Análisis de Mass Effect

La vida te enseña que hay personas en quien puedes confiar. No me refiero a confiar en plan “me voy unos días fuera, acuérdate de regarme las plantas” o “no mires las fotos de mi ex medio en pelotas que tengo en el PC”, sino en plan “necesito esto, es importante y creo que podrías ayudarme”. Y desconozco si en Canadá hay únicamente ese tipo de gente (últimamente tengo a ese país algo endiosado por culpa de Jade Raymond y Cobie Smulders), pero los chicos de BioWare lo son. No me imagino con qué saldrán si les pides un party game ((Rezo para que la compra por parte de EA no nos obligue a descubrirlo)) , pero si tu encargo es un RPG occidental, no te defraudarán. Por eso cuando esta aventura espacial se presentó en el lejano X05, muchos dimos por hecho que sería un buen juego. Lo es, eso os lo digo ya. ¿Pero hasta qué punto? Ahora es el momento de discutir sobre ello. Ahora, que intentando esquivar la alargada sombra de KOTOR y arrastrando una considerable losa de hype, Mass Effect llega por fin a nuestras manos.

Ground Control to Major Tom

La historia de Mass Effect nos lleva al año 2183 para presentarnos una avanzada sociedad intergaláctica en la que humanos y varias especies alienígenas conviven (con sus más y sus menos) y colaboran para preservar e investigar la tecnología de los extintos Proteanos. Precisamente el robo de un artefacto Proteano es el hecho que sirve como punto de partida del juego. Evidentemente, la cosa se complicará una barbaridad para terminar desencadenando un percal a escala universal, en el sentido más literal que esta expresión pueda tener… Como no, el/la Comandante Shepard (es decir, tú) y el resto de la tripulación de la SSV Normandía son los únicos que pueden salvar la situación. Como siempre, no pienso desvelar nada más sobre el argumento. Lo que sí tengo que decir es que el guión es digno de la mejor película, serie o novela de ciencia ficción. La historia, más rica, compleja y madura de lo que es habitual en videojuegos, engancha de principio a fin. Los diálogos son inspirados y realizan igual de bien sus dos principales funciones: hacer avanzar la trama y definir o caracterizar a algunos de los mejores personajes que he visto en años. Pero lo mejor de todo es el conjunto, el universo que sus creadores han llenado con mil detalles, viejas batallas, información de todo tipo (sobre cada planeta, cada raza extraterrestre… ¡incluso sobre las empresas que fabrican las armas que usamos!). Los cimientos que sostienen la sublime ambientación del juego están hechos de letras. Hay muchas horas de trabajo detrás de Mass Effect, y eso se nota. Y se agradece. Lo primero es crear a nuestro Shepard particular mediante un editor realmente currado, con el que deberías poder crear un alter ego razonablemente fiel a tu aspecto. Y digo «deberías» porque yo no pude… Soy inexplicablemente negado con estas cosas y nunca, ni en juegos deportivos, he logrado obtener un personaje mínimamente parecido a mí. Así pues, decidí jugar metiéndome en la piel de mi gran amigo Kim, que es clavado al Shepard por defecto y, por consiguiente, a Jack, de Lost. Hay que elegir sexo ((Que no os engañen las fotos y vídeos que hay en la red, amigos; no hay muchas tías que jueguen a Mass Effect, sino muchos tíos con ganas de ver escenas lésbicas)) , apariencia física, clase y un par de datos sobre tu pasado. Las diferencias entre clases (Soldado, Adepto, Ingeniero y mezclas de estas) son muy notables de cara al combate, mientras que detalles como tu lugar de nacimiento se traducen en misiones secundarias específicas.

