Broforce: El amor verdadero es bombardear con napalm a Satanás

Is NOT having Broforce in the top 10 selling REALLY how you want to be celebrating Independence day?That's EXACTLY what the Queen wants.

— Free Lives (@Free_Lives) julio 3, 2014

Tras destruir casi por completo el nivel a golpe de plomo, al final de la fase nos espera un Satanás ataviado con un traje a medida al que también podemos bombardear sin miramientos. Esa es la simbología a la que ha acudido siempre el cine de acción americano: el malo no tiene verdaderas razones, solo es malo.

Broforce es uno de los títulos más llamativos del año, no solo por sus gráficos engañosamente retro, su adictiva mecánica y sus homenajes directísimos a la patata de dos generaciones; también lo es por la forma en que se cachondea del patriotismo más delirante de Norteamérica, ese cuyos acérrimos defensores creen a pies juntillas que su pueblo es “el elegido”, que su lifestyle es el correcto y que más allá de sus fronteras solo existe pobreza, comunismo, opresión y gente de color marrón pidiendo que la US Army les defienda de sí mismos, a bombazo limpio.

El día en que Bélgica eliminó a Estados Unidos de la Copa Mundial de fútbol de Brasil, si uno buscaba en Twitter las palabras belgium freedom daba con todo un yacimiento de chifladura patriota, una legión de yanquis alardeando de ignorar dónde está Bélgica, qué idioma hablan y por qué les daba igual la derrota porque ellos habían ganado dos guerras mundiales y gozaban de —su palabra favorita— “libertad”. Realmente costaba una barbaridad distinguir entre comentarios paródicos y opiniones auténticas de gente con banderas en el porche y prejuicios en el cerebro.

Broforce se ríe del patriotismo, pero sobre todo se burla del abusón patriota, de los Donald Rumsfield del mundo que evaden con sonrisas escalofriantes las preguntas sobre matanzas, tragedias y violaciones sistemáticas de los derechos humanos en países extranjeros. No es fácil hacer broma con algo tan cínico como la guerra y la muerte en nombre de la libertad, pero la gente de Free Lives ha sabido hacerlo con gracia e inteligencia. A base de excesos brutales y de revolcarse en su propia absurdez, con Broforce nos cuentan un chiste arriesgado —oscuro en su fondo y excluyente en su forma— con cuyas consecuencias no necesitan cargar porque, y aquí está su arma secreta, ellos no son americanos: son surafricanos.

En AnaitGames somos también muy amigos del humor negrísimo como el corazón de Hitler, así que nos hemos hecho amiguetes de los hermanos Greenwood de Free Lives, y como también somos amigos de lo absurdo, en nuestra despreocupada charla con ellos hemos hecho algo tan estúpido como preguntarles cómo celebraron el 4 de julio, Día de la Independencia, en su nada americana Ciudad del Cabo natal. Como era de esperar, no nos decepcionaron.

¿Hicisteis algo especial el 4 de julio? ¿Cuál fue el plan?

Shaz Greenwood: Yo me puse mi bandana de barras y estrellas.

Duncan Greenwood: Yo compré TODOS los fuegos artificiales y los hice explotar A LA VEZ. Fue precioso, y estoy seguro de que mis cejas volverán a crecer algún día.

Evan Greenwood: Yo me comí una de las hamburguesas más grandes, deliciosas y llenas de bacon que he visto en toda mi vida. No fue fácil, viviendo en Sudáfrica.

Sabemos que Broforce es muy patriótico, en ese plan de repartir libertad a balazos. ¿Cómo describiríais la relación de Broforce con el patriotismo americano?

Ruan Rothmann: Los Bros solo quieren que su país les ame a ellos tanto como ellos aman a su país, sin importar cuántas naciones del Tercer Mundo se interpongan entre ellos. Si hay una forma más sincera de demostrar amor que lanzando un bombardeo de napalm sobre Satanás, no la conocen.