Un año: eso es lo que ha tardado Rovio —la empresa tras el éxito de Angry Birds— en cerrar su filial londinense. Lo comunicaba mediante un tweet dedicado a sus compañeros Mark Sorrell, el jefe del estudio. Pocos minutos después, Will Luton, productor ejecutivo, y Gerardo Nascimiento, senior game devolper, confirmaban la noticia.
Rovio Entertainment Corporation es una empresa centrada en juegos para móviles fundada el 2003 en Finlandia por tres estudiantes de la Universidad Tecnológica de Helsinki. Bajo el nombre de Relude, estos estudiantes crearon varios títulos de poca importancia hasta que en el 2009, tras la entrada de importante capital gracias a un inversor anónimo, la empresa se renombraba para lanzar su primer gran éxito, Angry Birds, un juego de puzzles que batía todo tipo de records de descargas tanto en iOS como en Android. Angry Birds convirtió a Rovio en uno de los estudios más prometedores del momento y, con 42 millones de dólares en capital, la empresa comenzó a diversificar actividades para acabar abriendo sedes en China, Estados Unidos, Suecia y, por último, Reino Unido.
Sin embargo, y a pesar del arrollador éxito de su producto estrella, las inversiones paralelas de la compañía no han funcionado tan bien como se esperaba. En 2015 la desarrolladora despedía a un tercio de su plantilla y el mes pasado, en una entrevista concedida a Reuters, uno de sus mayores inversores comentaba que tampoco iban a cumplirse los objetivos de rentabilidad del 2017. A las importantes pérdidas que la compañía generaba en septiembre se sumaba una estrepitosa caída en bolsa de casi el 50% del precio de las acciones que acababa con uno de sus fundadores, Wilhelm Taht, abandonando la empresa.
«La competencia se incrementa mucho durante el otoño», comentaba la nueva directora ejecutiva Kati Levoranta, «pero nuestras cuentas están saludables y preparadas para el futuro». Sin embargo, el año se cerraba con unos ingresos de 73,9 millones de dólares frente a los 77,3 que pronosticaban los más pesimistas.
El recién clausurado estudio de Londres empleaba a siete personas que trabajaban en un proyecto misterioso, no relacionado con Angry Birds, y que tenía previsto su lanzamiento a mediados de 2019.
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Típica historia de crecimiento desmedido e incontrolado a causa del pelotazo de Angry Birds y ningún otro respaldo.
Espero que el siguiente sea el mastodóntico edificio de King en el Soho. (Y que reubiquen a todo el mundo, claro)
Qué recuerdos, hasta abrieron tiendas de Angry Birds con peluches y asuntos del juego en su etapa más loca.
Que la burbuja de Rovio debía estallar era más una cuestión de tiempo que otra cosa, sobre todo cuando su negocio ha girado sobre la explotación de la misma IP hasta la náusea, inundando el mercado de productos casi idénticos entre sí. Eso sí, la película está divertida y entretenida.
Todo lo que sube baja, la trayectoria que está describiendo ahora mismo Rovio se parece bastante a la de sus famosos pajarracos. Recuerdo declaraciones del tipo: «queremos ser la nueva Disney». Lo que no entiendo es cómo no han invertido ese capital en intentar crear nuevas franquicias, si está claro que en los videojuegos las modas pasan más o menos rápido (esta concretamente a durado bastante).
Espero que os hagáis eco también del cierre del estudio de Gameloft en Madrid. Más que nada porque me parece bastante tocho y me apetece comentar también sobre eso.
No sé puede vivir eternamente del éxito de un solo juego.
@tomrojas
Que se lo digan a Notch.
@neoibero
Pues sí!! 😂
Este se hizo de oro el jodío!