Now it’s time to leave the capsule if you dare

A la hora de jugar, que es lo que realmente importa, Mass Effect es un RPG con grandes dosis de exploración y acción. Existen, como casi siempre, unas misiones principales que debemos realizar con cierto orden para hacer avanzar la trama y un buen puñado de objetivos secundarios que podemos cumplir (o no) cuando y como nos apetezca. En algunas ocasiones habrá que disparar más y en otras menos, pero siempre habrá que hablar; las conversaciones son MUCHAS y muy largas. Entiendo perfectamente que tanto diálogo y los momentos paseando por la Ciudadela, resolviendo encargos sin tener que desenfundar el arma, pueden llegar a aburrir a los más impacientes o a aquellos que prefieren experiencias trepidantes de cabo a rabo. Pero para un servidor, que tiene los Shenmue como juegos de cabecera, es pura gloria. Como decía antes, el guión es inteligente, de manera que nunca he tenido la sensación de estar escuchando una conversación «de relleno» o carente de sentido. Cuando no son parte fundamental de la historia, sirven para esculpir un poco más la personalidad de un personaje o para enriquecer el contexto. Y para dinamizar las charlas se ha sabido retocar de forma muy acertada la rueda para seleccionar tus respuestas, que aparece unos segundos antes de que tu interlocutor termine de hablar y muestra ideas breves, sintetizadas y rapidísimas de leer en lugar de respuestas enteras. Esto nos lleva a uno de los pilares fundamentales del juego: las decisiones. Resulta realmente satisfactorio ver como tus elecciones tienen consecuencias importantes y no sirven únicamente para ganar puntos de Virtud o Rebeldía (ese sistema de moralidad, que no falte). Sí, decidirás menudencias como si ser poli bueno o poli malo, si chantajear o hacer favores sin esperar nada a cambio, pero también tendrás en tus manos las vidas de algunos personajes importantes. Llegas a sentirte como un auténtico cabronazo cuando optas por ejecutar a alguien en quien no sabes si confiar. Suerte que aún hay gente que recuerda lo que significa «juego de rol». Durante la visita al planeta Virmire se llega al clímax en ese sentido. La tensa discusión con el Sapo Molón y todo lo que viene después es poco menos que perfecto. Diseño y ejecución se combinan de manera magistral para absorberte en una de las mejores misiones que he jugado en mucho tiempo. La que se habría liado si todo el juego se mantuviera a ese nivel… Los momentos en que hay que liarse a tiros tampoco faltan, claro está. El de Mass Effect es un sistema de combate en tiempo real que recuerda muchísimo a shooters recientes como Gears of War y sobretodo la saga GRAW. Ya sabéis, cámara encima del hombro, espalda contra la pared para cubrirse, esperando el momento de asomar y soltar una ráfaga de plomo plasma, órdenes simples al resto de tu grupo… Con el añadido, eso sí, de una rueda para seleccionar habilidades especiales. Al desplegarla, la acción se congela, pero se mantiene la posibilidad de rotar la cámara para buscar y fijar objetivos enemigos. Dichas habilidades, que vas desbloqueando y mejorando a medida que subes niveles, marcan la diferencia entre las distintas clases. Los Soldados son especialistas en el uso de armas, los Adeptos usan ataques bióticos (similares a La Fuerza de Star Wars) a cascoporro y los Ingenieros pueden inutilizar tecnología enemiga. Piensa en todo esto cuando tengas que escoger a dos compañeros antes de cada misión. Bueno, no, tampoco es tan importante, pues los combates son un poco demasiado fáciles a la que consigues armas decentes. He leído por ahí algunas críticas a este sistema de combates por no ser tan efectivo como el de GRAW 2, por ejemplo. Yo considero que atacar por ahí es injusto en gran medida, pues esos títulos pueden haber servido de inspiración, pero no son «rivales» o la alternativa al juego de BioWare. Para un Gears of War, la acción lo es todo, así que es lógico y normal que esté más pulida. Se parezca más a una cosa o a otra, la acción de Mass Effect no deja de ser el sistema de combates de un RPG, y recuerdo muy pocos tan intuitivos, intensos y bien integrados. Sí, eso va por ti, «X, X, X, abajo, X, X».

