Paolo Pedercini presenta la primera adaptación al videojuego del fútbol a tres bandas

El diseñador, académico y artista italiano Paolo Pedercini, conocido principalmente por su proyecto Molleindustria (a través del cual diseña y publica videojuegos «radicales» que arrojan luz sobre temas sociales; quizá el más conocido sea Phone Story, sobre la cadena de producción de los iPhones, que fue retirado de la App Store poco después de su publicación), ha presentado Three Sided Football Arcade, la «primera adaptación al videojuego del poco conocido deporte situacionista», en sus propias palabras. Sobre estas línea podéis ver un vídeo del juego.

El videojuego es un encargo de Wonderville, un bar de Brooklyn que, como parte de las recompensas que propuso para el Kickstarter con el que se financió su apertura, pidió a distintos creadores independientes (Robert Yang, Fernando Ramallo, Ramiro Corbetta…) que crearan un juego que será exclusivo de este pack para backers durante un año. Hasta que se acabe el período de exclusividad, Three Sided Football Arcade se podrá jugar solo en otros eventos y ferias, ha explicado Pedercini.

Pero lo interesante aquí es el juego original que inspira la adaptación. El fútbol a tres bandas es una revisión del deporte rey que se juega entre tres equipos; en el videojuego, tres personas controlan a tres jugadores, uno de cada equipo, y la IA se encarga de controlar a los seis restantes. Fue inventado en los años 60 por el artista situacionista Asger Jorn, y la intención era que sirviera de explicación práctica de la lógica trivalente, un sistema que se opone a las oposiciones binarias y que busca introducir un nuevo valor de verdad a medio camino entre lo verdadero y lo falso, entre el 1 y el 0.

En el fútbol a tres bandas, al contrario que en el estándar, no gana el equipo que mete más goles sino el menos goleado; un partido de este extraño deporte, que se juega en un campo hexagonal, niega la retórica de nosotros contra ellos que alimenta la versión tradicional del fútbol, y pretende introducir una capa de complejidad que da lugar a alianzas inesperadas y dinámicas y a traiciones, a modo de representación de las complejidades de la lucha de clases y para incluir en el conflicto a un tercer actor ausente en otros deportes de equipo.

Así, el interés de un deporte como este, como explica Pedercini, va más allá de la competición, como explica en su blog: 

Independientemente de lo que Jorn quisiera decir originalmente, veo el valor de un modelo de interpretación abstracto basado en un sistema ternario. Muy a menudo los problemas complejos se reducen a binarios: nosotros contra ellos, el grupo interno contra el grupo externo, demócratas contra republicanos, capitalismo contra comunismo (al menos durante la Guerra Fría). Los deportes constantemente dramatizan conflictos binarios y a menudo ofrecen lenguaje y metáforas que se aplican en otros medios. Afirmar que todos los conflictos implican a tres adversarios es obviamente ridículo, pero solo con la introducción de un tercer jugador pueden ocurrir fenómenos como las alianzas tácticas o las traiciones. Es el modelo conceptual mínimo que tienes que usar para encontrarle un sentido a la compleja relación de Putin con la administración Trump, o los movimientos del Comité Nacional Demócrata contra Bernie Sanders.

Es una de esas ideas que quizá estimulan más sobre el papel que en la práctica, aunque eso no ha impedido que se celebren campeonatos mundiales de fútbol a tres bandas: el próximo, por cierto, tendrá lugar el año que viene en Londres.