Un análisis de Duck Detective: The Ghost of Glamping

El regreso del Pato Detective

Happy Broccoli Games regresa con el segundo caso de Duck Detective, con una pátina de misterio espeluznante y una serie de intrincadas relaciones entre los sospechosos de este camping de lujo.

El año pasado el estudio alemán Happy Broccoli Games publicó un juego detectivesco protagonizado por un pato que tiene que usar su poder de de-duck-cción para resolver un enrevesado misterio; algo imposible de traducir, aunque ojalá en el futuro los siguientes casos de este detective cuenten con más idiomas además de inglés y alemán. El resultado fue estupendo: una propuesta entretenida, con la duración necesaria para alejar el tedio y la frustración de la ecuación, unos personajes nada planos —en términos de personalidad, ya que su modelo sí que es bidimensional, como una pegatina en movimiento— y un caso bien planteado para que cada elucubración, cada descubrimiento y cada giro nos llevara a un final de película. O, mejor dicho, de serie.

Duck Detective: The Ghost of Glamping demuestra que las desventuras de este pato encajan a la perfección en un formato seriado. Un año después de la publicación del título original llega un segundo caso, un segundo episodio, un segundo juego. No es necesario haber jugado al primero para disfrutar de esta secuela, ya que los casos son autoconclusivos, pero igual que con las series policiales como El Mentalista o cualquiera de las versiones de CSI la experiencia tiene ciertos matices extra si hemos seguido la serie desde el principio. La relación entre nuestro protagonista y su compañero de piso, por ejemplo, se explica sola, pero quienes jugaran al original recordarán al simpático cocodrilo y su papel en el caso del ladrón de salami.

Cuando se publicó su versión de prueba en febrero todavía no tenía fecha y fue bastante llamativo conocer que se lanzaría tan poco tiempo después del primer Duck Detective. Fue sorprendente, pero a la vez lo más lógico del mundo; lo mismo que podemos pensar sobre los misterios del juego una vez hemos realizado las deducciones correctas. Al iniciar el juego y ver en una esquina un botón que conecta con The Secret Salami; Duck Detective tiene el potencial de ofrecer una entrega anual sin ningún problema, han encontrado la fórmula perfecta para ello al aprovechar todo el trabajo del primero para construir nuevas entregas con el mismo aspecto, las mismas mecánicas y un nuevo caso a resolver. Un tipo de aprovechamiento que, a diferente escala, hemos celebrado cuando ha permitido que en Ryu Ga Gotoku no cesen de publicar juegos de la saga Like a Dragon año a año.

Para quien no jugara al primero, repasemos cómo resuelve los casos este particular detective. Podemos recorrer un escenario bastante manejable, conformado por menos de una decena de localizaciones a las que podemos sumar algún que otro interior. Además de derribar papeleras o abrir grifos, tiene cierta tendencia a poner todo patas arriba este investigador, podemos reunir pistas importantes y hablar con los ciudadanos que se encuentran en el glamuroso camping. Fijarnos en ellos y en lo que dicen desbloqueará una serie de palabras clave que después tendremos que utilizar tanto para completar las deducciones que hacen progresar el caso como para identificar a cada personaje correctamente. Aunque hay pistas disponibles por si nos atascamos, merece la pena no recurrir a ellas, ya que si atendemos bien a todo lo que nos propone el juego es viable reconstruir lo sucedido, poco a poco, pista a pista.

Uno de los puntos fuertes de Duck Detective es que este proceso detectivesco está acompañado de la dosis justa de humor para que resolver este caso realmente resulta emocionante y entretenido. Más allá de ciertos momentos brillantes en la escritura, el texto aterriza mejor gracias al apoyo de la actuación con voz. La misma voz grave y golpeada por la vida para nuestro Duck Detective, la misma estridencia para su amigo y compañero, la suficiente gracia en el resto para dotar al conjunto de credibilidad e interés. No comparto del todo la decisión de ponerle acento francés al cretino prepotente, pero en el fondo le sienta muy bien.

No le sienta mal tampoco a Duck Detective que la partida sea en un ambiente propicio para potenciar el tono que busca transmitir su atmósfera. Recorrer de noche un camping junto a un edificio supuestamente abandonado ante la sospecha de cierta actividad fantasmagórica tiene un qué sé yo particular si jugamos de noche y su fondo sonoro inunda nuestros oídos sin el habitual ruido presente mientras el sol está en lo alto.

Sería interesante hablar sobre el elemento geopolítico del caso a resolver —ya ocurría en el anterior, aunque como en Blue Prince no lo supimos hasta encarar el final—, de los líos familiares que destapa nuestra investigación, de lo buena idea que es incluir a una persona —bueno, un animal antropomórfico— obsesionada con un famoso en la trama o relacionar a uno de los protagonistas con uno de los personajes implicados en el caso, pero todo eso sería potencialmente peligroso a la hora de evitar spoilers de la historia. En un juego de poco más de dos horas no tendría sentido fastidiar estos giros que, además, se disfrutan tanto al descubrirlos tras nuestras concienzudas inferencias.

La estructura del juego es un calco del original, algo que también le sienta muy bien a Duck Detective: The Ghost of Glamping. Este repetición incluye el tipo de final, uno en el que tras exponer nuestras deducciones, sobre el caso que nos ocupa al principio y aquellos que hayan surgido durante la investigación, tendremos que decidir qué hacer con los supuestos culpables. En este camping todos son sospechosos.

El final tiene un toque algo más abierto que el primer Duck Detective, por lo que la necesidad de que Happy Broccoli Games publique un nuevo caso es total; se antoja necesario que esta serie de juegos continúe, con su propuesta continuista en lo que a estructura y apariencia se refiere, pero un contenido diferenciado y pulido para que las ganas de investigar se mantengan frescas. A la vista de lo entretenido que resulta Duck Detective: The Ghost of Glamping nos reservamos un hueco para mayo del año que viene, cuando la tercera entrega nos ponga —esperamos— de nuevo en las plumas de este pobre diablo; un pato tan perspicaz como encantador que, por mucho que ahora tenga a su propio Watson, sigue recordando más a Benoit Blanc que a Sherlock Holmes.

[ 8 ]

Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la universidad de lo de Cifuentes, Juan es una de las voces de NAT Moderada y ha colaborado en medios como BreakFast, Desayuno Continental y Cocinando Fandoms. Observador nato, le encantan los gatos y si algún día ves que te mira intensamente es porque quiere grabar un podcast contigo.