Análisis de South Park: La Vara de la Verdad

Trey Parker y Matt Stone no son seres superiores, Trey Parker y Matt Stone son generadores de ilusiones, unos magos. Con South Park: La Vara de la Verdad han tenido una misión muy clara desde el principio: hacer que el videojuego puedan encajarse dentro de la cronología oficial de la serie, en lugar de tenerlo como una vergüenza, como algo que se saca para arañar unos euros de tus fans pero que al final acabas prefiriendo enterrar en la memoria como si fueran el juego de E.T. No sé cuánto de la puta medalla se merecen Parker y Stone y cuánto Obsidian, pero una cosa tengo clara: por haber reproducido con tanta fidelidad la esencia de la serie, aprovechando las herramientas que les ofrece el videojuego para llegar a sitios y hacer cosas imposibles en un medio no interactivo, esta gente se merece una puta medalla.

La Vara de la Verdad es hilarante para cualquier seguidor de la serie de dibujos, pero además es fascinante para los aficionados al videojuego, en general, y al rol, en particular. Como tantos juegos de rol, La Vara de la Verdad comienza con el protagonista, un héroe mudo, llegando a un pueblo en el que dos facciones rivales están enfrentadas y cuyo destino acaba estando en las manos del recién llegado. De manera parecida a lo que ocurre en la serie, la cosa no se queda ahí: en cuanto los aliens te abducen para experimentar con tu ano, el juego arranca y no frena en ningún momento. Pocos juegos saben mantener un ritmo tan delirante durante tantas horas; después de un tramo inicial en el que el peso de las referencias y los guiños a la serie está peligrosamente cerca de ser demasiado, como si el mayor interés del juego fuera a estar en conectar las coñas con los capítulos a los que pertenecen, La Vara de la Verdad empieza a crecer, a tener más y más presencia. Para cuando termina, dudo que nadie pueda separarlo de las temporadas de la serie de televisión.

Sobre la censura: He tenido la suerte de jugar a la versión sin cortes en PC, pero, ya sabemos, en Xbox 360 y PlayStation 3 se han eliminado algunas escenas. No es lo ideal, aunque lo que sale en las partes censuradas es bastante gracioso, pero sorprende la decisión: esas escenas no son ni de lejos las más salvajes del juego. Es, eso sí, uno de los peores movimientos que podría haber hecho Ubisoft; si no tenéis más remedio que jugar a la versión censurada no temáis por encontrar un juego que no cumpla los estándares de incorrección política de la serie: es todo lo que queríamos y más.

Hay un camino B muy interesante para los que prefieran menor densidad de combates. En la mayoría de casos, antes de enfrentarnos con un enemigo acercándonos a él y entrando en combate tenemos la posibilidad de usar el escenario a nuestro favor para eliminarlo sin tener que pasar por el engorro, entre todas las comillas que queráis ponerle a la palabra, de los turnos. Es una concesión a un tipo de juego más directo y ágil que funciona bien por cómo nos requiere también pensamiento estratégico: cómo tenemos que pensar en cómo atraer a tal enemigo hacia una zona concreta para que se electrocute, o derribar una lámpara en el momento adecuado para que lo noquee cuando pase por debajo.

No es la única concesión de un juego más preocupado de que su mensaje sea efectivo que de ceñirse más de la cuenta a unas normas que ni le convienen ni le interesa tomar demasiado en serio. Mejor así: la parte del gran chiste que está en los combates perdería gracia si nos la contaran demasiadas veces, y eso es algo de lo que La Vara de la Verdad se da cuenta muy rápido.

Quizá sea esa buena dosificación lo mejor del juego. Las sesiones de brainstorming tuvieron que ser épicas: La Vara de la Verdad es un juego despreocupado y generoso en ideas, que sabe crear un marco perfecto para lanzarnos constantemente nuevas mecánicas y descartar las antiguas una vez justo antes de que se agote la broma. No necesita ceñirse a una idea hasta agotarla, prefiere darnos espacio; sabiendo dónde ponerse las barreras es mejor juego que otros juegos que huyen de la comedia como de la peste.

De vez en cuando sale un juego basado en una licencia que sabe aprovechar mejor que el resto la libertad que da el videojuego, las interacciones específicas del videojuego, que tiene buenas ideas y sabe trasladar bien lo que hace único al material original, mantenerlo intacto. South Park: La Vara de la Verdad lo hace mejor que la mayoría; quizá mejor que nadie. Mantiene intacto el humor desquiciado, ácido y brutal de la serie, mezclándolo de una forma brillante con las mecánicas de un RPG aparentemente típico que pronto se convierte en mucho más que eso. South Park se merecía un buen juego. Me alegra que lo hayan conseguido de una manera tan rotunda. [9]