Un avance de Animal Crossing: New Horizons

La isla bonita

La isla bonita

Cuando salió Animal Crossing: New Leaf, la última entrega principal de la otrora casi desconocida serie de life sims de Nintendo, pensé que habíamos tocado techo. Poco exigente como es Animal Crossing (o como soy yo: quizá soy menos exigente de lo que debería, o quizá mi nivel de exigencia es irregular o arbitrario; un par de bromas bien localizadas y un perrete con guitarra parece bastar para desarmarme; quizá no es algo de lo que avergonzarse, en realidad; salgamos del paréntesis, que ya va agobiando), el nivel de fidelidad visual que ofrece la pobre pantalla de Nintendo 3DS me pareció suficiente para representar la plácida vida en tiempo real a la que se ha dedicado con pasión la serie desde sus inicios, hace ya casi veinte años. Dicho de otra manera, la posibilidad de llevar esa casa de muñecas alucinante en el bolsillo pesaba muchísimo más que cualquier consideración vulgar y superficial que pudiera hacérsele a las características técnicas de Nintendo 3DS, una máquina en la que parece milagroso que se ejecute cualquier software más exigente que el Buscaminas. Lo comido por lo servido. New Leaf sigue siendo uno de los juegos de los que guardo un recuerdo más cálido. Probablemente le tenga más cariño a New Leaf que a Breath of the Wild.

Cuán equivocado estaba, en fin, al pensar en techos antes de la cuenta. Después de jugar a Animal Crossing: New Horizons en una presentación organizada por Nintendo en sus oficinas de Madrid, creo que queda claro que estaba equivocado con New Leaf. Ahora sí que hemos tocado techo.

La sesión de preview, muy diferente a la experiencia estándar de jugar a un Animal Crossing (una experiencia íntima, recogida, doméstica, de chimenea y mantita; no me jodáis empezando a jugar a New Horizons en el autobús, ni dentro de él ni muchísimo menos esperándolo: es por vuestro bien), estaba dividida en tres fases. La primera se jugaba en una isla casi recién estrenada. Como sabéis, esta vez el pueblo está rodeado de océano; no llegas en tren sino en hidroavión, y ni siquiera es un pueblo, técnicamente, sino una suerte de asentamiento improvisado con tiendas de campaña en el que te instalas gracias a un paquete vacacional de Tom Nook, icónico tanuki.

Que la vivienda no tenga ni siquiera cuatro paredes no quiere decir que se te absuelva de los gastos asociados a tu desplazamiento y lo que, imagino, son unos gastos de gestión más abultados e incomprensibles que los de las webs de venta de entradas. Como de costumbre, el pago de tu deuda con Nook sirve para organizar el juego, aunque esta vez no solo hay que tener presentes las bayas: un nuevo sistema de lo que se llama Millas Nook añade un nuevo tipo de moneda, da acceso a un nuevo catálogo de ítems y, de paso, estructura un poco la partida. Son logros, para entendernos, o más bien hitos que te ponen delante siempre un objetivo que cumplir cuando no sabes qué hacer; como purista de Animal Crossing tengo sentimientos encontrados con esta idea, aunque no tuve suficiente tiempo para cotillear en la cartilla de Millas Nook como para formarme una buena idea de qué implicaciones puede tener un sistema así en un juego como este.

Esta primera parte dejaba ver un espacio salvaje aún por conquistar, con todo el mundo viviendo en tiendas de campaña (hasta Sócrates, que más adelante dirige el museo, empieza sus trabajos en la nueva isla en una vivienda portátil) y más accidentes geográficos de los que mis limitados recursos me permitían hacer frente. Para poner fin a esa situación está la nueva mesa de trabajo, que sirvió como hilo conductor entre la primera y la segunda parte de la preview: del crafteo simple de una pértiga para saltar por encima del río y llegar a nuevas zonas de la isla pasé, ya en otra partida en la que habían pasado unos cuantos días, a hacer muebles personalizados para mi casa.

La isla bonita

Lo de la casa es importante. Da la sensación de que el endgame, si es que se le puede llamar de esa manera, no va a ser en New Horizons tan diferente al de otros juegos de la serie, aunque el camino para llegar ahí sí lo sea. Ya sin tienda de campaña y con la isla más poblada y mejor equipada (con sus tiendas, su museo, su ayuntamiento; no me hagáis hablar de la rebequita de lana que lleva Canela ni de su puesto de trabajo en el ayuntamiento, porque no tengo tiempo para escribir el ensayo de 750 páginas que merece) pude dedicar un tiempo a la decoración de la casa, que integra en la experiencia canónica de Animal Crossing la estimulante interfaz y las posibilidades que tenía secuestradas, hasta ahora, el olvidable spin-off Happy Home Designer. Hay muebles a punta pala y no solo los puedes comprar sino que también los puedes fabricar, y las posibilidades arquitectónicas de la casa son también mayores; tengo la esperanza de que el crafteo más o menos utilitario de esta primera toma de contacto desemboque en la dulce y quizá obsesiva búsqueda de esa pieza de decoración perfecta para tu dormitorio: esos son los auténticos objetivos a medio y largo plazo esenciales para Animal Crossing, los que tú te marcas aunque el juego no pueda llevar registro de ellos.

