Las intimidades de John Carmack

John Carmack es algo así como un dios entre los programadores de videojuegos. Los gamers le adoran, cuando presenta algo nuevo el mundo se rinde a sus pies, ha creado algunos de los videojuegos más importantes de la historia y, además, tiene un jodido Ferrari. Demonios, apuesto a que muchísimos de los aspirantes a ello también quieren ser como John de mayor (aparte de querer acostarse con Jade). Pero eh, yo me lo pensaría dos veces antes de querer ser tan rematadamente geek como él (algo implícito, parece ser), a tenor de las declaraciones de su mujer, Anna Kang. Lo suyo es grave. Muy grave. Supongo que la chica debió de darse cuenta de que algo fallaba cuando en su luna de miel al bueno de John no se le ocurrió otra cosa que hacer que le enviaran un par de ordenadores al hotel para poder seguir programando. No puedo evitar imaginarme a su mujer en la cama, con el conjunto de ropa interior sexy especial para la ocasión, bostezando y preguntándose cómo leches había podido terminar en una situación así de estrambótica. Lo cual no dejaría de ser anecdótico si no fuese porque no es una situación aislada: en una de sus últimas vacaciones, en Hawaii, John se pasó todo el fin de semana programando el engine del Doom RPG. De playa, nada. Mojitos, tampoco. Y la Kang, imagino que con un mosqueo de tres pares de narices. ¿Quién dijo que ser una superestrella del mundo de los videojuegos molaba? En fin, que con esto damos podríamos dar por inaugurada la sección Anait Rosa, donde exploraremos las intimidades de los famosos del mundillo. Próxima parada, Molyneux confiesa su amor por Xavi Robles. Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte…