Análisis de Dissidia: Final Fantasy

Si viviésemos en un mundo lógico, este juego no se llamaría Dissidia: Final Fantasy, sino Dissidia: Fan Service. Este extraño híbrido entre un juego de lucha y un action-rpg ha sido perfectamente diseñado para cumplir las más húmedas fantasías finales de los aficionados a la longeva saga de Square Enix. No me refiero sólo al hecho de coger a los héroes y villanos de prácticamente todas las entregas y meterlos con calzador en un mismo juego, sino a cosas mucho más sutiles como la familiar banda sonora, los menús, los divertidos tutoriales protagonizados por conocidos personajes secundarios, los miles de guiños y referencias cruzadas, la orgásmica secuencia inicial marca de la casa… Dicho de otro modo: si no eres fan de Final Fantasy, hay muchas posibilidades de que este juego te deje más bien frío. El argumento de Dissidia nos sitúa en un mundo en el que la diosa del orden y el dios del caos mantienen un conflicto. Cuando arranca el juego, los buenos están a punto de ser derrotados y la única esperanza son los ya famosos cristales que Cecil, Terra, Cloud, Squall, Tidus y compañía tendrán que arrebatar a sus respectivos antagonistas. Como podéis ver, la historia es una simple excusa para un demencial cross-over, aunque no por ello menos deseado. Luchar contra Sephiroth en la corriente vital mientras suena One Winged Angel tiene su punto, como ya pudimos ver.

No es sólo un juego de lucha

Aviso a navegantes: Si alguien pensaba que Dissidia: Final Fantasy era un juego de lucha al uso, se equivocaba. El sistema de Dissidia, como no podía ser de otra forma, tiene muchos toques del rol más clásico. Los personajes pueden equipar diferentes armas, armaduras y accesorios que modifican sus parámetros, obtienen experiencia que les lleva a subir de nivel y pueden aprender nuevas habilidades. Aparte de eso, el propio sistema de combate es muy particular y al principio puede resultar confuso. Tenemos dos tipos de golpes, los que se ejecutan con el botón cuadrado y los del botón círculo. Con los del botón círculo arrebatamos Bravery points a nuestro rival y se los añadimos a nuestro personaje. Para simplificar, diremos que los Bravery points miden nuestro poder ofensivo y el de nuestro rival, de forma que si atacamos con el botón cuadrado, restaremos a nuestro rival tantos HP como Bravery points tengamos en ese momento. También tenemos las acciones más o menos típicas: con X saltamos, con el triángulo interactuamos por los enormes escenarios abiertos, con L fijamos la vista en nuestro enemigo y con R nos protegemos. Distintas combinaciones de esos botones nos sirven para esquivar un ataque, lanzarnos hacia nuestro rival o realizar invocaciones. Otro punto destacable de los combates son los abundantes QTE. Están integrados de forma bastante natural y básicamente consisten en encadenar golpes o esquivar los del contrario en el momento justo. Otro elemento principal en los enfrentamientos de Dissidia es el modo EX, que se parece a los límites que hemos visto en algunos juegos de la saga Final Fantasy. Tenemos una barra que se va rellenando al recoger unos orbes que hay por el escenario. Cuando la barra está llena, podemos entrar en modo EX, con lo que nuestras estadísticas se ven aumentadas. Durante ese modo, si conectamos un ataque, tendremos la opción de ejecutar un devastador ataque especial (que suele incluir a su vez otro QTE) que suele acabar con el contrario vencido en muchas ocasiones.

Modos para aburrir

El modo principal de Dissidia es el modo historia, que debemos terminar con los diez personajes para conocer el argumento completo. La historia de cada uno de ellos está dividida en varios capítulos que culminan en un combate final contra su rival. En cada uno de esos capítulos tenemos un tablero con los enemigos dispuestos sobre él. Podemos mover a nuestro personaje sobre ese tablero con relativa libertad (algunas casillas están bloqueadas en un primer momento) y enfrentarnos a los rivales en el orden que queramos. Cada uno de esos combates tiene distintas recompensas asociadas a cumplir determinadas acciones. Cuanto mejor lo hagamos, mejor puntuación lograremos al final de cada capítulo. Cuando finaliza el modo historia «normal» pasamos a una especie de epílogo en el que elegimos al personaje que queramos. En este caso da igual nuestra elección porque el desarrollo narrativo es el mismo y el enfrentamiento final (contra un jefe de esos que hacen sudar sangre) también es el mismo. Sin embargo, el modo historia no es todo lo que ofrece Dissidia: Final Fantasy. En las versiones europea y americana se incluye un modo arcade que no estaba en la versión japonesa y que permite enfrentarnos a una cinco personajes sucesivamente y de forma aleatoria. También podemos crear combates rápidos para ganar experiencia que nos sirva para el modo historia e incluso existe la opción de jugar online (sólo en modo ad hoc) contra algún amigo.

