Recuerdos de la generación MTV

Teenage Blob

Este experimento, que funciona a la vez como videojuego absurdo y álbum interactivo, quiere remitirnos a la estética cool de los 90 influenciada por MTV. Sin embargo, no sabe salir de sus referentes para llegar a impactar.

A mediados de los 90, MTV estaba en una encrucijada. Por un lado, podía conservar su imagen de plataforma cultural rebelde y vanguardista que se había ganado durante los años 80 a base de producir conciertos acústicos, entregas de premios irreverentes y programas musicales especialmente centrados en el público adolescente. Por otro, podía convertirse en un canal de telerrealidad y exprimir al máximo cada uno de los dólares entregados por los productores. La cadena escogió lo segundo. Gracias a The Real World, MTV había descubierto lo rentable y sencillo que era poner una cámara frente a lo que se suponía que era un reflejo de su audiencia. Desde entonces no ha dado marcha atrás.

En el libro I Want My MTV: The Uncensored Story of the Music Video Revolution Rob Tannenbaum no se corta en admitir que MTV no solo ha sido una cadena influyente; también ha sido muy poderosa. Según el periodista cultural, parte de la ola que llevó a Bill Clinton directamente a la Casa Blanca nace directamente de su presencia constante en varios de los programas más populares de la cadena. Sin embargo, también señala que tras revolucionar la industria musical «inventando» lo que ahora conocemos como videoclips, los ejecutivos de Warner llegaron a la conclusión de que aquello no merecía la pena: «creo que The Real World marcó la última vez que MTV podía considerarse revolucionaria», escribe el periodista. Y a falta de auténtica rebeldía adolescente, la cadena decidió reinventarse y apostar por una imagen edgy; convertirse en unos chicos irónicos que montaban en skate y manejaban un humor que los adultos «simplemente no podían entender», cuyo máximo exponente puede encontrarse tanto en Daria como en el taquillazo indie Napoleon Dynamite. Aunque, como dice Tennenbaum, MTV dejó durante los 90 de ser revolucionaria, su estilo sigue siendo hoy en día profundamente influyente. Y su espíritu irreverente continúa inspirando productos como Teenage Blob.

La relación de Teenage Blob con MTV parece congénita al tratarse de un título experimental  que utiliza el videojuego como forma de ilustrar un álbum. Al igual que la industria musical supo llevar la música a la televisión apostando por narrativas, códigos visuales y un lenguaje específico basado en primera instancia en las canciones, el nuevo juego editado por Superhot Presents explora, no cómo poner la música al servicio de los juegos, sino la manera de hacer justo lo opuesto: usar los videojuegos como forma de hacer que prestemos atención a los singles. La idea tiene su miga. Cada uno de los minijuegos de Teenage Blob corresponde a un track diferente que, como si de un álbum conceptual se tratase, en conjunto narran un día completo en la vida de un joven; desde que se levanta hasta que acaba la noche en el concierto de su grupo favorito. 

Pero aunque la intención del título sea reforzar el componente musical gracias al jugable, lo cierto es que ninguno de los dos se luce demasiado, y Teenage Blob dista mucho de ser la fiesta que quiere llegar a ser. La música de The Superweaks —pop rock del que sonaba en las series adolescentes allá por la década del 2000— carece de la energía suficiente como para acompañar a algunos de los minijuegos como el que está centrado en montar en monopatín o el de repartir bocadillos a domicilio desde nuestra bicicleta. Y no es hasta el final, cuando el juego nos invita a movernos por la sala de conciertos, cuando descubrimos qué es lo que está fallando: ni la música ni las mecánicas parecen tener ningún tipo conexión emocional. Cuando tras pasar el día trabajando para poder comprar las botas de nuestro sueños llegamos al concierto que tanto hemos estado esperando, el minijuego de flotar hasta el escenario se siente insulso y sin ningún tipo de gancho. Entiendo lo que quiere hacer: transmitir el modo en el que la música puede llegar a hacernos flotar. Sin embargo, la apuesta total por el humor y la ausencia de game feel dentro de la parte jugable nos niegan cualquier tipo de clímax tanto desde la parte narrativa como desde la emocional, quedando como la recolección de lo que podría ser un día de verano bastante insulso.

 Pero no es solo en su diseño e idea central en donde Teenage Blob abraza el «espíritu MTV». El juego experimental creado mediante la colaboración del estudio Team Lazerbeam y el grupo The Superweaks recurre a una mezcla entre el soft grunge y el cartoon para desarrollar una estética que, gracias a los colores hipersaturados, nos remiten la época dorada del Nickelodeon más gamberro. Pero todo eso se queda en fachada. Teenage Blob no es gamberro, ni irreverente. No es edgy, en realidad, y eso que en ocasiones lo intenta. Al final no es más que otro canto a la nostalgia, el nuevo alegato de la generación nacida en los ochenta que, tras ver su infancia hiper edulcorada en productos al estilo Stranger Things, parece ahora tener la necesidad de rescribir una nueva etapa de sus vidas. Una con más hormonas. Con más libertad y con más guitarras.

El intento que hace Teenage Blob es sin duda notable. El híbrido que presenta tiene un enorme componente experimental al que no se le puede exigir que lo haga todo bien a la primera. Sin embargo, es molesta la falta de autenticidad de la propuesta, la confianza de los desarrolladores en que resultará encantadora porque «nos suena» o alguna vez hemos visto en televisión una situación similar. Creo que la idea base de poner el videojuego al servicio de la música tiene un enorme potencial tanto expresivo como publicitario, y puede ser una forma interesante para que grupos indies se den a conocer fuera de los masificados YouTube, Spotify o Soundcloud. El problema es que, de nuevo, vemos las historias de los adolescentes a través del prisma de la nostalgia del adulto que piensa que nunca vivirá una época similar. Ese pasado falso e idealizado que niega que los adolescentes sean graciosos en sus propios términos, tengan problemas y sentimientos, o vivan algún tipo de situación remotamente original. Lo que Teenage Blob no quiere saber (y le pesa) es que lo que muestra MTV siempre ha sido una farsa. Tanto en los realities como fuera de ellos.

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Redactora
  1. Samsks

    Como persona a la que los THPS y los videoclips de punkrock le cambiaron la vida me da pena que en el fondo este juego sea tan insustancial.

    Eso sí, de regalo hemos descubierto a The Superweaks. Me han recordado un poco a una de las mejores bandas de ese rollo que quedan The Menzingers.