And the stars look very diferent today

Los gráficos de Mass Effect son de esos que piden ser analizados desde dos puntos de vista: el visual y el técnico. En términos generales, el juego luce de maravilla. Modelados y texturas son intachables, la iluminación y los efectos, geniales, y muy pocas veces se han visto animaciones faciales más curradas y convincentes. Por otra parte, la dirección de las cinemáticas (todas in-engine y con los personajes mostrando las armas y armaduras equipadas en ese momento) es notablemente cinematográfica, cosa que acentúa aún más la espectacularidad del conjunto. Todo esto, con la inestimable ayuda de una dirección artística de diez, hace creíble y llena de vida cada momento de la aventura. Hasta aquí todo perfecto. Sin embargo, es evidente que BioWare no ha logrado pulir y adaptar el Unreal Engine 3 tanto como nos gustaría. El framerate petardea lo suyo y es habitual que algunas texturas tarden demasiado en aparecer (en ocasiones resulta poco molesto, pero en otras es descarado). Además, los tiempos de carga son relativamente frecuentes, aunque se camuflen en forma de largos viajes en ascensor. Afortunadamente, nada de esto llega a eclipsar lo comentado en el anterior párrafo ni a lastrar la experiencia de juego. A nivel sonoro, nada que objetar. La banda sonora es perfecta y acompaña de manera más que acertada cada situación. Los temas que la componen van de lo melancólico a lo épico, siempre con un toque futurista y evocando de manera magistral la inmensidad del espacio. También para enmarcar es el doblaje (en inglés). El trabajo realizado por todos y cada uno de los actores es tan bueno y la traducción de los textos tan acertada que soy incapaz de quejarme por la ausencia de voces en castellano. Evidentemente, hubiese preferido que las incluyeran como opción, para que cada uno elija lo que prefiera. Pero si me las tienen que imponer como en Halo 3, no las quiero, gracias.

Can you hear me Ground Control?

Supongo que por eso de formar parte de una trilogía, Mass Effect apuesta más por la rejugabilidad (la hay, ciertamente) que por la duración. Si uno va a saco, investigando lo mínimo, hablando poco y sudando de misiones secundarias, el juego puede completarse en unas 10-15 horas. Haciendo justo lo contrario, se llega sin problemas a las 40. Esto ya da pistas sobre el que en mi opinión es el mayor problema del juego: no se ha encontrado un buen equilibrio entre lo obligatorio y lo opcional. Esto no tiene que ser malo per se, pero sí cuando las misiones principales son claramente superiores a las secundarias en todos los sentidos. Estas últimas no tienen tanto interés, ni argumentalmente ni en lo jugable. Además, hay un montón, por lo que varios planetas acaban pareciéndose demasiado, se repiten fórmulas y se reciclan edificios y naves. El resultado de todo esto es que apetece más completar el 75% del juego que el 100%, por lo que el diseño está fallando. Y ese, amigos, es el auténtico punto flaco de Mass Effect. Puedo pensar que los problemas gráficos no hacen sombra a la vistosidad global, adaptarme a los menús algo ilógicos (pasear por un inventario lleno buscando objetos para vender es bastante pesado) e incluso pasar por alto la deficiente IA de los aliados; pero con esto no puedo hacer nada. Me parece lo peor del juego y sorprende que sea BioWare quien cojee de este pie.

Conclusión

Si al final de nuestros análisis hubiera puntuaciones por apartados y uno de ellos fuese «ambición» (lo inventaríamos y patentaríamos para forrarnos), Mass Effect tendría un 11. Pero aquí la intención no es lo que cuenta y aunque se queda cerca, Mass Effect no llega al Olimpo videojueguil. Habrá que esperar a poder juzgar la saga en todo su esplendor, tras disfrutar de las 2 entregas que nos quedan. La primera decisión que tendrás que tomar con Mass Effect es tal vez la más fácil. Cuando pienses si vale la pena comprarlo, tus dos opciones de diálogo serán clarísimas. Si no te gusta el género, si los anteriores trabajos de BioWare te parecen soporíferos, no esperes que la cosa cambie. Pero si estás dispuesto a disfrutarlo y sabes a lo que vas, te encontrarás con un juegazo trabajado, intenso y sobradamente capaz de divertir. Uno de los títulos más cinematográficos (en el mejor sentido de la palabra) que recuerdo y otro de los grandes del año. Nota: 9