Piratas y MegaBytes

¿Recordáis la demo de Jedi Outcast? Era una demo espléndida, con un nivel pequeño pero completo que no aparecía en el programa que se comercializó; además mostraba a la perfección las estupendas características del juego. Tan buena era que dos amigos míos la jugaban una y otra vez. Uno de ellos (llamémoslo Corsario) insistía a (llamémoslo Filibustero) para que se comprase Jedi Knight 2, pues por aquel entonces Filibustero trabajaba en una buena empresa y Corsario continuaba sus estudios con los bolsillos no muy llenos. Finalmente y tras muchas dudas que se prolongaron en varias conversaciones que se sucedieron durante semanas, Filibustero se negó y Corsario cedió a la tentación de conseguir una copia ilegal. Hizo una nueva copia y se la entregó a Filibustero, quien hasta entonces se había mostrado muy reticente a instalar en su PC nada que oliese siquiera a piratería, ni siquiera el viejo Half-Life que Corsario había conseguido al estilo bucanero. Hoy Corsario tiene una estantería llena de videojuegos legales (otra llena de regalos de la mula) en la que destaca su edición de coleccionista de Half-Life 2, y Filibustero fue uno de los primeros españoles en hacerse con Jedi Academy. ¿Se habría comprado Filibustero este último programa si no hubiese disfrutado de Jedi Outcast gratis? Seguramente no. ¿Se habría rascado el bolsillo Corsario con la secuela de Half-Life si no hubiese recorrido Black Mesa sin pagar un duro? Puede que no. ¿Justifica esto la piratería? Por supuesto que no. Veámoslo desde otro punto de vista. Miles de jugadores de todo el mundo están convencidos de que el éxito de PlayStation se debió a la facilidad que muchos encontraron para hacerse con juegos piratas para ella. Muchos afirman que el verdadero efecto de este fenómeno en las ventas de software lúdico es marginal, pues según dicen la mayor parte de usuarios de lo ilegal no habría comprado el producto de no haberlo podido conseguir gratis. También está muy extendida la opinión de que el duro de pelar sistema anticopia StarForce lastra comercialmente a los juegos que lo llevan incorporado, con lo que según esa teoría una gran parte de los compradores potenciales no llevan a cabo sus compras (especialmente en los casos de todo lo que no es secuela de una saga de relumbrón) si no han tenido primero la oportunidad de jugarlo tras descargárselo de algún P2P. Entonces, ¿es positiva la piratería para la industria? Claro que no. Recuerdo cuando estaba en el instituto y hacía resúmenes muy trabajados, diseños de circuitos y demás. Tanto insistía en ceder todo ese trabajo solamente a ciertos compañeros (a los que ocupaban las mismas aulas pero no eran verdaderos compañeros no les cedía nada) que en una ocasión uno de ellos dibujó en un margen de mis hojas el símbolo de copyright seguido de «Ediciones Sayalerienses 1996». Amaba a mi propia propiedad intelectual y odiaba la posibilidad de que fuese ultrajada, así que entiendo algunas quejas. Además, es triste pensar que pueda haber quien estando lleno de talento no haya podido seguir adelante en la industria porque su ópera prima ha sido más copiada que vendida. ¿Soluciones? Volvamos a Corsario y Filibustero, cuya historia es completamente cierta. ¿Habrían comprado Jedi Knight 2 y Half-Life si su precio no les hubiese desalentado o si en su pequeña ciudad de 30.000 habitantes no fuese tan desesperante buscar videojuegos específicos y lentísimo el encargarlos? Seguramente. ¿Se hubiese hecho Corsario con la edición coleccionista de Half-Life 2 de no ser por sus extras, siendo que había jugado y terminado el juego? Puede que no. Y volvemos a lo mismo de siempre: precios más ajustados, distribución más ágil, ediciones más completas y atractivas. Lo de siempre, pero los progresos son muy lentos.