Una mirada dentro de la fábrica de juguetes: Foxconn

A raíz de la foto que ilustra esta noticia y que he encontrado en Kotaku bajo el titular «Tus consolas no se hacen en un lugar feliz», he tenido la ocasión de leer un extenso artículo realizado por Bloomberg BusinessWeek donde nos invitan a conocer más sobre la compañía Foxconn y su fundador Terry Gou. El texto es largo y muy interesante de leer, pese a que en mi humilde opinión creo que se queda en la superficie de una investigación que podría haber sido mucho más incisiva y esclarecedora. No obstante nos brinda la posibilidad de indagar en las opiniones de algunos trabajadores (entrevistados sin supervisión) y de conocer la biografía y el peculiar carácter del señor Gou ((Capaz de generar aforismos tales como «El trabajo es un tipo de alegría», «La gente hambrienta tiene mentes especialmente claras» o la muy definitoria «Un ejercito de un millar es fácil de conseguir, un general es difícil de encontrar» y al mismo tiempo de preocuparse de sacar a su madre de 85 años a comer fideos con él de forma habitual.)), un hombre que comenzó con un préstamo de 7.500 dólares y ahora posee una compañía increíblemente rentable y productiva, pero también acusada de ofrecer un entorno laboral draconiano para sus casi un millón de trabajadores ((Su planta principal de Shenzhen está situada dentro de un campus amurallado que aloja a casi 500.000 trabajadores y que se asemeja a una pequeña ciudad, con comercios y viviendas. El resto trabajan en diversas plantas nacionales e internacionales, como se puede ver aquí.)), y que se encuentra en el ojo del huracán debido a la oleada de suicidios acaecidos en su seno ((Dieciséis hasta donde sabemos, una cifra que diversos medios han considerado malinterpretadas ya que en realidad es considerablemente más baja que el ratio de suicidios de China si comparamos los números.)). Creo que como usuarios habituales de sus productos, entre nuestras responsabilidades se encuentra el saber de donde vienen los bienes que consumimos, donde se manufacturan y desde donde se proveen de sus materias primas aquellos que las fabrican. Si bien este reportaje no responde a todas esas cuestiones, sí que nos ofrece al menos un vistazo superficial de las condiciones en que viven y trabajan aquellos que ensamblan los aparatos electrónicos de los que luego disfrutamos, así como nos permite saber quién es el responsable último de todo ello y su idiosincrasia. Una oportunidad que creo debemos aprovechar, haciendo uso de nuestro espíritu crítico para intentar sacar el máximo provecho de la información que se nos brinda en The Man Who Makes Your iPhone.