Fanboys: el lado oscuro de los videojuegos

Por: Ikael Todo tiene un lado oscuro, tal y como enseña La guerra de las galaxias. Empezando por esta misma y sus horribles “primeros” tres episodios, todo tiene un lado oscuro. Y los videojuegos no iban a estar exentos de este. No, no me estoy refiriendo al FIFA anual (eso es una plaga cíclica y bíblica). Y no, tampoco me estoy refiriendo al asesino de la katana (sencillamente un niño idiota con padres lo suficientemente idiotas como para regalar una katana a su hijo, esquizofrénico clínico). No, el lado oscuro de los videojuegos es algo mucho menos esotérico o amenazante: los fanboys. ¿Que qué es un fanboy? Es un fan radical de una compañía de videojuegos. Bueno, esperaré a que dejen de reírse. Sí amigos, en pleno siglo XXI, y qué demonios, en un país como el nuestro, donde un pequeño empresario es un capitalista asqueroso para el ciudadano medio, te encuentras con que grandes corporaciones con beneficios de miles de millones de dólares, euros o yenes, tienen fans. Pero ojo, no fans normales como los pueda tener, no sé, Manowar. Estoy hablando de gente que, para ellos, el que insultes a su compañía favorita es una ofensa personal y cuyo mayor sueño sería la dominación absoluta del mercado por parte de su compañía. Por si el fenómeno de los hinchas de fútbol no fuera lo suficientemente demencial de por sí, ahora nos encontramos que este salta al mundo de los videojuegos. ¿Por qué? ¿Cómo se ha podido producir algo semejante, y, encima, en una actividad contrapuesta al deporte donde las haya? Bien, vayamos por partes. Ese fanatismo se ve que únicamente surge dentro del mundo de las consolas. Es un tanto lógico. Cada una tiene usuarios con preferencias y gustos distintos, formando grupos con una fuerte identidad y características comunes. Una consola es una inversión a largo plazo, y encima una inversión costosa. El que una compañía “gane” en una generación de consolas significa que tu inversión se amortizará y que tus horas de ocio serán mejores y más numerosas. Por si fuera poco, a eso le añades que el mercado de las consolas es uno de los mercados más brutales del mundo, un oligopolio de tres compañías donde han perecido gigantes, y ya tienes un poco más claras las causas de ese fanatismo. Lo más triste es que parece ser que este resulta rentable. Desde una perspectiva de empresa, el fanboy es el consumidor ideal. Nunca se queja, puedes cobrarle lo que quieras, te tendrá siempre en un pedestal e incluso promocionará tus productos por ti. Una joya. Pero una joya descerebrada. Tras varios años en esto, si hay un efecto triste y alarmante que producen los videojuegos, no es que te vuelvan un ser asocial o un frío asesino tal y como preconizan nuestros alarmistas profesionales (sociólogos, creo que los llaman, tengo entendido que habitan en Antena 3). Sino sencillamente, el que muchos acaban con su juicio nublado, más dogmáticos, más estereotipadores. Más fanboys. Más imbéciles. Pero desde luego, la imbecilidad no es un problema que preocupe lo más mínimo a nuestra sociedad. Los niños esquizofrénicos con katana al parecer sí.