La última parte de la preview se centraba en las obras públicas: la famosa terraformación que permite levantar o bajar terreno y hasta crear (o enterrar) ríos enteros, la última fase de una personalización del pueblo que con esto llega a sus últimas consecuencias. En esta tercera partida la isla ya llevaba en marcha un puñado de semanas, e incluso había algún puente y varias rampas para cambiar de nivel (ni los unos ni las otras son particularmente baratas, por cierto), y yo ya me empezaba a sentir incómodo: ¡cuántas sorpresas y anécdotas habrían sucedido en ese sitio hasta que yo llegué a él! ¡Cuántos vecinos majos y antipáticos habrían llegado y se habrían ido! ¡Cuántas tardes de pesca me habría perdido, a juzgar por los acuarios del museo de Sócrates, donde había hasta un tiburón! Pude probar el modo multijugador local, también, en el que hay varias buenas ideas (un personaje es el líder de la partida, y los demás no pueden recoger recursos o en general hacer muchos destrozos: tienen que pedir permiso para convertirse en líderes para poder recoger madera, por ejemplo, si la necesitan), y también hice alguna macarrada, como levantar el terreno alrededor de la casa de un vecino para dejarle encerrado. (Spoiler: no se puede tapar la puerta.) Hice muchas cosas pero no me sentía cómodo: se me hacía raro estar en una isla que no fuera la mía.

¡Ahora que hemos tocado techo! La atención al detalle ha sido siempre un punto fuerte de Animal Crossing, y en ese sentido New Horizons no decepciona. La música, el volumen específico de las pisadas de tu avatar en los distintos materiales, los encantadores diseños de los vecinos, sus voces, la hipnótica experiencia de visitar el catálogo de la suerte de Amazon que ha puesto en marcha Tom Nook para darle una salida a su nuevo sistema de millas y deleitarse con los sofás, cuberterías, sillas, cómodas, estatuillas, juguetes, bonsáis, cuadros que lo abarrotan, y que quizá algún día abarroten tu casa. Ese gusto por la texturita (¿os he hablado ya de la rebeca de lana de Canela?) y ese sentido del humor a veces directo, a veces oscuro, a veces indescifrable. Sueño con mi ínsula, como Sancho Panza. Cuando tenga mi propia isla… cuando tenga mi propia isla, entonces sí que habré tocado techo.

La isla bonita

  1. iLuvatar

    Madre mía que ganas, más le vale a cierta tienda entregármelo a primera hora el día de salida.

    y también hice alguna macarrada, como levantar el terreno alrededor de la casa de un vecino para dejarle encerrado.

    Por favor Marta deja de hacer bullying a los pobres animalitos xD

  2. Marta Trivi

    @iluvatar
    Para una vez que no he hecho nada!! 😛

  3. iLuvatar

    @martatrivi
    Madre mía que esta vez ha sido Víctor y no me había fijado, no hay isla segura para los pobres vecinos.

  4. tomimar

    Lo tengo ya descargado en mi Switch. Que animalada (jeje)

  5. gamusino

    tengo dos semanas para elegir el nombre de mi isla… cuanta presión :/

  6. Adorian

    no me hagáis hablar de la rebequita de lana que lleva Canela ni de su puesto de trabajo en el ayuntamiento, porque no tengo tiempo para escribir el ensayo de 750 páginas que merece

    Espero ese ensayo como agua de mayo. El próximo libro de la editorial Anait podría ser ese.

    Pd: Me has dejado con la miel en los labios, voy a explotar del hype.

  7. Maki

    @chiconuclear (o para quien lo sepa)

    ¿Se puede jugar con un solo joycon? Lo digo pensando en el multi local. Nunca he jugado a un Animal Crossing, así que no se si hace falta una segunda seta para manejar la cámara o algo asi…

  8. Víctor Martínez

    @xmakitorx
    Se puede, se puede.

  9. Maki

    @chiconuclear

    Guay, muchas gracias por la info!

  10. kimbauer

    Lo de las millas ya estaba en la actualización de new leaf para los amiibos con lo de la zona de acampada. Por un lado bien porque te propone actividades y te recompensa por hacerlas pero depende como igual son cosas que no te apetecen hacer pero quieres los vales para pillarte x cosa que solo se consigue con eso. No se, dos monedas es una movida. Al final es otro mercado en el que comprar cosas bonitas🤷🏻‍♂️

  11. ErnestRodes

    Le espero con muchas ganas, pero no sé si lo poder comprar de salida teniendo en cuenta todos los lanzamientos que hay este mes y el que viene. ¡Muy buen artículo (preview)!

  12. Morfeo

    >Sueño con mi ínsula, como Sancho Panza

    Me ha matao xD

  13. somniac

    Paren el resto del año, que ya tenemos GOTY

  14. Alejandro Sánchez

    Está pagao. Y si no lo estuviese me habrías contagiado el entusiasmo jajaja Creo que quiero ponerme malo y todo para jugar bajo una manta. Podría hacerlo si hiciese frío, pero con frío solo tengo que seguir yendo al curro.

  15. kNS

    Entre todos me habéis liado para tirarme a esta piscina.
    Ya os vale.

  16. Gordobellavista

    @kns
    Yo estoy igual, qué hijos de puta…
    Esperaré a los análisis pero ya he liberado los 50 pavos.