Técnicamente intachable

Últimamente, cada vez que sale algún juego importante para PSP se habla de que tiene los mejores gráficos de la consola. Pasó con God of War: Chains of Olympus, con Crisis Core, con Soulcalibur: Broken Destiny… y ahora también con Dissidia. El título de Square Enix tiene un apartado técnico realmente espectacular. Los modelados de los personajes, rediseñados por Nomura, están trasladados perfectamente a la pantalla de PSP y sus animaciones están muy cuidadas. Los escenarios, aunque algo vacíos en algunos casos, son muy amplios y las escenas FMV son todo lo que podemos esperar de un título de Square Enix. Mención aparte merece el sonido, que reutiliza canciones icónicas de la saga con algunos arreglos y modificaciones. Desde el tema principal de Final Fantasy hasta la famosa Victory Fanfare, pasando por la ya mencionada One Winged Angel o por Otherworld. Las voces de los personajes, en inglés (el juego está traducido pero no doblado), no son especialmente destacables aunque sí son fieles a la personalidad de los protagonistas en sus respectivos juegos. Vamos, que si en Final Fantasy X Tidus os parecía odioso, aquí también os lo parecerá. La única pega que se le puede poner al juego técnicamente es el uso de la cámara. En los escenarios más abiertos y vacíos no hay problemas, pero en aquellos situados dentro de algún edificio y limitados por paredes, la cámara puede perjudicar bastante y desorientar al juegador. Por desgracia, no es nada a lo que no estemos acostumbrados en la gran mayoría de juegos 3D.

¡Extra! ¡extra!

A todo lo que os he comentado hasta ahora, que ya daría para un muy buen juego, añadidle cientos de extras, bonificaciones y secretos. A medida que jugamos podemos ir desbloqueando nuevos modos, habilidades, personajes, trajes… la lista es inmensa. Por si fuera poco, Dissidia cuenta con un sistema de logros al más puro estilo de los de Xbox 360 o los trofeos de su hermana mayor. Son cosas que únicamente sirven para el juego, pero pueden dar para muchas horas de rejugabilidad. El juego también premia a aquellos que lo usan con frecuencia y tiene un calendario interno que ofrece recompensas al usuario cuando éste juega determinados días. De hecho, Dissidia: Final Fantasy tiene tantos añadidos, extras, recompensas, bonus, etc. que resulta en cierto modo abrumador. Ofrecer mucho que hacer no es algo malo en sí mismo, pero quizá sí cuando distrae de lo que debería ser el punto central del juego: los combates.

Conclusiones

Reconozco que cuando Dissidia se anunció esperaba algo muy diferente a lo que ha terminado siendo. Yo creía que sería una especie de Dragon Ball Z Budokai Tenkaichi pero cambiando a Goku y cía por los protagonistas de Final Fantasy. Un juego sin muchas pretensiones, destinado únicamente a sacarle los cuartos a los fans de la saga. Pero no, Dissidia es mucho más que eso. Square Enix no ha tirado por el camino fácil, sino que ha optado por crear un juego que realmente se sostiene por sí mismo. No porque pueda aportar algo argumentalmente a la saga (¿qué cross-over destaca por su historia?), sino por sus increíbles valores de producción, por un sistema de combate que se hace adictivo a medida que se consigue dominar y por su infinidad de detalles y guiños. Sin embargo, su gran problema sigue siendo lo que comentaba al principio del análisis: si no eres fan del universo Final Fantasy, si no conoces a sus personajes, si no te suenan sus ataques o si no has tarareado alguna de sus melodías, Dissidia: Final Fantasy te parecerá un juego bonito pero vacío y tendrás que restarle al menos un par de puntos a la nota de aquí abajo. Nota: 9