Presentación de Gears of War 2

Un año después de su última visita a España, el afamado don Bleszinski ha vuelto a Madrid para presentar el archiesperadisísimo Gears of War 2. Esta vez, según afirmó, vino con más tiempo para intentar conocer la fiesta desenfrenada que caracteriza la ciudad y de la que tanto le hablamos la última vez que vino a la piel de toro. Fue una verdadera lástima no poder acompañarle en su expedición nocturna para comprobar si a la hora de la verdad, los afamados auteurs del videojuego como él se pueden comparar realmente a estrellas del rock o a directores de cine o, por el contrario, es todo humo. Como viene siendo habitual en los eventos de Microsoft, la organización de la presentación fue por todo lo alto: una decoración de lujo, canapés de haute cuisine, bellas azafatas de sonrisa Profidén que marcaban notablemente la diferencia con respecto a la chabacanería típica en el sector, vistiendo elegantemente en lugar de enseñar pechuga en mayas coloridas y por último, dando un colorido más acorde con el juego, unos maromos de gimnasio vestidos con motivos militaresco-fashion. Pese a tener como dieta habitual ingentes cantidades de papillas proteínicas, estos mamotretos de carne viva seguían pareciendo terriblemente pequeñitos al lado de las dos impresionantes estatuas de Marcus y de un Locust, que presidían majestuosamente el centro de la sala. Durante la presentación, don Bezinski nos adelantó a los privilegiados que allí nos encontrábamos lo que todo el mundo esperaba: Gears of War 2 va a ser más de lo mismo, pero más gordo, más grande, más largo, más bonito, más violento, con más armas, con más modos on-line, con mejores gráficos… y mejor. Lo que todo el mundo ha visto en los tráilers y en los vídeos del E3. Lo que todo el mundo espera. Lo que debe ser. Las primeras mejoras van a venir de la mano de la última versión del Unreal Engine, que permitirá introducir escenarios destructibles y elevar enormemente el número de enemigos en pantalla. Ante la pregunta de algún reputado crítico de ese prestigioso portal de Prisa acerca de si el juego aprovecharía el cien por cien de la capacidad de 360, don Bleszinski mostró un total analfabetismo en los términos hobbyconsolianos —qué vergüenza, señor Cliff, qué vergüenza— y no fue capaz de dar ni siquiera una aproximación bajo ese estándar platónico de la crítica nacional que es el “Chachipiruli consolega, explota el 100% de las posibilidades de tu consola!!!!111!!!!!!”. Pero aunque nos quedamos sin conocer lo verdaderamente importante, la verdad es que el resultado es bastante espectacular; si bien el aspecto gráfico de esta secuela, al igual que el gameplay, presentará pocos cambios, en algunos escenarios de los mostrados en vivo por don Bleszinski teníamos la sensación de estar en una verdadera batalla campal, algo que se echaba en falta en la primera parte y que sin duda llevará a Gears of War 2 hasta cotas todavía más bestias. Desgraciadamente, la versión de PC no llegará nunca, con lo que la posibilidad de un mod de perroflautas contra antidisturbios ambientado en la Malasaña de 2003, que es lo máximo a lo que esta nueva versión del Unreal Engine podría haber aspirado, jamás verá la luz. El argumento del juego, según afirmó don Bezinski, se ha reforzado lo suyo, desarrollándose bastante más que en la primera parte los personajes de Marcus y Domenic Santiago. Éste es el principal motivo por el que el cooperativo del modo campaña sigue siendo de dos personas. Para jugar con más gente on-line ya hay siete modos multijugador —dijo don Bleszinski— y han preferido reforzar el componente narrativo. Prometiendo colmar enormemente las expectativas de Xavi de que el videojuego pueda alcanzar un discurso intelectual, el personaje latino del Delta Squad servirá como lienzo para dibujar unas tremendas reflexiones filosóficas en torno a la búsqueda de La Mujer, esa gran ausente en el mundo de la testosterona gearsofwarsiana. O algo así. Sin embargo, para los yonkis adictos del cooperativo la gente de Epic ha propuesto una metadona que probablemente calme de sobra el mono y se convierta en uno de las principales tendencias de la oligofrenia on-line de esta temporada: el modo Horda. El modo multijugador estrella de la presentación (por lo menos en el que más orgullosos se deben haber sentido los muchachos) consiste en una aproximación al arena shooter de toda la vida: hasta 5 jugadores recibiendo oleadas y oleadas de enemigos, cada vez más numerosos, hasta que no sobreviva ninguno o, si está analxcain en la partida, se acabe con todas ellas. Cuando por fin pudimos abalanzarnos sobre los canapés y las cervezas, los más listillos se sacrificaron para coger antes que nadie las consolas, por lo que tuvimos que seguir bebiendo y comiendo hasta que los porteros de la discoteca los maromos aquellos que pululaban obligaban violentamente a la gente a ceder el mando, y así por fin pudimos los menos despiertos catar el juego. Los dos niveles que toqueteamos durante un ratico ya habían aparecido en vídeos tiempo ha, pero la verdad es que con el mando en las manos la experiencia fue, aunque breve, bastante convincente. Los escenarios interiores han crecido en tamaño y en violencia, y las cinemáticas que aparecían de vez en cuando dejaban entrever que, efectivamente, el universo de Gears of War va a ir más allá con esta secuela. Pero como para argumentos ya está Kojima la literatura y todo eso nos la trae floja, ahí nos habían puesto el escenario al aire libre a los escépticos para terminarnos de convencer. Y vaya que si lo hizo. Aunque es pronto para lanzar conclusiones, todo parece indicar que esta secuela se va a desmarcar del original a base de intentar mostrar menos guerra de guerrillas y más Guerra de las Gordas. Y que lo va a hacer, además, no alterando la esencia del primer juego, sino ampliándola. En definitiva, Gears of War 2 va a ser Más De Lo Mismo Pero Más Gordo. Un tremendo pepinazo de motor gráfico al que se le han añadido más detalles todavía, más argumento, más testosterona, más sangre, y, en general mucho más de todo.