esencia idénticos a los de que figuran en la Wiki de S.T.A.L.K.E.R., dibujados por Alexei Moseichuk, que a su vez aparecía listado como miembro de West Games. Lo mismo sucedía con otras dos ilustraciones en el Kickstarter de Areal: una era de Sergei Tarmeshev y otra Eugeny Cherenkov, ambas antiguas o de proyectos anteriores, y ambos autores listados en el equipo de West Games. Mientras, en el vídeo de la campaña decían que estaban haciendo Areal sobre un motor gráfico propio que habían desarrollado a la vez que las imágenes mostraban un ordenador ejecutando lo que claramente era la interfaz de Unity 3D.

Las señales eran demasiado evidentes de que algo en todo este asunto no encajaba, así que la gente de Vostok —quizá no tan preocupada de preservar el honor de S.T.A.L.K.E.R. o desenmascarar una posible estafa como de apropiarse en exclusiva ese tesorito promocional en forma de frase, «el heredero espiritual»— se lió la manta a la cabeza y enviaron a varios medios de la prensa especializada un comunicado oficial redactado por su PR Oleg Yavorsky en el que afirmaban lo siguiente: «En los años de desarrollo de S.T.A.L.K.E.R. y la saga Metro 2033, centenares de personas trabajaron en pequeños detalles, desde testeo hasta hacer el modelo de un arma, muchos de ellos solo durante unos pocos meses para poder poner «desarrollé S.T.A.L.K.E.R.» en su curriculum. Mi mayor preocupación es que West Games está utilizando materiales de S.T.A.L.K.E.R. y presentándolos como suyos, que no solo está mal sino que es ilegal. Supongo que todo esto es para conseguir publicidad extra (y le está funcionando, desgraciadamente), pero los backers de Kickstarter deberían ir con cuidado.»

El enfrentamiento tomó un giro surrealista cuando apareció en escena alguien que comentaba en el Kickstarter de Areal bajo el nick Misery LTD y que les acusó de ser una estafa, que el juego nunca vería la luz y que el estudio era una mera empresa pantalla para embolsarse 50.000 dólares. Al mismo tiempo, alguien en Reddit hace algunas averiguaciones y se da cuenta de que el destinatario de la recaudación colectiva es un tal Leonid Kovtun, residente en Las Vegas —igual que el estudio— donde tiene abiertas algunas causas legales menores, que no figura en los listados de miembros de West Games.

Esa semana, la propia West Games publica como prueba de su existencia un vídeo algo extraño en el que aparecen cinco de los fundadores del estudio durante menos de un minuto, sentados alrededor de una mesa con dos ordenadores portátiles y unos papeles en blanco, saludando a cámara. Ni rastro de Kovtun. Robert Purchese, de Eurogamer, decide preguntarle a Eugene Kim, jefe del estudio, quién es Kovtun y por qué no aparece en el vídeo. Kim le responde que es un socio que se encarga de temas financieros y que no sale en el vídeo porque «tenemos un equipo grande, lo que no nos da la oportunidad de mostrar a todo el mundo». En el listado de Kickstarter figuran once personas; en el de LinkedIn, siete.

El día 30 de junio Misery LTD —que es en realidad Misery Development, el equipo londinense que confeccionó el Misery Mod para S.T.A.L.K.E.R. y que consiguió financiar con éxito en Kickstarter otro juego postapocalíptico el pasado abril, The Seed— anuncia en su página de Facebook que ha recibido amenazas legales por parte de West Games —que les acusan de utilizar esta polémica para autopromocionarse— donde les invitan a que dejen de hablar de su proyecto. La táctica les funciona: Misery deja «en manos de la comunidad» la legitimidad de Areal y se echa a un lado para no volver a pronunciarse. West Games, por su parte, publica un texto conciliador desviando la atención de la polémica titulado Hagamos juegos, no la guerra.

En los días siguientes, el tema se desmadra todavía más y West Games anuncia a bombo el platillo el fichaje de Alexey Sytyanov, miembro de Vostok, a pesar de que su nombre ya aparecía en la plantilla del estudio desde el primer día de la campaña en Kickstarter. Esa misma tarde le dicen a sus backers que tiempo atrás ellos y Vostok Games formaban una sola compañía llamada Union Studio, que iniciaron un proyecto que derivó en «un shooter genérico» del que ellos se desentienden y se escinden para formar West Games. Ese shooter se llama ahora Survarium. En Vostok Games lo flipan. Dicen no entender nada, aseguran que nunca han tenido nada que ver con Union Studio y esperan achacarlo a un error de traducción.

Poco después Igor Buryak, de West Games, dice en una entrevista concedida a un medio ruso que todo este escándalo a tres bandas no existe, que todo es una invención de la prensa. Dave Cook, ahora exmiembro del staff de VG247, les canta las cuarenta por email y les dice que nadie ha inventado nada y que el intercambio de acusaciones es real y demostrable. De paso, Cook insiste en preguntar quién es Leonid Kovtun, qué cargo tiene en la empresa y por qué es el receptor formal del dinero de Kickstarter. Le responde con un inglés terrible el PR de West Games: dice que Vostok ha pagado a gente de la prensa y de fuera de ella para que hagan comentarios negativos en el Kickstarter de Areal y fabriquen esta polémica. Evade dar cualquiera sobre Kovtun y se defiende diciendo que «no tiene permiso para hablar sobre inversores privados». En Vostok vuelven a flipar en colores, niegan las acusaciones de pagos a periodistas y dan por concluida su participación en este clusterfuck multitudinario diciendo que en West Games deberían agradecer a la prensa toda la promoción que le están dando a Areal en lugar de culparla de todo este cristo.

Hoy, 18 de julio, Areal publica su primer vídeo a 12.000 dólares y seis días de acabarse el plazo de su campaña en Kickstarter —donde algunos backers han disminuido su contribución hasta un dólar—. Y la cosa, como podéis ver, no pinta muy bien.

Habrá que ver cómo termina este culebrón de verano, si el juego de West Games termina existiendo o si se confirma la estafa que muchos todavía sostienen como teoría más factible. Cuál será el legítimo «heredero espiritual de S.T.A.L.K.E.R.» es algo que, tras esta bochornosa guerra con escopetas de heces, me temo que ya no le importa a nadie.