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Análisis de Gunpoint

Análisis de Gunpoint

Entiendo que si un juego empieza arrojando a su protagonista desde un tercer piso, es que no se lleva muy bien con las introducciones. Y le agradezco mucho a Tom Francis, que había sido redactor en PC Gamer, eso de ser tan directo: porque es justo lo que su Gunpoint pide y porque así no he de recurrir al tópico del crítico como creativo frustrado para arrancar con esto.

Ah, y no os preocupéis por el bueno de Richard Conway; antes de atravesar la ventana de su apartamento, el espía se había puesto sus hyperpantalones Bullfrog, con los que puede pegar unos brincos de campeonato y aterrizar sin problemas. O sin hacerse daño —dejémoslo en eso. Pero por mucho que cueste creerlo, esa prenda no es su gadget más interesante: la auténtica estrella del juego es una herramienta llamada Crosslink, que permite alterar la instalación eléctrica de cualquier edificio. Un par de clics para unir una causa con su efecto y, voilà, el interruptor que antes encendía la luz ahora abre esa puerta. Que a su vez está conectada al ascensor, que al llegar a la planta de arriba activará el detector de sonidos, que sobrecargará un enchufe para aturdir al segurata de un chispazo. Por ejemplo.

Análisis de GunpointGunpoint sabe gestionar el potencial de esta mecánica fantástica. Las reglas están perfectamente claras desde el primer minuto y la complejidad crece —con nuevos chismes y posibles usos— siempre de forma controlada; los circuitos cerrados y ajenos a los otros, representados con distintos colores, sirven al principio para compartimentar y simplificar, pero acaban complicando las cosas.

Todo está bien pensado y encajado en niveles moderadamente pequeños y cortos, edificios con guardias y cámaras de seguridad que suelen proteger un ordenador a piratear. En todos parece existir un equilibrio estudiado entre las distintas soluciones que derivan de un diseño permisivo y la sensación de haber resuelto aquello de una forma correcta. Lo gratificante de esos puzzles se lleva de maravilla con los métodos de Conway. El tío, así se refleja en el control, es rápido y efectivo: trepa sin problemas por paredes o techos y no tarda más de medio segundo en saltar sobre un guardia, placarlo, y dejarlo K.O. de un puñetazo —o matarlo de varios—. Los vigilantes también saben hacer su trabajo y, aunque se despistan fácilmente al apagar las luces, si te descubren te mandan de un disparo a cargar el último autoguardado.

Entre una cosa y otra, no hacen falta más que un puñado de píxeles colocados con cierta gracia para que, por qué no, llegues a creer que esa noche lluviosa es tan buena como cualquier otra para colarse en las oficinas de un fabricante de armas.

La historia se desarrolla solo en conversaciones con los clientes, mediante una suerte de Whatsapp, antes de cada misión. Un asesinato durante el prólogo sirve para destapar una trama de espionaje industrial más densa que relevante, pero convenientemente apoyada en diálogos bien escritos, con un sentido del humor destacable… y en inglés.

El único gran problema de Gunpoint es que acaba demasiado pronto. Las tres horas de juego se hacen cortas porque cuesta creer que no hay para más; no es tanto un problema de duración como de una progresión que se queda a medias. Aprendemos y compramos mejoras (para no hacer ruido al romper cristales, para hachear hasta las armas de los guardias…), a un ritmo que el reto no siempre sigue y solo una vez necesité pensar un poco más para montar un temporizador improvisado. Tampoco le iría mal desmelenarse en algún momento para, por ejemplo, exprimir un poco más las posibilidades del salto. Esperemos que el editor de niveles pueda darnos una pequeña alegría en ese sentido.

Hay varios logros especialmente ingeniosos y muy buenos detalles en Gunpoint —me encanta que el Crosslink se encienda y apague con la rueda del ratón, emulando un interruptor—, pero la batalla estaba ganada antes de que Francis pensara en todo eso: sabía que podría cruzar el Rubicón sin problemas gracias a la excelente idea que sirve de base, una de las de «¿cómo no se le había ocurrido antes a alguien?». Suele ser buena señal. [8]

Gunpoint ya está a la venta en Steam y en su web oficial, a partir de 9,99€. En ambos sitios puedes encontrar también una demo del juego.

Redactor
  1. Koldo Gutiérrez

    Hace dos o tres meses me acordé de este juego y quise buscar información sobre él, ya que hacía tiempo que no leía nada al respecto. Como había olvidado su título, me costó horrores encontrarlo, pero prometí grabarme a fuego su título… ¡¡y ahora resulta que ni siquiera me había enterado de que ha salido ya!!

    Así que gracias por el aviso, voy a probar la demo ahora mismo. 🙂

  2. mio_tony

    Estuve a nada de pillarlo, pero me decanté por el Unepic. Esperaré a que esté de oferta.

  3. RoNiN

    Gran análisis. Está en mi lista de deseados desde que vi la primera screenshot.

  4. plissken

    @ronin

    Lo mismo. Parece de ese tipo de juegos que son tan complicados como tú quieras.

  5. eLPAtitoyUPI

    Este es uno de los mejores juegos indie que he jugado nunca. Su soundtrack es de lo mejor, y el gameplay es especialmente divertido. Un must-have.

  6. NDeckard

    Pues yo he jugado un puñado de misiones y la verdad es que no lo considero una maravilla, me acabe aburriendo porque basa casi todo el juego en unir cablecitos con interruptores y se me hizo repetitivo

  7. level775

    @ndeckard dijo:
    Pues yo he jugado un puñado de misiones y la verdad es que no lo considero una maravilla, me acabe aburriendo porque basa casi todo el juego en unir cablecitos con interruptores y se me hizo repetitivo

    Es lo que me parecía.

  8. Gatotos

    ¿Soy al unico al que le recuerda a Elevator Action?